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50 años de la muerte de Stravinsky: La Consagración

Hay ocasiones en que nos cuesta situar en el tiempo algún acontecimiento o algún personaje que han marcado un cambio en la historia. A comienzos del siglo XX un compositor ruso, Igor Stravinsky revolucionaba el mundo de la música, en la misma época en que Picasso, Braque o Kandinsky lo hacían con la pintura o Debussy o Schönberg hacían lo propio con el arte de emocionarnos al combinar los sonidos.
Después de esos años en que Stravinsky cambió el rumbo de la música, aún siguió casi sesenta años más buscando, componiendo y evolucionando, pero sobre todo, luchando contra esa etiqueta que lo había señalado y marcado de por vida. Casi es difícil de hacernos a la idea de que en 2021 se cumplen solo cincuenta años del fallecimiento de uno de los compositores que más aportaron al nuevo camino que la música siguió en el siglo XX. 
El 6 de abril de 1971 fallecía Igor Stravinsky en Nueva York con ochenta y ocho años de edad, siendo enterrado en Venecia, cerca de la tumba de uno de sus antiguos colaboradores, el alma mater de los Ballets Rusos, Diaghilev.
En esta publicación te propongo un viaje al momento en que Stravinsky se convirtió en un símbolo del cambio que la música -y las artes, en general- buscaba al comienzo del siglo XX con el estreno de La Consagración de la primavera, uno de los más agitados y que más escándalos provocó a lo largo de todo el siglo. 

Dibujo de Stravinsky por Picasso (1920)

Nacido en 1882, Igor Fiódorovich Stravinsky es una de las figuras claves de la música del siglo XX, de la misma forma que Picasso, James Joyce o Rodin fueron determinantes en sus especialidades.
Con apenas treinta años había dejado una serie de obras maestras que revolucionaron el panorama musical en unos años convulsos donde el público se mostraba activo y beligerante ante las obras que eran tanto de su aprobación como de su reprobación. Con los avances de los medios de comunicación y de transporte, su figura se hizo grande, conocida y reconocida en todo el mundo, su rostro se hizo popular, sus obras llegaron a todos los lugares importantes y el compositor se convirtió en un personaje, una suerte de icono de la modernidad. El pájaro de fuego, Petruska y La Consagración de la primavera le habían dado un nombre y habían puesto el listón muy alto para seguir componiendo y revolucionando el panorama artístico.
Mas Stravinsky no tenía intención de repetir la fórmula hasta que se le agotara el crédito que había alcanzado, así que optó por centrarse en obras con miradas menos ambiciosas. Es posible que de la enorme repercusión de La Consagración le quedara algún resquemor, pese al enorme éxito y popularidad que le aportó. 
Su siguiente gran proyecto, Les noces (Las bodas) estuvo aparcado varios años, en un proceso que lo llenó de dudas e incertidumbres en cuanto a la forma o el tipo de agrupación para la que compondría. La obra acabó como un ballet aunque es también una pieza de concierto, con coros que entraban repentinamente, solos vocales que hablaban como invocaciones, personajes que están todo el tiempo en escena aunque se desentiendan de lo que allí ocurre como si no estuviesen, con ese halo primigenio que atraviesa medularmente La Consagración.
Después vinieron La historia de un soldado, una metáfora sobre un soldado, un violín y el diablo, Pulcinella, con la que comienza su periodo neoclásico o La Sinfonía de los Salmos, una de las obras religiosas más impresionantes de todo el siglo.
También se adentró en el mundo de la ópera con obras como Le rosignol (El ruiseñor) un cuento lírico ruso según el relato de Hans Christian Andersen, Edipus Rex (Edipo rey), una ópera-oratorio sobre la obra de Sófocles, Perséphone, una ópera-ballet-oratorio en colaboración con André Guide o The rake's progress (La carrera del libertino) basada en la serie de grabados y pinturas homónimas que William Hogarth realizó en 1735.

Dibujos y pentagramas para la Danza sagrada de La consagración de la primavera

El estreno de La Consagración de la primavera significó la confirmación definitiva de Stravinsky como uno de los grandes genios que iba a revolucionar el mundo artístico. Esta obra y otras como Pierrot Lunaire de Schöenberg protagonizaron los estrenos más escandalosos y tumultuosos de los primeros años del siglo. 
En El ruido eterno, Alex Ross, crítico musical de The New Yorker, reconstruye y recrea cómo fue el estreno de La Consagración de la primavera y lo que supuso para la historia de la música.


La Sacré, como se conoce en francés desde su estreno, comienza la introducción con esa melodía inquietante del fagot, uno de los temas folclóricos que Stravinsky nos deja sonar completo, creando un ambiente que nos evoca el despertar de un bosque al amanecer. Los instrumentos van incorporándose poco a poco con melodías que se entrecruzan y superponen como animales que despiertan de la noche y el letargo invernal. Los violines entran con una nueva idea musical dando entrada a las maderas hasta que la orquesta entra en juego. 
El fagot reexpone su tema y un pizzicato de las cuerdas indica el momento de levantar el telón.
La Orquesta y Ballet del Teatro Mariinski de San Petesburgo nos acerca a la introducción de esta obra con la dirección musical de Valery Gergiev.


Stravinsky nació en Oranienbaum, una localidad cercana a San Petersburgo, procedente de una familia de aristócratas terratenientes e hijo de un famoso barítono del teatro Mariinski, una persona fría y estricta. Estudió piano, aunque sin mostrar una inclinación hacia la música hasta el fallecimiento de su padre. Se licenció en Derecho y Filosofía mientras estudiaba composición con Rimsky-Korsakov, con quien logró desarrollar su enorme imaginación para el color instrumental, que más tarde afianzaría con Debussy y Ravel
Tras algunas primeras obras como Scherzo fantastique o Feu d'artifice (Fuegos artificiales), un golpe de suerte determinó su carrera. El empresario de los Ballets Rusos, Diaghilev se fijó en sus obras mientas buscaba compositores jóvenes con talento. En 1910 buscaba sorprender al público francés con una obra sobre la leyenda rusa de El Pájaro de Fuego. Cuando varios reputados compositores rechazaron la propuesta, Diaghilev acudió al inexperto. 
El Pájaro de Fuego tenía todos los ingredientes para triunfar: fantasía y folclore rusos, efectos de sonido franceses y referencias a Rimsky-Korsakov y sus escalas tonales.

Fotografía coloreada de Diaghilev, Nijinsky y Stravinsky

Pero su verdadera consagración comenzó con un sueño. En 1910 Stravinsky soñó con una muchacha que bailaba hasta la muerte y se decidió a componer Vesna svyachchennaya (Primavera sagrada) que acabaría estrenándose como Le sacré du printemps (La consagración de la primavera). Para dar forma al argumento, Stravinsky pidió ayuda al pintor y gurú eslavo Nicholas Roerich que le proporcionó una secuencia de rituales primaverales históricamente rigurosos. Investigó en el legado folclórico sobre canciones lituanas de bodas, algunos arreglos de canciones populares de Rimsky y sus propios recuerdos de canciones de campesinos y cantantes de la infancia.
A partir de este trabajo sobre las melodías, Stravinsky las troceó y dividió en pequeños motivos, las unió en distintos grupos y formó con ellas collages y montajes cubistas, conformando una mezcla de sonidos nacionales y modernos en los que los aspectos folclóricos y vanguardistas se apoyan y refuerzan continuamente. 
Aquí, además de algunos de los conceptos que aparecen en El Pájaro de Fuego, se deja ver sobre todo, el genio del compositor que se muestra de modo especial en el uso del ritmo con unos acentos que restallan como latigazos, alternando en las partes débiles y fuertes de los compases sin poder predecir donde caerán los acentos en cada momento, con síncopas continuas y un uso muy personal del ostinato.
Continuamos con la recreación que Alex Ross realiza en su libro El ruido eterno de ese momento tan especial para la historia de la música como fue el estreno de La Sacré, dejándonos la referencia y la memoria de algunos personajes ilustres que estuvieron en el mismo. 


La Consagración de la primavera comienza con varios ritos y danzas de la primavera de una ancestral aldea rusa, para elegir posteriormente a una virgen para su sacrificio: Debe danzar sin pausa hasta la muerte. Se trata de un argumento ideal para el ballet, perfecto para la época en que se estrena, también para Diaghilev y los Ballets Rusos, siempre en la vanguardia y la innovación. 
Es el momento histórico en que se revolucionan las artes con la arquitectura de Le Corbusier, Loos o Gropius, la pintura de Picasso, Duchamps, Brake o Kandisnky, la escultura de Rodin, la literatura de Joyce y la música con Debussy, Schönberg, Ravel, Richard Strauss o el propio Stravinsky.
La música, como decía, se inicia con el inquietante lamento del fagot que da paso a los instrumentos de viento que entrecruzan sus sonidos, las cuerdas que imitan a la percusión o las trompas que aúllan y comienzan a sonar con un pulso salvaje, inflexible, delirante por momentos. La coreografía no era del habitual Fokine, sino de un Vaslav Nijinsky que también quería revolucionar la danza. 
Stravinsky mostró sus recelos antes un bailarín que apenas había realizado coreografías -la primera de ellas para Preludio a la siesta de un fauno de Debussy supuso un escándalo-, que no sabía leer música, cuyas ideas y opiniones se basaban en las que había escuchado a otros y a quien había que estar explicando cómo era la música en cada momento. Nijinsky acabó cantando a los bailarines los números para que siguieran el compás.
Su coreografía rompía con todas las formas del ballet, con los bailarines realizando movimientos espasmódicos, torpes se dirían, encorvados, con saltos antinaturales, las manos y las caras rígidas e inexpresivas, los pies con las puntas hacia dentro, pero con una fuerza primitiva, en un arrebato y un éxtasis que rompían con muchos años, siglos se podría decir, de tradición musical y civilización.
Este estreno supuso, además, un cambio en la tendencia del dominio musical que en las décadas anteriores provenía de la tradición alemana (con Beethoven, Schubert, Brahms o Wagner), pasando a estar en la vanguardia musical las obras de origen francés y ruso.

Vestuario original de Nicholas Roerich. La segunda bailarina por la izquierda es Marie Rambert, asistente de Nijinsky durante los ensayos.

La Sacré está dividida en dos partes con la siguiente estructura:
Primera parte: La adoración de la tierra.
Introducción.
Los augurios primaverales. Danzas de las adolescentes.
Juego del rapto.
Rondas primaverales.
Juego de las tribus rivales.
Danza de la tierra.

Segunda parte: El sacrificio.
Introducción
Círculos misteriosos de las adolescentes.
Glorificación de la elegida.
Acción ritual de los ancestros.
Danza sagrada (La elegida).

Cartel del Théâtre des Champs-Élysées con el programa de los Ballets Rusos

La coreografía de Nijinsky dejó de realizarse durante años donde se interpretaba más la versión de concierto que la de ballet, pero recientemente se ha podido reconstruir casi en su totalidad, así como el vestuario y los escenarios originales de Nicholas RoerichEl enlace nos permite asistir a una recreación de La Consagración de la primavera más de cien años después de su estreno. Pese al tiempo transcurrido, la conmoción al verla es brutal.
La producción de 2008 del Teatro Mariinski de San Petesburgo reproduce la coreografía original de Vaslav Nijinsky reconstruida y puesta en escena por Millicent Hodson con el vestuario y decorado de Roerich recreados por Kennet Archer con la Orquesta y Ballet del citado teatro, todos bajo la dirección musical de Valery Gergiev.


Para los ensayos Stravinsky realizó una versión para piano a cuatro manos. Cuando él mismo y Debussy la interpretaron uno de los presentes llegó a decir: "Nos quedamos anonadados, sobrepasados por ese huracán que surgía de lo más profundo de las edades, y que habría agarrado a la vida por las raíces." El propio compositor llegó a escribir: "Parece que he penetrado en el ritmo secreto de la primavera."
Stravinsky sabía que La Consagración de la primavera no sólo era su obra más importante hasta ese momento, sino que también era una obra crucial en la historia de la música, como lo fueron La Quinta Sinfonía de Beethoven, El Tristán e Isolda wagneriano o el Orfeo de Monteverdi. "Yo soy el recipiente a través del cual pasó La Consagración", llegó a decir en diversas ocasiones.
Con esta obra se rompe definitivamente el concepto de lo bello que venía imperando desde el clasicismo y el romanticismo, dando la importancia suprema a una sonoridad que rompe los esquemas imperantes, tanto melódicos como rítmicos para deformarlos, diseccionarlos y reconstruirlos, para hacer surgir otros nuevos que conformarán una visión auténtica de las cosas, una visión más propia del siglo XX que de la tradición musical decimonónica.

Decorado original de Nicholas Roerich para la versión de 1913.

Con el siguiente texto finaliza el recorrido que Alex Ross realiza de la mítica velada del 29 de mayo de 1913 en que se estrenó La Consagración de la primavera.


Para culminar esta aproximación a La Consagración de la primavera, finalizamos con el enlace a una película donde se da cuenta del estreno de esta obra.
Dirigida en 2005 para la BBC británica por Andy Wilson a partir de un guion de Kevin Elyot, Riot at the Rite (Disturbios en el Rito) recrea el estreno de la obra desde el momento en que Stravinsky presenta su obra a Diaghilev, pasando por los rechazos y problemas que tuvieron los ensayos con los bailarines y la orquesta hasta el momento del estreno.
Personalidades como Picasso, Marcel Proust, Jean Cocteau, Gertrude Stein, Ravel o Debussy asistieron al estreno en el Théâtre des Champs-Élysées, siendo testigos directos de los sucesos que se desarrollaron durante el evento.
Quizás de todos ellos, fue de Ravel, que no cesaba de gritar: "¡Genio!¡Genio!" durante la representación de quien el propio Stravinsky pensaba que mejor hubo entendido su obra.

Dibujo de Stravinsky de perfil realizado en Roma en 1920 por Picasso

Aunque la película se puede encontrar en alguna plataforma, el enlace nos muestra la versión original con subtítulos en inglés. Casi con eso basta para los no iniciados en el idioma, aunque se pueden elegir en los ajustes (rueda dentada) la opción de traducción simultánea a nuestro idioma, donde saldrá una traducción bastante fiable, aunque con algunos resultados extraños, debido al uso de algunas expresiones singulares. 
Si ahora no dispones de tiempo suficiente, no dejes de volver para participar en una experiencia interesante que te ayude a poder sentir cómo fue aquella histórica representación.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
  • Ross, Alex. El ruido eterno. Traducción de Luis Gago. Ed. Seix Barral. Barcelona 2009.
  • Swafford, Jan. Por amor a la música. Traducción de Ana Herrera Ferrer. Ed. Antoni Bosch. Barcelona, 2018.

4 comentarios:

  1. Una maravillosa recreación de una obra increíble entonces, subyugadora hoy, que demuestra el camino de un genio.
    Extraordinario relato del nacimiento y valoración de un mito.
    Cada día más formidable tu trabajo.
    Enhorabuena, Miguel Ángel. Y gracias, muchas gracias.

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    1. Gracias, Urbano.
      Es una obra que aún hoy impresiona oír y recreaciones como estas tres (libro, ballet y película de televisión) no hacen más que confirmar su importancia en la historia de la música.
      Gracias a ti por estar siempre compartiendo y dando visibilidad a estas publicaciones.
      Un fuerte abrazo :-)

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  2. Hola! Estoy realizando mi Trabajo Fin de Grado y me gustaría ponerme en contacto con usted para preguntarle por la procedencia de una de las imágenes del post, ya que querría incluirla en el trabajo. Podría pasarme su dirección de correo o algo así? Gracias de antemano!!!

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    1. Hola, LauraGg
      Me alegra que haya un TFG sobre este tema. La publicación fue de 2021, pero confío en poder recordar de dónde tomé la imagen. Para contactar conmigo lo puedes hacer desde el correo miguelangeldiazydiaz@gmail.com.
      Un fuerte abrazo :-)

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