Paolo Fabbri, el semiólogo que no se parecía a ningún otro.

El martes 2 de junio nos dejó Paolo Fabbri (1939- 2020), uno de los intelectuales más brillantes que he conocido. Si bien su especialidad era la semiótica del arte, desplegó un arsenal teórico y analítico a 360º que, obviamente, no podía dejar de incorporar el estudio y la reflexión sobre los medios de comunicación. Con Fabbri se va el último representante de la primera e irrepetible generación de semióticos italianos.

Duelo de gigantes

Parecería que no se puede hablar de Paolo Fabbri sin mencionar a Umberto Eco. Ambos coincidieron en la Università di Bologna en los años 1970 y durante mucho tiempo fueron, como el significado y el significante, las dos caras de una misma moneda. Sus caminos comenzaron a separarse cuando la semiología francesa -basada en la exportación de la mirada estructural de Saussure a sistemas de significación no lingüísticos- hizo eclosión a finales de los años 1960. Cuando se vio que no era tan fácil aplicar la oposición «lengua/habla» a otros sistemas de significación, o que no siempre el «signo» era fácil de identificar (como en el caso del cine), algunos semióticos comenzaron a olvidarse del «signo» y empezaron a pensar en términos de «texto». Por la ruta quedaron tirados conceptos como «código» (o «decodificación«) y entraron otros en la mochila de los investigadores, por ejemplo «interpretación«.

Umberto Eco, curioso como el que más, se interesó por las teorías cognitivas (Roger Schank, Robert Abelson, etc.) y de ahí surgió su modelo interpretativo basado en la idea de «cooperación» entre el lector y el texto:

Fabbri nunca vio con buenos ojos esta fusión entre semiótica y ciencias cognitivas (ese fue uno de sus dardos preferidos contra su colega de Bologna). Según Fabbri, no había ninguna necesidad de ir a buscar ayuda en las ciencias cognitivas; en cierta forma, para él la semiótica debía ser autosuficiente. (Anécdota personal: una vez, mientras exponía mi modelo semio-cognitivo de la interacción persona-ordenador -ver Hacer Clic, Gedisa, 2004- en un coloquio de la revista DeSignis en París, gentilmente Fabbri me recordó que me estaba yendo más allá de la semiótica… y aquí estamos).

Si bien Fabbri fue uno de los grandes voceros de la semiótica de Algirdas Greimas -que llevó los principios del formalismo a su mayor grado de expresión, constituyendo prácticamente un álgebra de la narrativa y la generación de sentido-, en sus análisis y reflexiones fue mucho menos ortodoxo de lo que parece. Los análisis de Fabbri, ya sea que se tratara de una pintura, un rumor o un zombi, tuvieron siempre una gran frescura y elegancia. Dicho en otras palabras: Fabbri nunca asfixiaba al objeto de estudio con las garras del método.

Esta sintonía con la semiótica generativa de Greimas se convirtió en otro de los focos de rebelión contra el autor de El Nombre de la Rosa. El acercamiento al tema de las pasiones por parte de Greimas en los años 1990 le dio a Fabbri munición de gran calibre para asaltar la abadía de Eco: según Fabbri el «lector modelo» de Eco era una pura máquina cognitiva que aplicaba frames y scripts a la hora de interpretar un texto. Pero ese lector no sentía nada. Para Fabbri, la dimensión pasional estaba ausente del modelo semio-cognitivo de Eco.

Por otra parte, Fabbri siempre llamaba la atención sobre la competitividad y conflictividad que caracteriza al proceso de interpretación (él siempre reivindicaba la «dimensión agonística» que poseía la producción de sentido). Era precisamente en estos pliegues de la interpretación, cuando afloran figuras como la del «agente doble«, donde mejor se movía el bisturí semiótico de Fabbri. En cierta forma, fue quien mejor comprendió y operativizó la idea más potente de Greimas: «la comunicación es una suma de malentendidos».

Ni libros ni traducciones

Paolo Fabbri era un intelectual contracorriente. Cuando todos sus colegas solo pensaban en sacar libros, él se lucía diciendo que nunca había publicado uno. Durante años su enseñanza fue oral (pero, mientras, publicó decenas de artículos). Eco, el gran escritor y publicador, no podía dejar de entrar en el juego y escribió un artículo titulado «Aspetti sistematici nell’opera a stampa di Paolo Fabbri«.

Lo más inesperado de todo esto es que el primer libro de Fabbri fue publicado por Gedisa en castellano en 1995 y se titula Tácticas de los signos. Por entonces yo vivía en Italia y colaboraba con la revista de semiótica Lexia. Cuando les comenté que tenía «el libro de Fabbri», nadie me quería creer… !Si Fabbri no publicaba libros! Supongo que fue ahí que comenzaron a tomarme un poco más en serio y me pidieron que escribiera una reseña… ¿Por qué Fabbri cambió de opinión? Dicen que fue una operación conjunta a cargo de Eliseo Verón, Lucrecia Escudero y la editorial la que hizo posible el milagro. A partir de ahí, Fabbri sacó otros libros -como El giro semiótico– y también los lectores italianos pudieron poner «i libri di Fabbri» (no muchos) en sus bibliotecas.

Por otra parte, hubo una época en que Fabbri se negaba a ser traducido. Cuando nos visitó en la Universidad Nacional de Rosario invitado por Lucrecia Escudero -estamos hablando del año 1986- Fabbri dio unas maravillosas conferencias donde los estudiantes entendimos el 10% de lo que decía (y eso gracias a las traducciones en tiempo real de Ubaldo Guido «el Pato» Mauro). Pero lo poco que entendíamos nos gustaba. En los últimos años lo escuché varias veces haciendo intervenciones en castellano, así que supongo que habrá preferido convertirse él mismo en traduttore, traditore.

Y la comunicación…

Si bien su trabajo se centró sobre todo en la semiótica del arte, los aportes de Fabbri a los estudios de comunicación han sido muy importantes, ya desde el mítico «Le comunicazioni di massa in Italia: sguardo semiotico e malocchio della sociologia» (1973) hasta «El discurso político» (con A. Marcarino), incluido en el número 2 de la revista DeSignis. Sus indagaciones sobre el secreto, las trampas y juegos discursivos son piezas fundamentales para romper con los esquemas lineales sobre la supuesta manipulación de las audiencias o el poder de los medios o discursos. Más que en sus artículos, estas reflexiones sobre el funcionamiento semiótico de los medios y la cultura hay que buscarlas en sus entrevistas (al final de esta entrada incluyo varias).

A diferencia de muchos colegas que repiten una y otra vez un método hasta resecarlo, Fabbri, sin abandonar la disciplina de trabajo semiótica, supo estudiar la materia textual de una manera creativa y al mismo tiempo rigurosa, desarmando los procesos de producción de sentido con una precisión envidiable. Como escribió Eliseo Verón en la introducción a Tácticas de los signos: «Veo el proyecto intelectual de Fabbri como un resultado de varias influencias: Eco, Greimas, Goffman, Baudrillard… El cruce de esas influencias e interacciones dio como resultado un semiólogo que no se parece a ningún otro: Paolo Fabbri”.

Cuando nos visitó en la Universidad Nacional de Rosario en 1986 estábamos en la época dorada de la «comunicación alternativa» y la búsqueda de nuevas formas de comunicación por fuera de los grandes aparatos mediáticos. En esa ocasión, Fabbri dejó caer una frase (que no nos costó mucho traducir): «la comunicación alternativa es que nadie tenga la última palabra».

Las suyas, seguirán interpelándonos.

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4 Comments

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  1. Gracias Carlos por esta sintesis magistral de un semiologo inclasificable. Paolo ha sido el duende de la semiotica, Puck, el personaje shakasperiano que producia desorden para que se pudiera entender mejor el orden. Sin duda un magnifico agitador de ideas, Pensaba e iba produciendo conceptos ad hoc, una especial amalgama de sus lecturas y de sus juegos de palabras, por ejemplo el «semiosfero», como si la semiotica fuera una especie de dislexia. Porque se ocupaba presisamente de temas intertisciales, atravesados, no lineales, pero en realidad centrales para la semiosis: las estrategias de seduccion y de ocultamiento, el juego de la verdad, los tatuajes, el dedo que senala en pintura, el espejo, el camouflage. Recogi sus articulos uno a uno en un su primer libro que fue en realidad hecho en castellano y editado en Gedisa. Todos decian, Eco el primero, que era agrafo. Yo sostenia lo contrario, si juntabamos todo lo que habia desgranado entre conferencias, textos e introducciones llegariamos a un libro. Eliseo Veron se prendio rapidamente a la idea. Y editamos el celebre «Tacticas de los Signos» que le abrio la puerta a su propia escritura y la cabeza a muchos lectores . En un texto genial escrito con motivo del libro homenaje que se le realizo en los 90, «Spartacus» Umberto Eco decia a proposito de «Tacticas» que basto la complicidad de dos argentinos para tirar por la borda una obra paciente de agrafia! Viajo por Latinoamerica, a Mexico pais que amaba, a Colombia, volvia siempre a Argentina. Un viajero fiel y generoso que abria su bitacora y nos la contaba, como esos contadores de cuentos que aun se escuchan en las plazas de Coyoacan en domingo. Y que nosotros hemos escuchado juntos, tambien con Alfredo Cid. El nos decia: como Alejandro, cuando llego a la tumba de Dario, ya no se a donde ir.
    Tengo muchas anecdotas personales, entre otras recordar a Carlos Scolari interrogando a Paolo en esa memorable primera visita a Rosario, al Seminario de Formacion Docente que habiamos organizado en la Escuela de Comunicacion de la UNR o la apertura de su curso en el DAMS de Bologna en 1976 cuando Jorge Lozano, Cristina Penamarin y yo, sentados en segunda fila lo escuchabamos por primera vez absolutamente encandilados.
    Ese era el «efecto» Paolo: todo era plausible de conceptualizacion bajo especie semiotica. En realidad no hacia falta que «produjera» una teoria, su discurrir mismo era per se una forma teorica. Y este discurrir era fascinante, era su secreto poder. Paolo Fabbri era en si mismo una semiosis paradojal.

  2. El vacío ha inundado el espacio Semiótico , la Metáfora se ha quedado sin quien reiteradamente la haga jugar en más de un espacio. Un caballero educado en gestos, palabras, discursos y textos , viajero incansable frotando una lámpara que siempre iluminaba lo mismo pero en diferente escala .Nos ha dejado un apasionado por encontrarle sentido a cualquier tema generando método propio .Un Semiótico de Agenda. Un agrafo ( la historia ya se conoce ) de enidi en experto escritor abierto al dialogo.En Rosario ya lo extrañamos

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