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Las cinco estaciones de Cervantes

Nadie ignora que las estaciones astronómicas del año son cuatro y que sus comienzos y finales coinciden con los solsticios de verano e invierno y los equinoccios de primavera y otoño.
Estas estaciones las hemos asociado a algunos acontecimientos anuales que van desde el renacer tras el frío invierno, la floración, el crecimiento y recogida de los frutos o la caída de las hojas hasta concluir con el nuevo letargo invernal. Las sensaciones que nos producen estas estaciones, las fiestas con las que nuestras culturas las celebran o nuestras propias costumbres las asocian a nuestras formas de vida.
Las estaciones del año también han sido utilizadas en múltiples ocasiones por pintores, poetas, músicos o distintos tipos de artistas para reflejar las características, sensaciones o sentimientos que les evocan. También han servido para crear diversos recursos literarios en que se trataban la fugacidad del tiempo, el sentido cíclico que se reitera constantemente o la comparación del ciclo anual con las etapas de nuestra vida.
Desde un punto de vista lingüístico, las estaciones tienen orígenes distintos, unas desde un punto de vista etimológico, mientras el otoño posee una denominación desde el punto de vista descriptivo.
Te invito a un paseo por las cinco estaciones del año según refleja el autor de El Quijote en sus obras. ¿Te animas a conocer cuáles son esas cinco estaciones del año para Cervantes? Nos acompañan interesantes músicas de su época y agrupaciones especializadas en ellas. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Estatua de Miguel de Cervantes en La Palma del Condado (Huelva)
En la publicación de la Universidad Complutense de Madrid titulada Divertimento filológico sobre el otoño, el profesor de la Universidad de Sevilla, crítico y traductor Francisco García Tortosa realiza un estudio en el sentido indicado en el título. García Tortosa analiza los términos astronómicos estacionales, sus formación filológica y su comparación entre diversos idiomas, centrando su mirada en la estación otoñal.
A esta publicación pertenece el primer texto que nos acompaña y que nos sirve como punto de partida para indagar sobre las cinco estaciones a las que se refiere Cervantes, además de diversas consideraciones sobre el origen etimológico de las estaciones y su utilización en el lenguaje tradicional.


Las músicas que nos acompañan en esta publicación pertenecen a la época de Cervantes. Unas fueron compuestas cuando el escritor tenía aún poca edad y de otras no tenemos la certeza de si cuando se compusieron aún estaba vivo o ya había fallecido. Tampoco tenemos la evidencia de que el genial escritor las escuchara o conociera, aunque sí tenemos la convicción de que representan su época y nos parece razón suficiente para que nos acompañen.


Fundado en Pamplona en 2014 el Ensemble Tylman Susato  está compuesto por cuatro o cinco miembros -dependiendo del repertorio- con la intención de interpretar y difundir música antigua, desde el periodo medieval al renacentista y barroco.
Formado por Ana Olaso (canto, percusión, arpa y órgano positivo), Clara Biurrum (canto viola da gamba y órgano positivo), Alfonso Zoco (canto, flautas de pico y corneto) e Iñaki Amézqueta (canto, viola de brazo renacentista, clavecín y órgano positivo), dedican su actividad profesional a la docencia musical que compaginan con la participación en agrupaciones musicales de diversos estilos y la pertenencia a la agrupación citada. 
Toman su nombre como homenaje al compositor y trompetista del siglo XVI, más conocido por fundar en Amberes la primera editorial musical de los Países Bajos. Los miembros del Ensemble Tylman Susato crean programas en los que abordan sus conciertos con la difusión de obras de las épocas señaladas de forma didáctica con pequeñas explicaciones y diálogos con el público sobre las obras que interpretan. Entre sus programas podemos citar. Música para cantar y danzar en la Europa de los siglos XV al XVII o Música europea en la época de Santa Teresa de Jesús (ambos de 2015), La relación de Miguel de Cervantes y William Shakespeare con la música (2016) en la conmemoración del cuarto centenario del fallecimiento de ambos autores, Velázquez y Monteverdi: Cruce de caminos (2018), que recrea un hipotético encuentro multidisciplinar entre ambos artistas y sus obras. En la presente temporada presentan el programa Inferno, Purgatorio, Paradiso, con músicas en torno a la Divina Comedia de Dante. Como podemos observar, despliegan toda una vocación de investigación y de carácter didáctico musical.
Perteneciente a su programa dedicado a la relación de Shakespeare y Cervantes con la música, el Ensemble Tylman Susato interpreta la conocida Un sarao de la chacona de Juan de Arañés, una danza cantada que apareció en su Libro segundo de tonos y villancicos, publicado en Roma en 1624, varios años después del fallecimiento de Cervantes, pero que bien pudo ser interpretada en su presencia y escuchada por el propio Cervantes antes de su publicación.
Se trata de una versión adaptada a la formación del Ensemble y en la que destacan el juego con que se inician y finalizan algunas frases pasando de un instrumento a otro, el canto a solo o en grupo según sea la letra o el estribillo y los juegos de sonidos y ecos. Pensada esencialmente para ser cantada en directo, la grabación sólo nos permite intuir todos los matices que despliegan de la interpretación.
Habituales del área geográfica a la que pertenecen, la grabación fue realizada en su concierto Che gioir, che languir llevado a cabo el 12 de octubre de 2019 en la Iglesia de los Carmelitas de Villafranca (Navarra), dentro de la programación del FestRibAl 2019 (Festival de Música Barroca de la Ribera Alta).


El texto cervantino al que hace referencia García Tortosa pertenece al Capítulo LIII de la Segunda Parte de El Quijote en el que se narra cómo finalizó el gobierno de Sancho Panza.
En él, Cervantes pone en palabras de Cidi Hamete Benengeli, ese historiador arábigo manchego que nos descubre a nuestro personaje más universal en sus papeles Historia de don Quijote de la Mancha el razonamiento sobre las cinco estaciones anuales.
En el Capítulo LIII de la Segunda Parte de Don Quijote de la Mancha, las estaciones suponen un recurso trata de la fugacidad de la vida, del vertiginoso paso del tiempo para introducirnos en la brusca finalización, deshaciéndose como el humo, del gobierno que el escudero realizó en la Ínsula Barataria por la burlesca determinación del Duque y la Duquesa.
Una vez finalizada la alusión a las estaciones no podemos resistirnos a dejar correr unos párrafos la historia para situarnos en la trama que le organizaron al bueno y sensato de Sancho.


Bartomeu Cárceres
fue un compositor valenciano del siglo XVI del que apenas se tienen datos. Relacionado con la corte valenciana de Fernando II de Aragón, duque de Calabria, una carta de pago de 72 ducados en 1546 revela que formaba parte de de la capilla musical del citado duque como 
«pautador de libros» o copista musical.
En el Cancionero de Gandía, que se encuentra en la Biblioteca de Catalunya se encuentran algunas de sus obras, que bien pudieron ser escuchadas por Cervantes. Inscrita dentro de las Ensaladas, esas obras popularizadas por Mateo Flecha el Viejo, La Trulla es una de las obras que se conocen de Cárceres.


Grabada en 2012 en la Lonja de la Seda de Valencia por la Capella de Ministrers con la dirección del chelista Carles Magramer con motivo de la presentación de su libro disco Batailla in Spagnol, el enlace nos muestra la Pavana y Gallarda de la ensalada La Trulla en una cuidada producción en la que la lenta y cortesana Pavana precede a la animada y más improvisable Gallarda con la que suele aparecer en contrastado acompañamiento.


A lo largo de su prolífica obra literaria, Cervantes utiliza las estaciones del año en su sentido astronómico de forma general, aunque en ocasiones decide que estas estaciones figuren como recursos con distintas funciones: En ocasiones se trata, como hemos visto, de la fugacidad y la rapidez con que transcurre la vida; en otras, como elemento descriptivo de la época en que se desarrolla la escena. No faltan los momentos en que una situación se compara y asimila con las características de una estación:

Pasó la furia del invierno helado, 
y, aunque el fuego de amor quedó en su punto,
llegó la deseada primavera. (La Galatea)

Y el regalado y tierno 
mirar de aquello ojos sólo era
porque mi primavera 
se convirtiese en desabrido invierno. (La Galatea)

Para él todos los tiempos del año le eran dulce y templada primavera. (La ilustre fregona)

Crezcan las simples ovejuelas mías
en el cerrado bosque y verde prado,
y el caluroso estío e invierno helado
abunde en yerbas verdes y aguas frías. (La Galatea)

Vamos, y espere mañana
vuestro invierno primavera. (El laberinto de amor)

Triste gemido a mi canto
ha dado tu mano fiera;
invierno a mi primavera
y a mi risa amargo llanto. (La Galatea)


Hay, al menos una referencia más a estas cinco estaciones en la obra cervantina en su última novela, Los trabajos de Persiles y Segismunda, obra publicada póstumamente en 1617, un año después del fallecimiento del escritor, en seis lugares, Madrid, Barcelona, Valencia, Pamplona, Lisboa y París, de forma casi simultánea, lo que indica el interés que despertaban las obras del autor de El Quijote.
Adscrita dentro de las llamadas novelas bizantinas, Los trabajos de Persiles y Segismunda es una obra repleta de aventuras y narra la separación de dos jóvenes enamorados que acaban encontrándose felizmente al final de la obra. Sus protagonistas, los príncipes nórdicos Periandro y Auristela, que cambiarán sus nombres a los que figuran en el título al llegar, tras un largo peregrinaje, a Roma y contraer matrimonio, no sólo son personajes, sino la representación de los ideales amantes cristianos, mientras personajes como Rosamunda o Clodio representan la lascivia o la maledicencia respectivamente. Cervantes consideraba esta obra su mejor novela. 
En el relato que nos ocupa, perteneciente al segundo de los libros de esta novela, la alusión a las cinco estaciones, de las que está ausente el invierno, procede de la exuberante descripción del lugar que realiza el protagonista Periandro, como si de un maravilloso país de Jauja se tratara, y que toma sentido en la confluencia de todas las estaciones citadas con las frutas que observan.


Finalizamos este entretenimiento literario sobre las cinco estaciones cervantinas con una obra anónima del siglo XVI o XVII recogida en el Cancionero de Múnich. Durante su estancia en Madrid en la corte de Felipe IV entre 1624 y 1625, Wolfgang Wilheim, Conde Palatino y Duque de Neuburg encargó a Claudio de la Sablonara que le copiara una serie de canciones de su agrado correspondientes a la música cortesana, por lo que la citada colección responde a los nombres de Cancionero de Sablonara o de Múnich.
En él se recogen 75 tonos o canciones polifónicas a dos, tres o cuatro voces procedentes de la Capilla Real de los compositores más conocidos en su época como Juan Blas de CastroJoan Pau PujolMateo RomeroÁlvaro de los RíosGabriel Díaz BessónMiguel de ArizaJuan PalomaresJan de TorresJuan Bono o Diego Gómez, además de dos obras anónimas. Romances, villancicos -en su acepción original-, endechas, seguidillas o folías son los tipos de composiciones que conforman este Cancionero de Múnich que se encuentra recogido en la Bayerische Staatbibliothek (Biblioteca Estatal de Baviera).

Ilustración de Gustave Doré para El Quijote
La última obra que nos acompaña es una de las dos piezas anónimas, De tu vista zeloso. Compuesta para cuatro voces, estas «Seguidillas en eco» tienen en cada una de sus estrofas un verso que termina con una palabra contenida en la palabra anterior, a modo de eco. La temática abunda en el asunto de los celos y el engaño a los maridos a los que sus mujeres califican como gamos o toros, aludiendo a los engaños que tienen con ellos.
La versión que enlazamos pertenece al disco Música en la obra de Cervantes de PRO MVSICA ANTIQVA DE MADRID dirigido por Miguel Ángel Tallante en el que se desarrollan cuatro de las trece estrofas que tienen estas seguidillas. No te las pierdas.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

2 comentarios:

  1. Cada día me sorprendo más de lo de sí que puede dar la obra de Cervantes. Y llegó a pensar si no será un paralelismo el cómo se interpretan las obras abstractas de pintura, donde lo único que pretendió el autor era manchar y colorear un lienzo.

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    1. La obra de Cervantes tiene una gran importancia en nuestro idioma y de una gran sabiduría, más allá de los significados de otras artes. Gracias por el comentario.
      Un abrazo :-)

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