Sin perder la más pura tradición, ambos artistas nos han regalado momentos cabales este miércoles en el ciclo flamenco jerezano.
Revista La Flamenca. Jaime Trancoso 24/2/2022 Fotos: Javier Fergo/Festival de Jerez
Salvador Gutiérrez lleva toda la vida tocando, siempre acompañando tanto al cante como al baile, pero esta era la primera vez que tenía la suerte de estar en el Festival de Jerez (Sala compañía) como músico solista. Lo que no sabíamos hasta recientemente es que, sin saber cómo ni porqué, iba componiendo su propia música, a la par de acompañar a grandes figuras del flamenco como José Mercé, Manuela Carrasco, Eva Yerbabuena, Joaquín Cortés, Rocio Molina, María Pagés, Arcángel, Miguel Poveda, Carmen Linares, Rafaela Carrasco, Andrés Marín o Javier Barón, además de como guitarrista acompañante del maestro Rafael Riqueni. Una música de tejido y armonía compleja. Sea como fuere, el programa de su recital comenzó por taranta y continuó por soleá.
Quizás en el parón del confinamiento haya descubierto el por qué, precisamente para que descubramos su gran musicalidad, así como el para qué, para contribuir con su granito de arena a la guitarra flamenca, dejándolo además registrado para la posteridad en un álbum discográfico: “11 bordones”. Tras este descubrimiento y para no olvidarnos de dónde se siente más cómodo, venía rodeado de las palmas de José Manuel Ramos “El Oruco” y la percusión de Dani Suárez, y el baile de Abel Harana, por alegrías. Posteriormente, con este mismo formato se arrancaba a bailar “El Oruco”.
Como agradecimiento a todos los compañeros con los que ha compartido su camino profesional, el elenco estaba selecta y cuidadosamente elegido. Primero le dedicó un tema a su padre, unos tientos dedicados “El cartero”. Estuvo acompañado como artistas invitado a... Enrique Soto “Sordera”, que más de compañero podríamos decir amigo después de tantas giras, de tantas cosas buenas y no tan buenas que pasan en esos viajes. También compañero de batalla, Andrés Marín, que está en su segunda juventud, en un magnífico estado de forma, con el que tuvo un diálogo y acompañamiento muy cómplice. Se acordó también de su compañero Patino, que estaba presente entre el público. Sin lugar a duda, un recital y un recorrido musical de lo más emotivo para un gran músico y guitarrista. Respecto al sonido, resaltar cómo 2 genelec están siendo los monitores preferidos por todos los guitarristas durante el festival.
Manuela Carpio tiró de un elenco increíble, se pegó el homenaje artístico de su vida invitando a todas sus fuentes de inspiración al Teatro Villamarta, en su propia casa. No obstante, el espectáculo estuvo bien elaborado y nos llamó la atención una escenografía a la que le sacó bastante provecho. Si bien, comenzar con los pies de Gema Moneo y Pepe Torres por bulerías, por la generación más joven, con cierres y olés cada diez segundos, fue como cuando el guión de Psicosis de Hitchcock muere la protagonista, ¿qué podría pasar después si ya creíamos haber visto el final?
Con mucho respeto fueron apareciendo las diferentes generaciones, los canónicos representados por Farruca y Antonio Canales, y finalmente Manuela Carpio, ataviada con una bata roja, con su inspiración, el bailaor Joaquín Grilo. Todo esto regado del cante de todos los jefes, como Enrique “El Extremeño”, Juan José Amador, Manuel “Tañé” y Miguel “Lavi”, además de las palmas de Torombo, Israel de Juanillorro y Iván de la Manuela. ¡No es posible más soniquetazo! También los momentos más emotivos fueron para el recuerdo de los que ya se fueron, proyectando imágenes del cantaor jerezano Juanirrollo.
En la escena final, en la taberna, aparecieron también Enrique Pantoja y Diego de la Margara, y se desató una fiesta en la que como es de recibo se intercambiaron los roles: Pepe Torres cantándole a la Farruca, Gema Moneo a Canales, Manuela Carpio haciendo lo propio con el Extremeño… en definitiva, dos horas que no se nos hicieron largas y el festival casi cuelga el cartel de no hay billetes.