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Acuerdo político: una estatua de Camarón se instalará en el Rastro de Madrid

Más Madrid presenta una iniciativa para colocar una estatua del artista en la plaza Vara del Rey, que se votará esta tarde en la Junta del Distrito Centro

Camarón de la Isla, durante una actuación en mayo de 1990.
Camarón de la Isla, durante una actuación en mayo de 1990.Uly Martín (EL PAÍS)
Manuel Viejo

Una estatua de Camarón de la Isla en El Rastro. Esta es la iniciativa que se votará este miércoles por la tarde en la Junta de Distrito Centro de la capital, donde se encuentra el barrio de la Latina y el popular mercadillo, a propuesta de Más Madrid, el partido que lidera la oposición en el Ayuntamiento de la capital. El homenaje saldrá adelante con el voto del resto de partidos y llega a pocos meses del 30 aniversario de la muerte de la gran leyenda del flamenco, que se cumplirán el 2 de julio.

“Es una iniciativa que tendría que aprobarse por unanimidad”, cuenta Rita Maestre, portavoz del grupo parlamentario. “Es un reconocimiento que, indiscutiblemente, merece Camarón y que es positivo para nuestra ciudad, que tanto aportó al arte del cantaor y que tan transcendental ha sido y es para el flamenco, algo que tenemos que poner en valor”. Según fuentes de la Junta Municipal de Centro, el equipo de Gobierno de PP y Ciudadanos también lo ve con buenos ojos y votará a favor. Es decir, que la iniciativa saldrá adelante “en recuerdo a su paso por el Distrito Centro de Madrid, y en homenaje a su figura, a su cante, a su patrimonio cultural y al arte flamenco”, señalan.

La noticia llega unas semanas después de que EL PAÍS publicara que el Ayuntamiento de Badalona aún conserva una estatua de cantaor de San Fernando de la que nadie se hace cargo. Más Madrid plantea, como ya hizo durante la etapa de Manuela Carmena, que esta efigie se traslade a la capital, donde tendría un lugar destacado en los alrededores de la plaza Vara del Rey, en pleno Rastro.

Molde de la escultura de Camarón de la escultora Susana Ruiz en la nave de la Fundición Vulcano en el Empordà.
Molde de la escultura de Camarón de la escultora Susana Ruiz en la nave de la Fundición Vulcano en el Empordà. Joan Sánchez

“Es muy triste”, afirmaba en aquel reportaje de febrero Susana Ruiz, creadora de la escultura de Camarón. Ruiz, que es natural de Badalona y que vivió 25 años entre Puerto Rico y California, dio forma a la estatua que fue encargada por el Ayuntamiento de su ciudad en 2017, entonces gobernado por Guanyem Badalona, formación soberanista de izquierdas.

El presupuesto inicial era de 35.000 euros y, según el relato de la artista, le pidieron que comenzara a trabajar mientras preparaban el contrato. Había mucha prisa (política) y si no empezaba cuanto antes, no podría cumplir con los términos de entrega que le exigían. La idea era colocarla en la plaza de Camarón de la Isla de esta localidad. Sin embargo, la falta de presupuesto detuvo el proyecto antes de que se firmara el contrato. Desde entonces, la estatua está abandonada en un almacén de Girona.

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Andrea Levy, delegada del área de Cultura del Ayuntamiento de la capital, aseguró a este periódico el 15 de febrero que supo de esta estatua por la Asociación del Rastro y que estaba estudiando su incorporación, sin especificar fechas y dentro de las muchas peticiones de estatuas que hay sobre la mesa en la capital. De momento, según fuentes de Cultura, todo sigue exactamente igual.

José Monge, Camarón de la Isla, recibió el 13 de septiembre de 1992 en Madrid el primer gran homenaje después de su muerte. Treinta años después, tendrá una estatua en uno de los lugares más emblemáticos en la ciudad que desarrolló gran parte de su carrera y donde dio su último concierto. Fue un gélido 25 de enero de 1992 en el colegio mayor San Juan Evangelista, conocido como El Johnny, dentro del festival Flamenco por Tarantos, que cumplía la tercera edición.

El artista cobró por aquel recital 3,5 millones de pesetas, alrededor de 21.000 euros. Las entradas costaron 4.000 pesetas, unos 24 euros. En un reportaje publicado por este diario en 2010, Alejandro Reyes, director del colegio por aquel entonces, lo describió así: “Actuó unos 55 minutos. Fue uno de los mejores recitales de su última época. Luego estuvo una media hora recibiendo a gente en el camerino, se puso un abrigo largo que tenía y se fue. Estuvo muy cariñoso y tierno”. Treinta años después, los madrileños podrán ver en una de sus plazas emblemáticas a una de las figuras más importantes de la historia del cante.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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