Redacción-

Nueva York es la primera ciudad de EE. UU. en abrir sitios de inyección supervisados con autorización oficial. Dos centros de Manhattan albergaban proyectos de intercambio de jeringuillas han abierto el martes también como sales de consumo supervisado.

Esta medida se toma para combatir las muertes por sobredosis que asolan Estados Unidos. Concretamente en Nueva York más de 2.000 personas murieron por una sobredosis de drogas en 2020, la tasa más alta desde que la ciudad comenzó a realizar un seguimiento de las muertes por sobredosis en 2000.

A nivel legal, la iniciativa goza de un apoyo mayoritario local pero no federal. Cuatro de los cinco fiscales de distrito de la ciudad, excluyendo solo al fiscal de distrito de Staten Island, Michael McMahon, apoyan los sitios de drogas supervisados. Sin embargo, la ley federal aún describe las actividades en las dos instalaciones como ilegales. Una ley federal a la que a menudo se hace referencia como el “estatuto de la casa de crack” hace que sea ilegal operar, poseer o alquilar un lugar con el propósito de usar sustancias ilegales. El Departamento de Justicia, bajo la administración de Trump, demandó en 2019 para evitar que se abriera una instalación de inyección supervisada en Filadelfia.

Otras ciudades y estados están a la expectativa de como evolucionan las salas, en cuanto a resultados y a implicaciones legales, para caminar hacia iniciativas parecidas a las de Nueva York. “Muchas ciudades han estado esperando que alguien vaya primero, particularmente para ver cuál será la reacción del Departamento de Justicia federal” dijo Michael Botticelli, exdirector de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca bajo el presidente Barack Obama.

Mientras, la intención de la ciudad de Nueva York es ampliar los centros que ofrezcan estos servicios, aliados que está buscando entre los proyectos que ya realizan intercambios de jeringuillas y que están en las zonas más afectadas por la sobredosis.

Durante el día de la abertura se revirtieron dos sobredosis con naloxona, que se reivindicaron como las primeras dos vidas salvadas gracias a la sala de consumo supervisado.

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