En algún momento de la historia natural, algunos miembros de la gran familia de los primates prosiguieron su camino sobre dos patas. Los expertos llevan décadas discutiendo sobre el origen del bipedestación ya que este fenómeno es el que, al fin y al cabo, sirve para diferenciar nuestra especie (Homo sapiens) de otros parientes cercanos como los chimpancés (Pan troglodytes) o los bonobos (Pan paniscus). Este debate podría ahora dar un vuelco. La revista científica Nature anunció el miércoles el hallazgo de los restos fósiles de una especie de primate hasta ahora desconocida que podría haber sido uno de los últimos ancestros comunes entre los grandes primates y los humanos.

Esta nueva especie ha sido bautizada con el nombre de Danuvius guggenmosi, en referencia al dios celta Danubio. Sus restos se han encontrado cerca de la ciudad de Pforzen, en el sur de Alemania. Los investigadores responsables de su estudio, liderados por Madelaine Böhme, de la Universidad de Tubinga, explican que se trata de una especie que vivió hace 11,6 millones de años, durante el Mioceno, en la franja temporal en la que se estima que los primates y los humanos divergieron. De la especie se han encontrado 21 fragmentos óseos de cúbito, fémur, tibia, vértebras y algunos huesos de manos y pies.

La reconstrucción de algunos ejemplares desvela que esta especie se movía de una manera hasta ahora desconocida. El simio, de entre 17 y 31 kilogramos, poseía tanto extremidades superiores que le permitían colgarse de las ramas, como ocurre en el caso de bonobos y chimpancés, como extremidades inferiores que le mantenían erguido como los humanos. También se ha observado que estos animales disponían de un dedo gordo en sus patas, algo que demostraría que podían caminar sobre la planta de sus pies. Los investigadores consideran que esta recién descubierta especie ilustra la forma en la que algunos simios comenzaron a caminar sobre sus patas traseras.

«Desde que el trabajo de Charles Darwin proporcionó la base para comprender la evolución humana, una de las grandes preguntas ha sido cuándo, cómo y por qué nuestros antepasados comenzaron a caminar sobre dos pies», plantea Tracy L. Kivell, investigadora del Max Planck Institute de Antropología Evolutiva de Alemania, en un artículo adjunto al estudio. Kivell argumenta que, si se acepta la premisa de que los andares humanos evolucionaron a partir de un antepasado común que comparten todos los primates, el hallazgo de esta nueva especie es la mejor prueba que tenemos para descifrar la historia de cómo nuestra especie emprendió su camino sobre dos patas.

expertos, emocionados

El debut del Danuvius guggenmosi ha suscitado gran emoción entre los expertos. David M. Alba, director del Institut Catalán de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), corrobora que estamos ante un hallazgo muy importante en el ámbito de la paleoantropología. «Es muy difícil encontrar fósiles de este tipo en buen estado de conservación que permitan reconstruir cómo se movía el animal. En este caso, además, se presentan argumentos convincentes para determinar que estamos ante un nuevo género de primate», señala este experto, no vinculado al recién publicado estudio. «El entusiasmo de los científicos está justificado», añade.

Paralelamente, Alba matiza este entusiasmo con un toque de escepticismo sobre algunas de las conclusiones arrojadas por el estudio, y lo hace explicando que no podemos hablar con total seguridad de que se trate del último ancestro común con otros primates porque harían falta más estudios filogenéticos para demostrarlo. «Es exagerado decir que esto represente por sí solo el origen del bipedismo porque se han estudiado casos de otras especies que también muestran una combinación de movimiento similares», destaca Alba.