“Mellizo doble” recibe el aplauso del público del Temporada Alta de Girona comprometido con la audaz y traviesa revisión que ambos creadores hacen de lo esencial en el flamenco.
Revista La Flamenca. Xavier Grau. 1/12/2021 Fotos: Cosimo Trimboli
Encargado desde Japón, intuido en un festival de música, creatividad y tecnología de Barcelona y preparado a bordo de un avión, el espectáculo Mellizo Doble de Israel Galván y Niño de Elche (Francisco Contreras) ha hecho su presentación en el festival Temporada Alta de Girona. ¿Resultado?
En la capital catalana -a más de 10.000 kilómetros de Tokio, más de 1.000 de Sevilla y más de 600 de Elche- el cantaor y el bailaor conectan su espectáculo de flamenco orgánico y de emoción con el público a menudo desconcertado. Lo cual, el desconcierto, no resta atención y agrado mayoritario. Una buena salva de aplausos con los espectadores en pie lo certifica. Una audiencia receptiva y bien informada -Galván y Niño son casi habituales del certamen- absorbe entregada la propuesta de “flamenco jocoso” en un escenario desnudo pensado por Pablo Pujol.
Reivindicando la faceta lúdica y el espacio “divertido y de liberación con el cual jugar”, Mellizo Doble propone entrar en la enésima disección que Galván y Contreras hacen del flamenco a su entender.
“ISRAEL CANTA MUCHO CON SU DEDO, CON SU OREJA, CON SU RODILLA...”
Solos en el escenario. Iluminación abierta, básica y precisa de Benito Jiménez y Rubén Camacho. Cante y baile a pelo. No siempre canta Niño de Elche ni sólo baila Galván. Ha dejado dicho Contreras que “Israel canta mucho con su dedo, con su oreja, con su rodilla porque cantar no sólo se refiere a los sonidos que emergen de la boca”. ¿Incluso con los dientes? Sí en este espectáculo del que mejor no hacer spoilers.
El público atiende un marco al cual entrar desde la información o desde la emoción. Se modifica la estética, la rítmica y el sonido del cante y el baile más habitual “descubriendo que el flamenco clásico encierra materiales muy valiosos esperando a ser escuchados”, indicó Contreras en la presentación previa de la gala.
“Muchas veces los flamencos no se dan cuenta de lo cerca que están los clásicos y la vanguardia”, comparten los dos creadores. Y tal vez por eso exigen al público que llenó el Teatro Municipal de Girona un plus de entrega y apertura mental.
Tal vez no llegó a todo el mundo el mismo mensaje a tenor de las risas repetidas en alguna zona de la platea. ¿O tal vez allí es donde llegó mejor la propuesta? Tal vez el eco de Jorge Meneses, Juan de Mairena y Antonio Machado, de Escudero y Val del Omar en la esquina de un palco.
“MELLIZO DOBLE” TECLEA TODA LA PALETA DE SENTIMIENTOS APURADOS EN EL FLAMENCO
En la línea habitual de trabajo de Galván y Niño de Elche, en Mellizo Doble teclean toda la paleta de sentimientos apurados en el flamenco: alegría, sorpresa, bulla, silencio, inquietud, dolor y denuncia. Y montan un relato creíble y espectacular de sombras y de luces, de almas que se reclaman paralelas. Su desboca su peculiar y juguetona potencia artística, metida a veces de lleno en la performance, y desdoblada con serenidad en los setenta minutos del show.
No se esconden los artistas del arte de cada uno individualmente: ahí está el tremendo cante entrecortado, puro compás, la profundidad dolorida y también el sarcasmo por sevillanas y fandangos cuando Contreras es más Niño que nunca.
“NI GALVÁN NI NIÑO DE ELCHE CORREN PELIGRO DE MUERTE GRACIAS A SUS CAPACIDADES”
Impacta y brilla despojado de adornos un Galván bailando, ¿tal vez cantando, tal vez tocando?, sobre arena y piedras, sobre hierro o madera. Paradojas: sonido silenciado, silencio sónico. Delicias: baile horizontal con la frente a ras de suelo en el número de dramaturgia más depurada y plástica del espectáculo. Audacias: el espacio sonoro imprescindible de Pedro León y Manu Prieto.
Mellizo Doble se llama la propuesta, presentada en Aviñón el otoño pasado, porque ambos artistas se consideran “hermanos” y más. “Israel es a veces mi padre” dice Contreras, “y a veces somos el hijo el uno del otro al que se le va la cabeza y al que tenemos que vigilar para que en sus travesuras no se mate...”.
No es el caso de este espectáculo, donde ninguno de los dos -ni Galván ni Niño de Elche- corre peligro de muerte gracias a sus capacidades, su historial y a la sabia elección de auditorios como el de Girona.
La amplia mayoría del aforo entendió, compró, jugó y aplaudió un espectáculo marca de la casa que declara sus “anti” con el recitado de Eugenio Noel: de Pastora Imperio a los toros para acabar con las luces de la bandera de España. Sin faralaes, eso sí. Con la farruca en catalán de Juli Vallmitjana. Con tradición y vanguardia, con palmas sordas y guiño tecno. Con jocosidad y con respeto, eso también.