Cartaya: “Mecanismos de negociación aún no están agotados ni desgastados”

Señala como “un punto sin retorno” el hecho de que ambas partes deben asumir que “van a perder algo que desean y van a ganar otras”

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Nicolas-Maduro
Nicolas-Maduro

Con información de El Tiempo / Rafael Arias

Venezuela atraviesa un pico de tensión política desde el pasado enero, cuando Maduro juró un nuevo mandato de seis años que no reconoce la oposición y parte de la comunidad internacional, debido a que el gobernante obtuvo la reelección en unos comicios en los que se prohibió participar a los principales líderes opositores, reseñó El Tiempo.

La analista y consultora del acontecer político, Cristabel Cartaya, explica que mientras todo esto ocurre los problemas en Venezuela se agravan cada vez más. “La inflación es muy alta, va a una velocidad muy rápida que incluso aquellos que viven en dólares se les está haciendo complicado satisfacer sus necesidades básicas; aunado a los 3.000 desplazados que pasan la frontera con Colombia diariamente, más los millones que ya están fuera del país. Esto sin dejar a un lado los temas de: salud, luz, agua, y el quiebre del estado venezolano. Es casi un hecho que esperar el resultado del diálogo bajo ese escenario sonaría insensato”, detalla.

Pese a ese escenario la analista no deja de lado el hecho que por más complejo que pueda llegar a ser sigue siendo el proceso más idóneo.

“Estos mecanismos de negociación aún no están agotados ni desgastados pese a que el madurismo se paró de la mesa de Oslo. El diálogo no han sido, si revisamos los antecedentes de otras naciones, procesos lineales. El hecho de entrar a proceso de diálogo no da garantía que el mismo vaya a ser exitoso; debemos recordar que este es un proceso de negociación por lo tanto es compleja. Ambas partes desean ganar lo máximo posible y desean perder lo mínimo posible, y en esos términos es que se deben armar las estrategias”.

Sin embargo, explica que el problema es mucho más complejo dado que la situación social y económica que vive el país cruza por una crisis profunda política que además es la que va a permitir ser el inicio, el arranque, para mejorar los demás problemas.

“Para llegar al punto de resolver los problemas económicos y sociales tenemos primero que destrabar el problema político, que es una gran crisis con ramas internacionales”, dice.

“Para pensar en el diálogo como una vía para salir de esta crisis política debemos tener claro que es un camino que nunca deberíamos desestimar o ponerla en un segundo plano o etiquetarla como una alternativa pues es, en la mayoría de los casos, la forma más exitosa para lograr una transición política dentro de muchos países. Si bien existen otras formas de hacer la transición como una intervención, o un golpe de Estado, estas opciones tampoco han garantizado en la mayoría de los casos a una estabilidad, o a una democracia que es finalmente lo que deseamos los venezolanos. Al final no queremos salir de Maduro nada más”.

Señala que para lograr el cambio de modelo se debe garantizar un mínimo de estabilidad, mínimo de gobernabilidad “y eso aunque nos cueste mucho va a pasar por la necesidad de la anuencia de todas las partes involucradas para que eso así suceda. Eso incluye al chavismo y a toda la élite del poder”.

“Entonces, esto tiene que pasar por una negociación porque en otra alternativa como una intervención sería igual o más traumático que lo actualmente vivido por la población. Pese a que existe un sector de la población que insiste en ello debemos ver más allá ya que someteremos a una situación aún más devastadora al pueblo como consecuencia por ir hacia un camino violento”, insistió.

El papel del TIAR

 María Corina Machado, dirigente opositora de la organización Vente Venezuela ha sido una de las promotoras de la utilización del TIAR como la vía más expedita para acabar con el poder del madurismo, ya que, a su juicio el período de negociaciones y diálogos con el chavismo “se acabó”.

“Hay que actuar, en una confirmación de la coalición liberadora”, agregó en referencia al pedido de su partido y la fracción parlamentaria 16 de Julio de activar el artículo 187.11 de la Constitución de la República, la aplicación de los mecanismos que establecen el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y la Responsabilidad de Proteger (R2P) de las Naciones Unidas.

Cartaya, por su parte, aclara que es necesario revisar en detalle aspectos de ese tratado que están expuestos en su articulado.

“Cuándo algunas posturas hablan del TIAR es importante tener en cuenta que el tratado en su primer artículo deja claro que, en principio, se deben agotar todos los procesos pacíficos y democráticos para dirimir cualquier conflicto, además deja claro que los estados americanos condenan la guerra. Es decir, agotar los mecanismos democráticos está planteado”.

Agrega que existen otras fuertes presiones como la sociedad civil y la internacional, quienes llaman a que una solución o una “negociación a la medida”.

“Hay un análisis bastante interesante de Ricardo Sucre, el cual a través de un artículo rescata un punto importante y es que Venezuela no está acostumbrada en su historia política moderna a negociar. Nosotros hemos tenido la fortuna, hasta 1998, de tener procesos que se dieron de una forma mucho más sencilla donde hubo ganadores y perdedores. Donde el dictador se fue, Gómez murió, Pérez Jiménez se fue, la guerrilla se rindió; prácticamente no hubo una presión tan grande para que nuestro futuro político y la estabilidad se diera”.

Manifiesta que parte del esquema de negociación debe incluir al chavismo-madurismo en los espacios de poder.

 “La situación actual es inédita para Venezuela, donde ahora debemos pensar en negociación, donde parte del problema se tiene que quedar dentro del Estado para garantizar la estabilidad; situación que ya pasó en Chile donde el presidente Pinochet se quedó con el puesto de senador vitalicio, por ejemplo. Esas fórmulas, que nos cuesta tanto imaginar, son probables dentro de un esquema de negociación”.

Señala como “un punto sin retorno” el hecho de que ambas partes deben asumir que “van a perder algo que desean y van a ganar otras”.

“Tampoco Venezuela se ha enfrentado a un proceso de guerra interna como el que ha vivido Colombia, entonces no nos hemos puesto en el ejercicio de justicia transicional, de perdonar a quien nos hizo daño en la vida cotidiana, y son situaciones que vamos a vivir para hacer posible la transición. El chavismo-madurismo se va a quedar como opción política y esto pasa por ofrecerle salidas para que ellos se queden de alguna forma garantizando su estabilidad”.

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Amenaza de elecciones

 “Maduro ha usado la amenaza de las elecciones a la Asamblea Nacional (AN) en varias oportunidades. A mi modo de ver el fin es desenfocar las estrategias de la oposición y ahondar en la división, sobre todo en lo que son pro elecciones y en los que tienen la tesis que no se puede negociar con delincuentes y apuestan a como salida a otras alternativas”, dijo Cartaya.

Precisó que fundamentalmente la función o efecto es torpedear cualquier esfuerzo de cohesión de la oposición. “Además existe un miedo razonable de perder el único espacio representativo que tenemos, elegido de forma democrática, como lo es el parlamento”.

“Maduro llama a elecciones además como todas estas nuevas neo dictaduras en el mundo que utilizan como piso legitimador que en la práctica no pueden ser llamadas dictaduras porque poseen la opción de realizar elecciones de forma contínua. Además como se fue de la mesa de Oslo y no posee la suficiente legitimidad internacional, ya que la nacional la perdió, entonces creo que está buscando alguna herramienta para anclar otra vez y decir que en su gobierno hay métodos democráticos”, dijo.

El gran dilema que destaca es que “si esto llegara a avanzar se debe tener en cuenta que no se puede perder la Asamblea”.

“Se debe tener el reto de convencer a la población de ir a esas elecciones contra todo porque si bien Maduro no es mayoría, desde hace muchos años, pero si se llega a ese proceso y se pierde la mayoría simple pues el escenario será mucho más complejo para tener un tablero con el cual negociar”.

“Lo más sano y sensato es hacer elecciones generales, donde haya unas mínimas condiciones para que podamos votar con confianza; donde haya competitividad, posibilidades de quien esté en el exterior puedan votar”, afirmó.

Los diálogos fallidos

Por su parte el politólogo Pedro Urruchurtu, explicó a modo de resumen cómo el país ha sido escenario de intentos de diálogos fallidos, dejando en evidencia que han sido “esfuerzos perdidos”.

Urruchurtu recordó que el primer diálogo se dio luego de las protestas y el paro nacional que se llevó a cabo en 2002, allí la entonces Coordinadora Democrática, con el auspicio del Secretario General OEA, César Gaviria, y del expresidente de los EE.UU., Jimmy Carter, entablaron una mesa de negociación con Hugo Chávez. Asimismo, las negociaciones continuaron en 2005, 2010 y 2011.

“El régimen no cumplió ninguno de los acuerdos e hizo lo que le dio la gana con el referéndum revocatorio, incluyendo el fraude. El régimen ganó tiempo”, dijo.

Haciendo una retrospectiva en 2013, ya con Maduro en el poder, se llamó a la oposición a otra mesa de diálogo en el marco de las manifestaciones de “La Salida” convocadas por Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado. Las violaciones a Derechos Humanos fueron más que evidentes y en 2015 Unasur intentó mediar; “sin embargo no hubo ningún acuerdo cumplido por el gobierno”, detalló.

Para enero de 2017, la oposición venezolana aseguró que no participaría más en negociaciones si el régimen no cumplía con los compromisos adquiridos; entre ellos la liberación de presos políticos, la aceptación de ayuda humanitaria y la presentación de un calendario electoral. Sin embargo, nada se cumplió, y la MUD cedió una vez más, aclaró.

El incumplimiento de los acuerdos por parte de Maduro hizo expulsar hasta al Vaticano de las conversaciones. Ese mismo mes el papa Francisco tomó la decisión de no enviar, hasta nuevo aviso, a su delegado internacional para participar en el diálogo que inició en 2016 Claudio María Celli.

La oposición optó por un referendo revocatorio que no tuvo éxito, porque fue desmontado inconstitucionalmente.

Lo mismo sucedió con una prometida marcha al palacio presidencial de Miraflores, una manifestación exigida por la ciudadanía para presionar aún más al régimen de Maduro, sin embargo, la misma MUD decidió posponerla bajo la excusa de un nuevo intento de diálogo con la participación del Vaticano. La dictadura no cedió y el Vaticano se paró de la mesa.

Fue en 2017 cuando el chavismo se comprometía con una agenda de diálogo clara: permitir el canal humanitario, liberación de presos políticos y cambios en el CNE, mientras exigía eliminación de sanciones; sin embargo no cumplió ninguno de los puntos.

Después de meses conversando la administración Maduro ganó tiempo y no se llegó a resultados pese a la intervención de cancilleres, mediadores y hasta del Gobierno de República Dominicana que lo acogió.

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