“Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”. Esta frase la dijo John Ford, el creador de la marca de automóviles que lleva su apellido, y para mi gusto resume como ninguna nuestra relación con las creencias. Porque hay creencias que nos empujan y nos llevan al lugar que deseamos y hay creencias que más bien nos amargan la vida. ¿Cómo cambiar esa creencia que te fastidia la vida por otra que sea más llevadera y que, incluso, haga que puedas brillar con toda tu luz en lugar de apagarte?

Una creencia es una idea o pensamiento que asumimos como verdadero, bien sea por nuestra experiencia o bien sea por lo que nos han contado otras personas, como nuestros padres, nuestros profesores o, incluso, los medios de comunicación.

Durante los años 60, Robert Rosenthal y Lenore Jacobson hicieron un experimento consistente en tomar al azar una serie de alumnos de una escuela. Dieron sus nombres a los profesores y le dijeron que en los test habían salido superdotados, cuando la realidad era que los tests habían salido de la media.

Lo sorprendente fue que al cabo de ocho meses, dichos alumnos obtuvieron un rendimiento escolar realmente de superdotados. ¿Qué es lo que había pasado? Pues que la expectativa de los profesores y cómo se habían relacionado con dichos alumnos, había facilitado y “estimulado”, el aumento de rendimiento en ellos.

La predicción de Rosenthal probó ser correcta: al darles información de que ciertos estudiantes eran más inteligentes que otros, sus profesores se comportaban inconscientemente de manera que el éxito de estos estudiantes se viera facilitado.

Éste es un ejemplo claro de cómo funcionan las creencias y cómo si creemos que alguien, o algo o incluso nosotros tenemos una serie de potencialidades, podemos hacer que la vida se más luminosa para nosotros y para los otros.

¿Cómo cambiar esa creencia que te fastidia la vida?

Lo primero es dándote cuenta de cuáles son esas creencias que te están amargando. Es muy posible que si crees a pies juntillas que tu trabajo es una mierda y que estando ahí no puedes ser feliz, en efecto no logres serlo. Y si además crees que tal y como está el mundo laboral es imposible encontrar otra cosa o montarte por tu cuenta, el drama está asegurado.

Si te fijas bien, ahí hay dos creencias limitantes que se están dando la mano en ese pensamiento. La primera es que trabajando donde lo estás haciendo no puedes ser feliz y la segunda que tal y como está la cosa es imposible montarte por tu cuenta. Lo primero para cambiar esa creencia que te está fastidiando la vida, como te digo, es darte cuenta de cuál es esa creencia, identificarla, ponerle nombre y acotarla.

Y lo segundo es preguntarte qué creencia te vendría bien para reemplazar esas creencias que te están fastidiando. Tal vez te vendría bien darte cuenta de que has tenido épocas de tu vida feliz en ese trabajo y que, en efecto, el trabajo no es en el que quieres estar, pero puedes tener momentos de felicidad en el mismo y que cuando estás con tu familia o con tus amigos sí que eres feliz. Luego puedes ser feliz aún estando en ese trabajo.

En cuanto a la segunda creencia, esa de que ahora mismo no puedes encontrar otro trabajo, te podrías preguntar por ejemplo si alguien a quien tú conoces ha encontrado un empleo que le llene, le satisfaga o laboralmente se ha montado por su cuenta durante este periodo de tiempo. ¿Ha sido así? ¿Si ha sido así, qué te impide a ti lograrlo?

Este es un método para desmontar creencias limitantes, esas creencias que consideramos verdaderas a pies juntillas y que en muchas ocasiones nos sirven para quedarnos en nuestra zona de confort y como excusa para no ir por lo que deseamos. Hay más formas para hacerlo. De hecho, una de las principales misiones de un coach con sus clientes es ésta, la de desmontar creencias limitantes, tal y como enseñamos a las personas que se forman con nosotros en Viventi para dedicarse profesionalmente al coaching.

¿Quién eres tú para creerte tan poco?

Este poema de Marianne Williamson que hizo famoso Nelson Mandela resume a la perfección el poder que las creencias tienen en nosotros y nos pone delante para qué nos sirve a veces creernos tan poco.

Nuestro miedo más profundo no es no ser capaces.
Nuestro miedo más profundo es que somos enormemente poderosos.
Es nuestra luz, no nuestra oscuridad lo que más nos asusta.
Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, atractivo, talentoso, fabuloso?
De hecho, ¿qué no eres para no serlo? Eres un niño de Dios.
El disminuirse no le sirve al mundo.
No hay nada de sabiduría en encogerse para que otros no se sientan inseguros cerca de uno.
Estamos predestinados a brillar, como los niños lo hacen.
Nacimos para manifestar la gloria de Dios que está dentro nuestro.
No está solo en algunos de nosotros, está en cada uno.
Y cuando dejamos que nuestra luz brille, inconscientemente permitimos que otros hagan lo mismo.
Al liberarnos de nuestros propios miedos, nuestra presencia automáticamente libera a otros.

¿Cuáles son esas creencias que ahora mismo te fastidian tu vida? ¿Qué creencias crees que te ayudarían a superarlas? Puedes contárnoslo ahí abajo, en los comentarios.