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Me tiro al BLANCO

La arquitecta Paula Rosales convirtió este piso de 60 metros en Madrid en su casa. En ella, las paredes y el hidráulico blanco sirvieron de lienzo para unas piezas que pintan como ráfagas de color.
María de Miguel

No fue a la tercera, sino la cuarta cuando la encontró. “Mi estudio, el antiguo pajar, está en la planta baja. He vivido en la buhardilla, y otros dos pisos de este edificio. Soy una inquilina móvil. Al ver que este se vendía me animé a convertirlo en mi casa”, nos cuenta sobre cómo llegó aquí la arquitecta Paula Rosales, conocida por su estudio More&Co. “Antes vivía una señora que siempre tenía lo estores bajados. Desde el sofá de mi anterior piso veía su mano limpiar los alfeizares a diario, solo su mano. La llamaba “la manita”. Era la madre de un vecino, y había vivido y cuidado de su familia toda su vida en esa casa. Cuidaba de ella, y esa energía seguía allí cuando la compré”.

Hace dos años se mudó a este piso de 60 metros cuadrados tras someterlo a una reforma integral. En su interior, ahora hay dos dormitorios ensuite, un gran salón y cocina. Todo ello lleno de luz que refleja sobre el suelo de baldosa hidráulica de Herzog & Demeuron y de las paredes en las que predomina el blanco.

Sobre este tono, que utilizó como lienzo, sumó colores potentes con el mobiliario y accesorios déco. “Son objetos y cuadros que han ido apareciendo en mi vida a lo largo de los años. Todos tienen su historia. Algunos han venido conmigo desde Nueva York, donde viví unos años antes de volver a España. Otros son regalos o sorpresas inesperadas”. Entre sus obras de arte destacan grabados de Marino de Teana, paisajes de Manuel Martos, José Luis Aguirre o los que ella llama “los Mirós de mi hija Hannah de 8 años”. Junto a ellos, iconos firmados por los Eames, Saarinen o Wegner.

La arquitecta Paula Rosales.

María de Miguel

Pero si hay un lugar para ella importante en esta casa, este es la cocina. “Es un prototipo diseñado por mí, de sistema modular, desmontable (y por lo tanto trasladable), hecha con materiales libres de tóxicos. El almacenaje bajo es todo extraiíble, y los muebles no requieren un “casco” como los muebles habituales de cocina. Esto significa que no tienen fondo, ni laterales, ni trasera, y no hay superficies inaccesibles donde se pueda acumular la suciedad. Lo que se cae de un cajón cae al suelo directamente. Como la cocina está elevada, se limpia por debajo libremente”, explica con orgullo y con mucha alegría, ya que nos cuenta que acaba de recibir un Gold A´Design Award por el restaurante NuBel. ¡Felicidades!