Planificación urbana antes de Hipodamo de Mileto.

julio 28, 2016 Escrito por: Tablilla De Cera - 2 comentarios

En marzo tratamos el tema de la visión de la geografía en un mapa en «Mapas: la percepción del espacio físico en la Historia». Observamos como esta percepción cambia según culturas y según el paso del tiempo, vimos como se ajusta a las necesidades de cada periodo. A un plano menor a los mapas se encuentran los planos, representaciones cartográficas de un territorio para el que no es necesario trazar una proyección (los cálculos matemáticos para ajustar el mapa a la curvatura terrestre) y que pueden describir desde un edificio a una pequeña región. Bajo estos planos y algunas reconstrucciones, en este mes de julio analizaremos diferentes ejemplos de urbanismo desde el neolítico hasta época protohistórica. En paralelo analizaremos algunos elementos característicos de los centros urbanos y trataremos de desterrar la visión tradicional de los núcleos poblaciones, pequeños y desorganizados,  antes de las grandes culturas mediterráneas.

La necesidad de un núcleo urbano que controle el territorio en derredor se manifiesta tan pronto como el ser humano comienza a vivir en sociedades organizadas más allá del núcleo familiar o de clan. La búsqueda de protección frente a la naturaleza y frente a otros seres humanos, así como la creación de centros de almacenamiento y control propician los primeros asentamientos en el Neolítico. No obstante, por lo general se tiende a señalar que el punto de inflexión entre una ciudad prehistórica o protohistórica y una ciudad de las grandes culturas mediterráneas (Alejandría o Corinto, por ejemplo) es la figura de Hipodamo de Mileto, el que se considera el padre del urbanismo. Hipodamo establece una división de la ciudad en damero o cuadrícula, creando lo que hoy conocemos como manzanas de edificios divididas por calles que se cruzan en ángulos rectos, siguiendo el orden lógico de proporciones perfectas que impera en el siglo V a.C. (es la misma época del matemático Demócrito, de los escultores Fidias y Mirón o del médico Hipócrates). Su obra se aprecia en la planificación de barrio y puerto de El Pireo en Atenas, en la propia Mileto (devastada por los persas), Rodas o la colonia de Turios en el golfo de Tarento (península italiana). Sin embargo, esto es algo que debe de ser matizado: ya existen ejemplos de planificación en cuadrícula antes de Hipodamo y las ciudades que encontramos -tengan o no división en cuadrícula- son plenamente funcionales y con gran densidad de población desde muchos siglos antes.

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Reconstrucción de Çatal Hüyüc

Teniendo esto en cuenta entramos en materia con uno de los yacimientos más llamativos y tempranos, el de Çatal Hüyüc, un poblamiento levantado sobre un promontorio del sur de Anatolia cuya datación ronda fechas cercanas al 7.500 a.C. /8.000 a.C. hasta el 5.700 a.C. donde un incendio calcina toda la ciudad. Çatal Hüyuc rondaba entorno a los 5.000 / 8.000 habitantes y su característica más llamativa a nuestros ojos es el modelo de urbanismo en colmena que podemos apreciar en la imagen: se trata de una ciudad sin calles, con casas adosadas como panales en una colmena donde apenas hay espacios abiertos y el acceso a las viviendas, santuarios y almacenes, así como el tránsito de sus moradores, siempre se hace por el tejado. En este modelo las viviendas cumplen una función de almacenaje y dormitorio, con un pequeño horno para calentar el hogar y cocinar, además apenas hay ventanas. Una única abertura en el techo servía de entrada a la vivienda y salida de humos. La ciudad se adapta al pequeño promontorio manteniendo cierta forma rectangular.

Çatal Hüyüc no es una excepción ni la norma en el neolítico. Asentamientos parecidos los tenemos en Çayönü, prácticamente en el nacimiento del Tigris cuya planificación es bastante similar y cuyos restos delatan la presencia de animales de pastoreo (ovejas) que debían de guardarse intramuros. En Cayönü contamos con las evidencias más antiguas (hasta la fecha) de domesticación de la oveja y el perro. La bíblica Jericó también delata las primeras fases de domesticación de la oveja pero su planificación urbana es diferente: pequeñas casas circulares rodeadas por un muro casi rectangular con una única y gran torre de vigilancia en uno de sus lados. Mucho más al norte, núcleos urbanos como Talianki en Ucrania parecen mezclar ambos estilos, núcleos en colmena y grandes espacios abiertos con un doble o triple circuito de muralla (aunque el yacimiento no está del todo excavado).

A pesar de estos ejemplos de ciudades organizadas y operativas, la formación del Estado (un núcleo de población principal con un gobernante y su territorio circundante que aglutina otros asentamientos menores) se da en la protohistoria. Este término suele presentar confusión por su amplitud pero la definición más aceptada es la de aquellas culturas en proceso de transición del modelo anterior a un modelo de Estado que va adoptando la escritura como método de organización y contabilidad. En Europa es coincidente con la Edad de los Metales.

El modelo de urbanismo más habitual en la protohistoria es el que conocemos bajo el nombre romano de oppidum: un núcleo urbano situado en un extenso promontorio desde el que se divisaba el terreno circundante, caracterizado por el aprovechamiento de las defensas naturales (el meandro de un río o la confluencia de un par de ríos, un desnivel brusco del terreno que propicie un tramo de barranco, etc) junto con la creación de tramos de muralla por la vertiente más accesible llegando a tener por lo general dos recintos amurallados (interno y externo) y en ocasiones hasta tres, con posibles torreones o baluartes defensivos y hasta otro tipo menor de defensas . Existen oppida (plural de oppidum) en un terreno mucho menos abrupto que presentan un carácter menos defensivo pero cuya situación estratégica sirve para aprovechar la explotación de las rutas de comercio mediante aduanas o peajes (ejemplo de ello son algunos oppida Eduos en el centro de Francia que aparecen mencionados por Julio César). Este modelo es bastante genérico y en el se pueden englobar culturas muy diferentes, desde los castros del noroeste peninsular hasta los oppida propiamente dichos de la Galia prerromana (Alesia) y desde la temprana cultura de Los Millares en la Edad del Cobre del levante peninsular hasta los importantes centros palaciales micénicos en Grecia continental durante la Edad del Bronce.

Reconstrucción de Los Millares. Vía culturandalucía.com

Reconstrucción de Los Millares. Vía culturandalucía.com

Los Millares (Santa Fé de Mondujar; Almería) por ejemplo, presenta un urbanismo con un nivel de aprovechamiento del terreno formidable. Situado sobre una loma de 50 metros en la confluencia del río Andarax (al norte, posiblemente navegable en aquellos días) con la rambla del huechar (sur, suoeste), que creaban un terreno abrupto en ambas vertientes. Su único acceso se realizaba por la loma que partía desde el oeste y que contaba con algunos pequeños fortines aislados en el territorio circundante y la necrópolis a ambos lados del camino antes de llegar ante el primer tramo amurallado, un lienzo de muralla con más de 20 pequeños torreones de más de 300 metros de longitud que unía el río y la rambla, con un espectacular fortín como puerta principal. El siguiente tramo de muralla aprovechaba una elevación algo más brusca del terreno y contaba con 80 metros de longitud con grandes torreones que además servían para apuntalar mejor el lienzo de muralla. Estos dos primeros recintos fortificados albergaban a la mayoría de viviendas (así como silos, almacenes y  cisternas) y componían las dos ampliaciones del núcleo principal, situado tras el tercer tramo de muralla, más pequeño y rodeando un recinto compuesto por más viviendas y un gran edificio rectangular que podría estar relacionado con la metalurgia del cobre (almacén, talleres o ambos). Tras este tercer recinto se sitúa lo que podríamos denominar en términos generales como la acrópolis, el cuarto y menor recinto amurallado justo en el espolón del río con la rambla; albergaba el núcleo primigenio y a su vez fue el último recinto en abandonarse. Su población, entorno al 3.500 a.C. llegó a alcanzar los 1.500 habitantes, cifra que aunque formidable para los núcleos de población de la zona, queda algo lejos de las cifras que damos para Çatal Hüyüc un puñado de siglos antes, lo cual nos señala que no por ser más moderno en el tiempo encontraremos mayor densidad de población. Debemos tener en cuenta el aislamiento geográfico (el terreno abrupto peninsular frente al nudo de comunicaciones del Próximo Oriente) y la mayor tasa demográfica de los montes Tauro y la cuenca mesopotámica respecto al territorio peninsular. Aun así, insistamos en la idea de que son unas cifras importantes.

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Castro de Mesa de Miranda (Las Cogotas). Vía asturnatura.com

Las Cogotas (Cardeñosa; Ávila), una serie de oppida vetones en el Valle de Amblés controlando el nudo de comunicaciones de la Meseta Central presentan un plano similar hacia finales de la Edad del Bronce y comienzos de la Edad del Hierro. Destacan los yacimientos de Las Cogotas, Ulaca y Mesa de Miranda. En promontorios cerca de meandros de ríos y con hasta tres recintos amurallados (Mesa de Miranda) todos presentan una novedad o curiosidad respecto a Los Millares: entre la necrópolis y el núcleo poblacional se sitúa una franja de piedras puntiagudas colocadas bajo la muralla (también con una serie de bastiones en todo el tramo de muralla) a modo de defensa extra. Respecto a las necrópolis, que como vemos es habitual encontrarlas en el camino de acceso al poblado, parece existir una clara diferenciación social. En el castro de Mesa de Miranda encontramos más de 2.000 tumbas organizadas en seis zonas que podría corresponder a diferentes linajes lo que nos da una idea de la estructura plenamente jerárquica y organizada del castro.

En paralelo a Las Cogotas, el Bronce final griego se destaca por la civilización micénica donde la estructura urbana de las grandes poblaciones no difiere demasiado de lo que ocurre en la península ibérica (no así su presencia en el contexto internacional, donde Micenas, Cnossos o Pilos son puntos de control y comercio destacados como vimos de pasada en el último artículo:  El pecio de Ulu Burun: reconstrucción de una empresa comercial en el siglo XIV a.C.). Micenas al igual que el resto de ciudadelas micécinas, se sitúa en lo alto de una colina y presenta una espectacular línea de murallas de 13 metros de alto y 7 de ancho (comparemos con las famosas murallas de Bizancio en el siglo V d.C. que medían 13 de alto y 5 de ancho en su tramo interno). La diferencia respecto a los oppida peninsulares es que las viviendas se disponen irregularmente en la falda de la colina, fuera del recinto amurallado que es exclusivo para la Corte del rey y el centro palacial, que como ya vimos en el citado artículo de Ulu Burun, alberga la administración y funcionariado del potente centro comercial que supone una ciudad micécina. Por esta razón no tenemos claro la población total de la ciudad donde al recinto palaciego habría que sumarle los arrabales extramuros y pequeños asentamientos cercanos.

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Reconstrucción de Micenas.

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Mesa Verde (Colorado), asentamiento de los Indios Pueblo.

Algo más lejos, las culturas sedentarias precolombinas que vamos a englobar dentro del confuso término de protohistoria, presentan una variedad de urbanismo para un territorio demasiado amplio como para detenernos con profusión. Quizás la característica principal sea el de una planificación urbana destinada al máximo aprovechamiento de las defensas naturales. Los Indios Pueblo (Nuevo México) encajaban sus poblados en gargantas rocosas o en lo alto de las formaciones rocosas del Colorado, con viviendas construidas a varios niveles en terrazas. Volvemos al modelo de urbanismo sin calles más que una principal que permitía el acceso al poblado. Destaca la ausencia de murallas o grandes construcciones defensivas así como de un barrio, ciudadela o acrópolis que albergase una élite clara y definida por mayores edificaciones.

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Reconstrucción de Tenochtitlán.

Las grandes ciudades mesoamericanas por contra, presentan un elevado grado de urbanismo siendo el ejemplo más destacado la urbe azteca de Tenochtitlán cuyo modelo urbano recuerda a la planificación en damero de Hipodamo de Mileto (sin posibilidad de difusión de ideas entre el mundo griego del siglo V a.C. y las culturas mesoamericanas previas a la llegada de Colón). Grandes plazas generalmente presididas por centros ceremoniales o de gobierno y cuadriculas de barrios más o menos regulares teniendo en cuenta la configuración de isla en medio del lago. La ausencia de murallas se compensa con cuatro grandes calzadas desde «tierra firme» hacia la propia isla-ciudad. Más al sur en la cordillera de los Andes, los incas también emplearon estructuras ciclópeas de hasta 9 metros que recuerdan a las estructuras defensivas micénicas. Enormes complejos defensivos como las fortalezas de Sacsayhuamán, Tipón o Rumícuola albergaban almacenes de víveres y armas, así como santuarios (aquí el elemento religioso se mezcla con el militar a modo de fortalezas-santuario, el debate académico entorno a esto aun está abierto). Tanto en el mundo Azteca como en el Inca destaca el magnifico uso de los canales de agua y las técnicas de irrigación en los campos adyacentes (Tipón presenta un sistema de canales de agua en terrazas impresionante).

Si volvemos a la cuenca del Tigris y el Éufrates pero saltando desde el Neolitico hasta fechas próximas a Los Millares, en la horquilla que va desde el 3.000 a.C. hasta el 600 a.C. aproximadamente, surgen una serie de ciudades plenamente desarrolladas y organizadas tanto a nivel social -albergan a todas las capas de la sociedad- como estructural -hay una planificación, se organizan en barrios-. La característica principal respecto a los modelos vistos hasta el momento es su planificación en la cuenca de los grandes ríos, descartando los promontorios habida cuenta de las duras condiciones climáticas del interior. El río es la barrera natural de una ciudad planificada junto al cauce y protegida por un anillo de murallas o por varios anillos de murallas, de entre 7 y 12 metros de altura, bastiones defensivos cada pocos metros y en ocasiones hasta rejas de hierro clavadas en el río para evitar que el enemigo pudiese vadearlo (Babilonia). En el interior también encontramos novedades en la configuración de las casas, que son articuladas entorno a un patio (un modelo de éxito que será clave desde los pueblos mesopotámicos hasta el mundo árabe pasando por el grecolatino) y que tienen ya varias estancias y en ocasiones cuentan con dos pisos para aquellos ciudadanos más pudientes (Ur). Estas ciudades permanecen vivas durante muchos siglos a pesar de numerosos conflictos armados lo que supone un urbanismo cambiante y adaptativo según el modelo anterior, las necesidades del momento y la densidad de población que como veremos nos aporta cifras espectaculares.

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Plano de Uruk. Vía historiaantigua.es

La ciudad de Uruk, con 80.000 habitantes, situada en la margen oriental del último tramo del Éufrates, se configura en círculos y nace a partir de dos núcleos: el barrio o distrito de Eanna, donde encontramos varios templos y una serie de edificios monumentales cuya función no está clara y el barrio o distrito de Kullab, la parte alta de Uruk ocupada en gran parte por el zigurat de Anu. Un anillo de muralla circular rodeaba ambos distritos, formando la parte política y religiosa de Uruk. Tras la muralla se disponía el segundo anillo, constituido por casas y talleres formando la parte civil de la ciudad anexa a los muros de la parte político-religiosa pero a su vez sin muros defensivos hacia el exterior. El tercer anillo lo formaba el terreno agrícola circundante.

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Plano de Ur. Vía odysseyadventures.ca

Unos kilómetros más al sur y en la orilla occidental del Éufrates se sitúa Ur con unos 200.000 habitantes. Esta ciudad nace a partir de un puerto fluvial y va creciendo de forma irregular hacia el interior según se amplia la urbe por lo que sus edificaciones civiles forman bloques de viviendas formando manzanas irregulares con algún patio interior. Pese a su aparente planificación irregular contaba con un efectivo sistema de evacuación de aguas sucias que no afectaba al suministro de agua para consumo. Ur se encontraba protegida por una muralla de 7’5 metros de ladrillo de barro que le daba forma de ovalo. El Éufrates discurría por su lado occidental y un canal discurría por el oriental. Presidía la urbe el complejo palaciego y sacerdotal, una gran recinto amurallado que incluía el zigurat dedicado a la deidad lunar protectora, los almacenes y edificios administrativos y un gran patio.

Por último y con datos un poco posteriores a los de Ur y Uruk, Babilonia con 50.000 habitantes en el centro mesopotámico y en ambas orillas del Éufrates presenta un trazado cambiante. Con un trazado irregular probablemente similar al de Ur o Uruk en tiempos de Hammurabi, la ciudad es destruida por los asirios de Senaquerib y será planificada desde cero con un trazado regular basado en grandes avenidas que separaban distritos más o menos rectangulares y que contaban con al menos un templo principal. En el centro de la ciudad se alzaba el Zigurat de Etemenanki (templo de la creación del cielo y la tierra) que la tradición judeocristiana nombra como Torre de Babel y que estaba dedicado a Marduk. La ciudad tenía una forma rectangular a ambos lados del Éufrates, con una extensión amurallada posterior de forma casi triangular en el lado oriental en tiempos de Nabucodonosor II. Los muros -tanto en su perímetro interno como externo- alcanzaban los 7 metros de altura con enormes puertas monumentales de hasta 13 metros como la famosa Puerta de Ishtar.

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Plano de Babilonia.

Por último nos trasladaremos al país del Nilo donde nos encontramos la problemática de que apenas hay restos urbanos excavados. El hecho de que el mundo funerario se separe del civil (cosa que no ocurría en los oppida peninsulares que hemos visto) y la atracción que siempre ha supuesto para la arqueología y la sociedad, nos da el caso de conocer en profundidad el urbanismo de los muertos pero no así el de los vivos. Destararemos aquí únicamente dos ejemplos: Ajetatón (yacimiento de El-Amarna) y Deir el-Medina.

Plano de Ajetatón. Vía Artehistoria.com

Plano de Ajetatón. Vía Artehistoria.com

Ajetatón fue el efímero centro de poder que Akenatón dedicó a su deidad tutelar, Atón. Fruto de la llamada revolución de Amarna, el rey-faraón quiso rivalizar con el mayor centro religioso egipcio, Tebas y trasladó la capitalidad del Reino de Menfis a una urbe creada ex-novo. Ajetatón se distribuía entorno a un eje principal en la orilla oriental del Nilo, una gran avenida que articulaba la ciudad entre dos puntos. El gran templo de Atón y una residencia real en el punto sur y la residencia real habitual, con edificios administrativos y otras viviendas de la Corte, en el punto norte. Entre ambos puntos se distribuyó la población de Ajetatón.

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Fotografía del yacimiento de Deir el-Medina.

Deir el-Medina no puede ser considerado ciudad, se trata de un asentamiento de trabajadores fundado por Tutmosis I a las puertas del Valle de las Reinas y cerca del Valle de los Reyes. Recibía el nombre de Pa Demi («el poblado») y sus habitantes eran artesanos y trabajadores (y agricultores para alimentar a los anteriores) que se dedicaban en exclusividad a la construcción del mundo funerario egipcio en ambos valles. De la dedicación exclusiva a esta tarea y una protección especial por parte del Estado (el faraón) nos dan cuenta las fuentes de la época, que señalan los recelos de Tutmosis I respecto a que el poblado recibiese influencia exterior de cara a guardar el secretismo por las nuevas tumbas reales que se estaban construyendo. Además tenemos documentada la que se considera la primera «huelga» de la Historia por un retraso en los pagos a los trabajadores. La arqueología nos aporta los mismos síntomas (protección estatal y secretismo): un recinto amurallado y cuadrangular, con una distribución prácticamente en damero pese a sus reducidas dimensiones. En cuanto su población y para una duración de 500 años de exclusividad trabajando en el Valle de las Reinas y el de los Reyes, contamos con 40 casas en su fase inicial con Tutmosis I y  50 casas intramuros y 70 extramuros para su fase de máximo esplendor con Ramsés II.

Para finalizar podemos concluir señalando que todos los ejemplos que acabamos de ver nos señalan una preocupación por la planificación urbana desde el paso de una sociedad tribal de pastores-recolectores a una sociedad sedentaria cuyo nivel demográfico va más allá del núcleo de la tribu o el clan. Son grupos humanos lo suficientemente amplios como para formar núcleos poblacionales donde se reparten las tareas (gobernantes, artesanos y agricultores). Existe una clase social claramente privilegiada capaz de movilizar amplios grupos de trabajadores encargados de la construcción de la trama urbana principal: en primer lugar una muralla (o varios anillos de muralla) con bastiones perfectamente planificados, después el edificio de gobernación (la residencia del gobernante y posibles edificios administrativos y almacenes estatales) y por último los edificios asociados al culto y las vías principales según las caracteristicas (en Çatal Hüyüc no hay calles y el culto parece realizarse en las viviendas). Una casta sacerdotal que organiza la religión de la ciudad y se preocupa del mundo funerario, cuyos enterramientos nos dan excelentes datos sobre la vida cotidiana y las preocupaciones morales y sociales. Los trabajadores suministran todo lo necesario y mantienen las construcciones en pie, aunque en poblaciones como Jericó observamos como los edificios defectuosos se derrumban y se construye encima, elevando el nivel de la ciudad  y dando lugar a lo que se conoce en arqueología como Tell («montículo»). Por último ganaderos y agricultores suministran los productos básicos para el consumo de la población.

Lejos de aquella visión caótica y poco funcional sobre la época anterior a Hipodamo de Mileto, la preocupación por el diseño de la trama urbana se manifiesta desde los comienzos por la organización en distritos, la construcción de una vía principal que articula la ciudad y el modelo de construcción en común, ya sea mediante un sistema de colmena que requiere una planificación en común para que no queden viviendas aisladas y organizar el paso de los transeúntes tal cual vimos en Çayönü, mediante un sistema de ampliaciones como Los Millares o mediante un sistema en cuadrícula (claramente anterior a Hipodamo).

Para reflexionar:

  1. Exceptuando Deir el-Medina, ¿consideramos como ciudades los ejemplos propuestos?
  2. ¿Cuales son los condicionantes imprescindibles para poder llamar «ciudad» a un núcleo de población?
  3. En una entrega posterior hablaremos del urbanismo a partir de Hipodamo de Mileto pero, ¿podemos considerar a Hipodamo el creador de la planificación hipodámica (en damero o en cuadrícula)?, ¿por qué crees que se le atribuye?
  4. ¿Conocías Çatal Hüyüc?, ¿y el urbanismo en colmena?
  5. ¿Conoces más ejemplos de planificación urbana?, ¿qué otros núcleos de población previos al sistema hipodámico conoces?
  6. ¿Qué otros ejemplos destacables conoces en la protohistoria de la Península Ibérica?
  7. ¿Conocías el término «protohistoria»?

Para saber más: