Olga Romanillos, de Moving Your Soul «El alzheimer me ha enseñado a amar un poquito mejor»

En primer lugar, Olga ¿cómo te encuentras?

Me encuentro bien, han pasado ya 4 meses desde que mi madre falleció y estoy serena. Con mucha aceptación y también disfrutando de los recuerdos.

¿En qué momento os dais cuenta de que algo no marchaba bien?

Nos dimos cuenta con pequeños detalles, y por supuesto los olvidos. Olvidos de las cosas que acabábamos de comentar o de hablar o de hacer. También cuando empezaba a colocar las cosas en los lugares equivocados. Y pequeños cambios de carácter como como el no querer salir de casa y salir con sus amigas como hacía antes. Cosas así.

¿Cuánto tiempo hace de eso?

Unos diez años.

¿Qué es lo mejor que te ha pasado como cuidadora?

La posibilidad de un encuentro más íntimo, un encuentro muy especial con ella. Una sensación de unidad y de conexión que yo creo que no había sentido antes… cuando lo racional dominaba la comunicación. Siempre ha habido amor y emociones, por supuesto, pero quizás esa parte más emocional que sale con la presencia de la enfermedad ha permitido un encuentro más íntimo y más profundo.

Después de tantos años, te has hecho esta pregunta: ¿por qué siento alivio si se ha muerto un ser querido?

Realmente yo no me hago esta pregunta, porque sé que es natural. Sé que es natural que después de tantos años de preocupación haya un alivio. Es normal y no me quiero castigar con este tipo de pensamientos. ¡Ya nos castigamos bastante los cuidadores!

¿Cómo podemos recuperar los momentos perdidos y vivir la enfermedad con serenidad?

Recuperar los momentos perdidos… Yo no pienso en términos de momentos perdidos. Hay unos momentos que son los que son, y son buenos tal como son. ¿Son diferentes de los que habrían sido sin la enfermedad? Sí, pero yo no considero que esos momentos que no han existido los he perdido. Por eso siento que tengo todos los momentos ganados.

Momentos diferentes quizá, de las experiencias con personas que no tienen la enfermedad, pero momentos muy bonitos también. Y momentos muy tristes también. Tampoco nos podemos librar del dolor y la tristeza.

Y la serenidad, vivirlo con serenidad, claro. Es ésta una elección consciente que tenemos que hacer continuamente. ¿Cómo quiero vivir esta circunstancia – difícil pero una circunstancia – en la vida de mi familia y en mi relación con mi madre? Estar serena con ello es una elección que tengo que hacer cada vez, que tenía que hacer cada vez. Como estar serena con su no presencia en el mundo, en mi vida.

En alguna ocasión hemos escuchado: «Ese ya no es mi padre o mi amiga ya no está aquí» ¿Qué te parecen éstas expresiones?

Estas expresiones me parecen también naturales. Ahora, me parecen contraproducentes si nos quedamos en ellas, es decir, si nos anclamos en la idea de que nuestro ser querido no está ahí.

Una cosa es sentirlo ahora, en un momento determinado, o un día en que realmente conectas con tu dolor y dices ‘qué pena’, ‘qué sufrimiento’, ‘qué desgracia que yo no pueda disfrutar de mi madre como era ella y que no me reconozca’. Eso es natural, no lo podemos evitar sentir y pensar en muchas ocasiones.

Pero no podemos quedarnos ahí, porque yo no puedo relacionarme con alguien que ¨no está¨. Si yo pienso ‘esta no es mi madre’, ¿cómo puedo entrar en el amor de hija? Por eso necesitamos salir de esa perspectiva y encontrar otra que nos permita conectar y disfrutar de la relación.

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La enfermedad arrastra con todo y todos pero ¿cómo quieres recordar a tu madre?

Yo tengo muchas fotos de mi madre de estos de estos últimos 10 años, incluso de los últimos años que fueron más duros, en que mi madre estaba más retraída, menos presente… la recuerdo no solamente antes de enfermedad, la recuerdo todos los años que ha estado en mi vida, desde que era una niña hasta el día en que se fue. Tengo recuerdos, fotos, de quien fue ella, de quien yo creo que fue ella, de quien fue ella para mí…

¿Cuál es la mayor lección que nos tiene preparado el Alzheimer?

La enfermedad del Alzheimer, como tantos otros acontecimientos dolorosos o no dolorosos en nuestra vida, nos tiene preparada una lección, pero yo creo que es un aprendizaje individualizado. No creo que el aprendizaje del Alzheimer sea el mismo para todo el mundo. En cuanto a mi experiencia personal, creo que la enfermedad me hecho un poco más humana, más humilde. Creo que me ha enseñado a amar un poquito mejor.

¿Será que debemos convivir con la enfermedad (cualquier tipo) directamente para darnos cuenta de lo verdaderamente importante? ¿Es el coaching esa herramienta que nos puede hacer verlo así?

Sí, cualquier enfermedad que tengamos nosotros o las personas cercanas nos invita a mirar, a mirarnos a nosotros mismos, a ver qué tenemos que aprender… El coaching es una herramienta, pero es solo una herramienta entre tantas. Nos ayuda a tomar conciencia, y a tomar decisiones. Y hay otros caminos además del coaching: la psicoterapia, la meditación, compartir con otras personas, reflexionar, escribir un diario, estar cerca de la naturaleza. Es muy importante crear espacios para cuidarnos. Pero no solamente en el plano físico, por cansancio que podamos ir acumulando, sino que cuidemos también nuestro alma. El coaching es una herramienta, yo creo, muy eficaz y muy bonita para prestar atención a nuestra alma.

MOVING YOUR SOUL, Otra manera de vivir el Alzheimer

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