Manifiesto albino

por Nicolás Sandoval

Declaro que…

Nací portador de la condición conocida como albinismo oculocutáneo, que ha determinado mi cuerpo, mi mente, mi hacer artístico y mi lugar en la sociedad.

Soy uno de los primeros, sino el pionero en proponer una visión artística y política sobre el albinismo en Latinoamérica, por ende, me entiendo como artivista albino.

Soy hermandad en la condición margen con todo cuerpo no hegemónico: soy el negro, soy el apátrida, soy las mujeres, soy la travesti, soy el mendigo, soy el loco, soy el lisiado, soy el discapacitado, soy el discriminado, soy el fallado, soy el monstruo, soy lo que la cultura no quiere ni espera, soy lo otro. Somos una colectividad dispersa pero bullente, consciente de su potencia.

Es nuestra responsabilidad enunciarnos antes que cualquier otro sobre nuestras propias corporalidades de manera crítica en toda su complejidad. Hoy es urgente alzar la voz en respuesta al capitalismo, la cultura pop y la gente inescrupulosa que han hecho de nosotros mercancía, meros cascarones estéticos, fetiche, vertedero de sus fantasías o de su ignorancia. Estamos hartos en particular con aquellos colonizadores de luchas ajenas por moda o regio slogan publicitario, socavando la seriedad de la nuestra.

La historia se ha encargado de crear una fantasía albina a la medida del mercado. Desde los Freak Shows pasando por el imaginario cinematográfico hasta el modelaje, somos el bufón, el antagonista, el místico o el exótico. Es nuestra misión abolir las visiones sesgadas y desproporcionadas a nuestra realidad, cada albino desde sus diversos haceres. No queremos más estar fuera del mundo.

La normalización es la muerte en vida, por ello no sirve como solución a nuestra otredad. Nos enorgullece reconocer nuestra diferencia, sin embargo, no queremos que las relaciones humanas sigan definiéndose a priori por una condición física que nos separe. Queremos ir más lejos, diseminar una consciencia proporcionada sobre el albinismo, sin desechar la posibilidad de una mitología albina real, ya no desde la fantasía capitalista. Queremos afectarnos en el misterio de la temblorosa verdad que subyace más allá del estigma, más allá de la piel, el pelo y los ojos. Lejos de una utopía racial y relacional, algunos nos hacemos cargo de llevar nuestra política de manera vivencial, haciéndose efectiva más favorablemente en contextos afectivos. Es fuera del resguardo íntimo donde la militancia se vuelve feroz, indispensable e irrenunciable, donde los encuentros son a veces afectuosos y todavía muchas otras veces violentos.

De los otros esperamos su observación, una actitud receptiva, no queremos sus definiciones, no somos un bien de consumo a gusto del cliente. En esta proclamación el cliente no siempre tiene la razón.

Es tan válido militar en el albinismo desde haceres diversos, sin embargo, sabemos que para nosotros siempre ha sido el cuerpo la primera evidencia por la cual fluctúa cabalmente nuestra complejidad, incluso antes que fuéramos autoconscientes de nuestra albinitud. Para nosotros sin buscarlo todo pasa por la piel, así resultó obvio para mí cuál sería mi oficio. Pasé por distintos haceres del arte sin dar en el blanco, la práctica de performance me devolvió el cuerpo robado, encontré vías directas para hablar del albinismo desde sus cimientes, este maravilloso cuerpo fallado, lejos de abstracciones antojadizas o exquisitas elaboraciones estéticas. Decidí tomar mi cuerpo y biografía como material de trabajo. Mis amigos me decían que soy una performance andante y me lo he tomado en serio todos estos años. Mis amigos fueron mis ojos mirándome al espejo, reconociéndome en mi singularidad.

Ando con mi cuerpo a cuestas evidencia indeleble de su marca. Ando manifiesto bípedo viviente de carne y hueso por si solo elocuentes. Ando silencio encanado perdiendo palabras, palabras, palabras, para podar mi lengua. Me rindo al acontecer, ya no quiero hablar desde la boca, dejo a mi cuerpo narrar su mitología.

Pentágono para performistas

I. Un performista es algo distinto de un artista, es ante todo un maestro acontecedor, un capturador–transmisor del suceder vivo y presente, sin poseerlo.

II. Un performista debe estar dispuesto a trabajar con su cuerpo, su vida y biografía en su totalidad de posibilidades conocidas y también por conocer.

III. Un performista debe aprender también a trabajar sin el cuerpo.

IIII. Un performista debe permitir que su vida contamine la obra y que la obra contamine su vida sin medir una frontera, hasta que lleguen a ser una sola.

V. Un performista debe llegar a concebir su propia vida como obra.