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La Fuente del Conflicto Narrativo: encontrando la Inspiración

Hoy voy a terminar esta serie de artículos que he estado dedicando al conflicto narrativo, el verdadero motor de tu novela, lo que hará que tus lectores se enganchen a tu novela desde el principio. Hemos visto cómo puedes construir un buen conflicto narrativo, los diferentes tipos de conflicto narrativo que puedes utilizar para tu obra, el modo de utilizar un detonante para enganchar al lector desde el principio y que el conflicto y el personaje deben desarrollarse y evolucionar de la mano. Pero aún hay algo que no te he contado: Cuál es la fuente del conflicto narrativo, o lo que es lo mismo: ¿dónde encuentro inspiración para mis conflictos?

La vida como fuente del conflicto narrativo

Decía Antonio Muñoz Molina en La realidad de la ficción: “En cualquier parte: en nuestra casa, en nuestra vida diaria, en el interior de cada uno de nosotros, existen historias que merecen ser contadas, y que pueden convertirse en una magnífica ficción. Pero para advertirlo, es necesaria una actitud que es un arma, o un instinto del novelista. En el origen del acto de escribir está el gusto de mirar y aprender, y la convicción de que las cosas, los seres, merecen existir: Un sentimiento de respeto y a la vez de gratitud, una curiosidad. El escritor no anda a la busca de historias: escribe porque las ha encontrado y está seguro de que vale la pena contarlas”.

La literatura se alimenta de la vida real, de manera que has de vivir para poder escribir. El trabajo del escritor no se define únicamente por el momento en el que se sienta delante de su teclado, de su libreta, de su máquina de escribir… El escritor es escritor Full Time.

Stephen King y el ejemplo de Carrie

Nada mejor para ilustrar esto que el ejemplo de Stephen King, que cuenta que la inspiración para escribir Carrie, su primer gran éxito, le llegó cuando se encontraba en un baño femenino frente a un expendedor de Tampax.

No sé, y créeme, tampoco quiero saberlo, qué hacía King en semejante situación. Pero ese fue el momento de inspiración. Usó ese instante vital para su obra. Sí, sé que me vas a decir que eso no tiene nada que ver con el conflicto, pero es extrapolable. Usa lo que ves, usa lo que vives. Al fin y al cabo, lo que pretendes hacer al escribir una novela es recrear la vida, ¿no?

Tus vivencias como fuente del conflicto

Mirar hacia tu interior es un ejercicio completamente necesario cuando se escribe. Para trabajar los conflictos también. Seguro que a lo largo de tu vida te has encontrado con infinidad de situaciones en las que has vivido algún tipo de conflicto más o menos intenso: tenías un archienemigo en el colegio, u otro chaval estaba colado por la chica que te gustaba, o tus padres te impedían hacer lo que querías, o tu profesor te tenía entre ceja y ceja.

Decía Jane Austen que para escribir no había nada mejor que dos o tres familias vecinas. Los conflictos se dan, en su mayoría, dentro de nuestro círculo vital. Es ahí donde debes cargar las tintas. Piensa que la fuente del conflicto siempre va a estar relacionada con las pasiones: el deseo de poder, la necesidad de la venganza, el amor, el rechazo, la supervivencia… Si quieres crear buenos conflictos, debes apelar a las pasiones para crearlos.

Las tensiones como fuente de conflicto

Te contaba en este artículo que debes usar un detonante y hacer que el mundo del personaje explote. Pero eso es válido como conflicto principal de tu historia. Luego, si quieres rellenar las 300, o 500 u 800 páginas de tu novela, tendrás que diseñar conflictos más modestos, más pequeños, que sirvan como relevo del principal para no desgastarlo antes de tiempo y mantener al lector enganchado a la historia.

¿Cómo puedes hacer esto? Para empezar, teniendo claro el concepto de trama. Cada una de tus tramas ha de tener uno, mucho mejor si son varios, conflictos narrativos. Unos importantes y otros secundarios.

Normalmente se suele dividir a los personajes en dos bandos: el del protagonista y el del antagonista. Pero, ¿por qué detenerse ahí? ¿Por qué todos los de un bando han de ir a una?

Aprende a reconocer la amplia gama de tensiones que el ser humano lleva dentro. Analízalas y anota los efectos que provoca en nosotros. Así aprenderás a comprender mejor los conflictos de otras personas y nuestra literatura se beneficia.

Puedes jugar con eso. En tu propio grupo de amigos seguro que a veces surgen tensiones sobre qué hacer un fin de semana. Y eso que se trata de una nimiedad… Imagina las dificultades que surgirían entre vosotros si se tratara de temas de mucha más importancia. Los aliados son aliados y reman en la misma dirección, pero no tienen por qué querer hacerlo desde el principio, ni hasta el final, ni de la misma manera.

 

Recuerda una máxima: los motivos son importantes. Tus personajes tendrán diferentes motivos para ayudar al protagonista, y no tienen por qué coincidir. Utiliza las tensiones que eso provocará en tu favor.

Cuida la lógica de tu conflicto desde su fuente

Cuando planteas un conflicto literario, sin importar si es un conflicto principal o secundario, debes cuidar su coherencia. Me refiero a que tienes que tener muy presente a relación entre la causa y el efecto, entre el argumento y la credibilidad de los personajes.

Dirás que no siempre las cosas ocurren con lógica. Y llevas razón. A veces, una persona reacciona de forma increíble ante situaciones aparentemente insulsas. Hace unos años, en China, un hombre se acercó a una chica en un vagón de metro y le pidió que le cediera su asiento a pesar de que había otros asientos vacíos en el vagón. Cuando ella se negó, el hombre la emprendió a mordiscos con ella. El resto de pasajeros del vagón no hizo nada para evitarlo.

Que ese hombre actuara de ese modo no tiene sentido. Pero no te equivoques: sí tiene una explicación: tal vez estaba trastornado, o drogado. Debes entender que para cada personaje hay un modo de actuar de acuerdo a sus circunstancias. Por tanto, tienes que diseñar el modo de actuar de tus personajes de acuerdo no solo a su personalidad, sino también a las circunstancias en las que se encuentra, porque eso disparará tus conflictos.

 

En RESCATE, Mel Gibson interpreta a un hombre de negocios al que secuestran a su hijo pidiéndole 2 millones de dólares para recuperarlo. Sin embargo, en lugar de pagar el rescate propuesto, toma una salida sorprendente. ¿Ves cómo las circunstancias y la personalidad se pueden unir para dar un giro narrativo dramático?

Así que no lo olvides: Trabaja el conflicto narrativo. Trabájalo una y otra vez. Dedícale más tiempo que a ninguna otra cosa de tu novela. Solo así te asegurarás de enganchar al lector y tenerlo pegado a tu historia hasta la última página.

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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