Usted ama a Julio Iglesias… y lo sabe

Todo lo que necesita tener en cuenta para apreciar correctamente el talento de nuestro cantante más internacional.

Julio Iglesias, el caballero blanco de la canción melódica.

© Gtresonline.

En 2005, Iván Ferreiro grababa una versión del clásico Abrázame, la canción que Julio Iglesias compuso junto a Rafael Ferro publicada en el soberbio disco El amor (1975) . Ferreiro tuvo que justificarse incontables veces por haber osado reinterpretar a Julio. Y no, no era por atreverse con los grandes. Era más bien por todo lo contrario: por reconocer públicamente que en su ideario estaba un músico considerado por muchos como menor o frívolo. La respuesta de Ferreiro era siempre igual de tajante: “Yo hago canciones y las de Julio Iglesias son muy buenas, ¿algún problema?”. Cuando Diego A. Manrique, devolviéndole el guante, le sugirió a Julio en una entrevista para El País que probase con el repertorio indie, el cantante respondió: ** “¿De verdad? No me veo, se me está acabando el tiempo. Y tampoco tengo necesidad de ponerme cool, ¿se dice así?”.**

Pero no pensemos que los más de diez años que han pasado desde esta reivindicación de Ferreiro han puesto a Julio en su sitio. Si bien más aceptado y un poco más alejado de ese terrible concepto que una mente atormentada tuvo el infortunio de acuñar para la posteridad (el guilty pleasure) , con Julio hay que seguir argumentando y hasta disculpándose. Nada nuevo.

En 1980, Julio declaraba en una entrevista, visiblemente aliviado: “España ya me quiere. Creía que iba a tener que morir para ser profeta en mi tierra”. Y, en 1981, el cantante recogía, en un apéndice de su maravilloso libro Entre el cielo y la infierno, un corolario de razones por las que, según el periódico France Soir, había triunfado. “Se dice que soy elegante y que doy la impresión de estar siempre en buena forma. Se habla de mi eterna sonrisa y de mi mano siempre en el corazón, de mi facilidad para que mis canciones sean creíbles para las mujeres, de mi fotogenia, y de que, en mis conciertos, alterno los nuevos éxitos con los viejos. Y que canto al amor, siempre al amor”. En algún pasaje del libro, el que ya se había marcado éxitos como Gwendoline, A flor de piel, A mis 33 años o Hey se excusaba, a su manera, ante sus acérrimos críticos confesando que él “era un mito, no un genio”.

JULIO, UNA DECLARACION DE PRINCIPIOS

Pero, antes de empezar a analizar las bondades de este autodenominado mito. ¿Qué es lo que hace único a Julio? El músico Charlie Mysterio, presentador del programa de radio Moscas & Arañas junto a Javi Bayo, lo resume a la perfección: “Lo suyo no es soul, psicodelia, rock, folk, beat. Tampoco canción del verano, bubblegum, sunshine, canción protesta o crooner. Se trata de algo más personal, carismático y único que termina desatando el culto a su personalidad. Es, desde el principio, un personaje magnético, independiente, con un aura de misterio, cercano y a la vez distante, elitista pero también con la capacidad de conectar con todo el mundo. No es fácil que un Julio aparezca. Es un caso que se da cada mucho tiempo. En su carrera irá perfeccionando ese estilo único, al tiempo que cultivando una imagen irresistible y engrandeciendo así su mito”. Jesús Bombín, de Sonideros (Radio 3) , destaca que “ independientemente de lo que se pueda pensar, Julio ha controlado personalmente cada milímetro de su carrera. En lo bueno y en lo malo. No hay nada gratuito, todo está meditado y muy trabajado”. Sebastián Litmanovich, músico productor de Cineplexx y Papaya y que ha trabajado en remixes para el hijo de Julio, Enrique Iglesias, coincide: ** “Antes que genio, es un número uno. Su obsesión por llegar a la cima fue su principal impulso a la hora de trabajar y ofrecer el mejor resultado posible cuidando cada detalle.** Un poco como Michael Jackson, que escribía en su espejo el número de álbumes que esperaba vender”. Por cierto que hubo un momento en el que Julio y Michael coincidieron anunciando bebidas de cola. El primero, Coca-Cola; el otro, Pepsi. Julio cobraba el minuto el doble que Michael…

Sin embargo, Patricia Godes, periodista y critica musical, amante de la canción popular melodramática, piensa que: “Julio es una voz desperdiciada. Si fuera más profundo y más coherente, más comprometido con su música, podría haber sido bueno. Pero es trivial, vacuo hasta para ser frívolo. Una pena porque podría haberme gustado. Está a un tris. Por eso me irrita, porque se acerca y luego siempre prefiere siempre la vacuidad. Eso sí, recuerdo que en una entrevista, ** Leonard Cohen** me lo defendió como representante del latin lover y del caballero español”.

JULIO, INTÉRPRETE

Quizás uno de los caballos de batalla más recurrentes para descalificar a Julio haya sido lo justito de su voz, lo limitado de su interpretación. A lo segundo, el propio Julio explica que su característica inmovilidad en el escenario de mano en pecho y ojos cerrados proviene del aparatoso y ya legendario accidente de coche que tuvo en 1962 y que le apartó de su otra gran pasión: el fútbol. Según explicaba en el documental francés La voix de sa vie, después de aquel incidente, su sistema nervioso funciona tan sólo al 65%, razón por la que, entre otras cosas, cierra los ojos al cantar; si los abre, pierde la concentración ya que cada movimiento debe ser pensado. Sí, el ya mítico leve balanceo con la mano en el pecho viene más de una incapacidad que de un intento de molar. De hecho, en sus inicios su poca gracia en los escenarios era tal que para Eurovisión le hicieron un traje sin bolsillos para que no pudiera meter las manos.

Respecto a sus pocas capacidades como cantante, también el propio Julio que, aunque no lo parezca ejerce la autocrítica como un auténtico maestro oriental, se ha hartado a decir que en los setenta cantaba muy mal, “como el culo”. De hecho, en una entrevista histórica (por lo que de antigua tiene) , Julio contaba que cuando Stevie Wonder vino a España, la prensa española le preguntó: “¿Ha cantado ya con Julio?”, a lo que Stevie, con mucha desenvoltura, respondió: “El día que aprenda”. Acabaron cantando juntos My Love (1988) . Y, aunque esto no redima a nadie, conviene echarle un ojo a la lista de cantantes con los que ha colaborado el señor Iglesias. ** Diana Ross, Willie Nelson, Dolly Parton, Sinatra, Aznavour…**

Mysterio apuntilla: “Ni Sinatra, ni Elvis poseían una gran voz, sin embargo, algo les hacía totalmente únicos y trasmitir como nadie cualquier emoción. Otro inmortal, Otis Redding –posiblemente la mejor voz soul de todos los tiempos– tenía un registro francamente limitado y no llegaba ni a notas bajas, ni altas. Sin embargo convirtió esa limitación en virtud. A Julio le sucede algo parecido. Son cantantes minimalistas que han ido perfeccionando su técnica y sacando el máximo provecho. Pienso que eso tiene más mérito”. Miqui Puig, cantante, compositor, leyenda y melómano, va más allá: “Siempre critican los que no llegan a nada ¿verdad? Recuerdo una profesora de canto que decía que Elvis Costello cantaba mal. Es pop y en el pop el resultado final es lo que cuenta. Julio es pop transversalmente mundial”. El también músico ** Luis Brea** incide en que lo que hace fuerte un artista es “saber tus limitaciones. Eso hace que te centres en que tu música tenga tu personalidad. No intentas ser nadie, solo tú”.

JULIO, SUS CANCIONES

Como bien decía Ferreiro hay algo incontestable en la carrera de Julio. Y son sus canciones. O bien compuestas por otros, o bien firmadas por él (aunque hay quienes como Guille Mostaza, músico y productor en Alamo Shock, duden mucho de la verdadera autoría de temas como De niña a mujer, Dicen, Minueto o A flor de piel a priori firmadas por Julio en colaboración con alguno de sus habituales) , lo cierto es que Julio siempre tuvo un talento especial para rodearse de los mejores. Rafael Ferro, Manuel Alejandro, Cecilia, Ramón Arcusa, Juan Carlos Calderón… Contó con los mejores compositores, arreglistas y productores del momento. Por no hablar de su olfato para hacer versiones: Burt Bacharach, Agustín Lara, Chaplin, George Harrison, Neil Diamond, y hasta Trenet… De este último hizo La mer, una de las favoritas de Mysterio: “Me apasiona su increíble revisión en el famoso directo en el Olympia parisino y que, más tarde, recuperó con maestría ** Alberto Iglesias** para la banda sonora de El topo (2011) , esa estupenda película de espionaje”. Inclusión que, por cierto, tiene un fallo de raccord sólo detectable para freaks: si bien la película está ambientada en 1973, el directo de Julio es del 76.

Pero Julio no está libre de polémicas en este apartado. La compositora Mimi Korman anda en pleitos con el cantante por la autoría de Me olvidé de vivir. Y ** Danny Daniel** tampoco se ha andado con chiquitas. Según él, Julio jugó sucio robándole Por el amor de una mujer que él grabó antes y que, sin embargo, ha pasado a la historia como una canción de Julio. La polémica recuerda mucho a Coco, el último éxito de Disney, pero en honor a la verdad, la canción de marras siempre le ha aparecido acreditada a Daniel.

JULIO, UNA GUÍA

Y ahora que está usted convencido de la grandeza musical de Julio. ¿Qué hacer? Porque la discografía de este señor es tan vasta que marea sólo asomarse a ella.

Litmanovich recomienda tres álbumes: “A mis 33 años (1977) , El amor (1975) o Emociones (1978) , este último incluye Me olvidé de vivir [también una de las favoritas de Brea y de Puig, “porque tiene violines”] y Pobre diablo, otra de mis preferidas”. Bombín se decanta por “Yo canto, el álbum debut de Julio Iglesias (1969) . Un LP íntegramente compuesto por él, donde aparecen himnos incorruptibles como La vida sigue igual o No llores mi amor [también predilecta de Mysterio]. Un disco con arreglos de Pepe Nieto, ese señor arreglista y compositor que comenzó como baterista en Los Pekenikes, y producido por Ivor Raymonde, un británico que hizo peripecias con Dusty Springfield o ** The Walker Brothers”.**

JULIO, ¿HASTA CUANDO?

Pero, ojo, como en todo hay que saber parar. Y a Julio no se le puede acompañar hasta el final… Litmanovich se apea justo antes de que entren los noventa: “La verdad es que me gusta todo el rato. Objetivamente quizás hasta Raíces (1989) , más que nada por un gusto que tengo por el sonido de los 70 y 80 que me hace preferir esas texturas sonoras y esas ideas de producción. En los 90 la tendencia se transforma en algo más cargado y menos elegante”. Mysterio coincide plenamente en la ventana temporal: “Todo lo que grabó desde sus inicios en 1967 hasta Raíces está plagado de joyas, muchas aún por rescatar y reivindicar. Me gustan especialmente los discos de su era Miami de los primeros 80 (Hey, De niña a mujer…) con un sonido y producción a caballo entre Quincy Jones y Phil Spector. Siempre que escucho el fabuloso Death of a ladies´ man, de ** Leonard Cohen,** pienso en su influencia en Julio”. Bombín, sin embargo, se despide un lustro antes de Julio: “A mi me hace gracias hasta finales de los 70 junto a Las Trillizas de Oro, y muy principio de los 80. Posiblemente en 1985 con el álbum Libra, lo pierdo de vista para siempre”.

JULIO, 'GUILTY PLEASURE'

En la revista musical digital Efe Eme, el escritor y periodista Oscar García Blesa confesaba que uno de sus placeres culpables era Julio Iglesias y terminaba su confesión con un incendiado alegato: “Es un artista imponente, seguramente el más grande de nuestros embajadores musicales en cifras de ventas absolutas. ** Cuando uno bucea en su biografía, escucha sus canciones y revisa sus logros, cualquier adjetivo exagerado se queda pequeño. Julio Iglesias es y será enorme por mucho que casi nadie le tome muy en serio. Ellos se lo pierden”.**

Nosotros le recomendamos con vehemencia que, sea cual sea su relación a partir de ahora con Julio, destierre de su cabeza verlo o acercarse a él con el abyecto concepto de placer culpable. “Eso es un invento en el que nunca podré entrar", ruge Puig. "A mí me gustan las canciones y puede que mis únicos placeres culpables hayan sido espiar vecinas, comer chocolate a deshoras o ciertas drogas. La música nunca puede ser nada culpable”. Amén.

PERO…

Pero, por mucho que a algunos les siga dando vergüenza reconocer su gusto por Julio (“en ciertos círculos, dice Bombín, es como declarar que te gusta Karina, Sandokán o _First Dates”) _ y que a otros les fastidie, el legado de Julio sigue vivo… Y así, tan pronto lo usan en bandas sonoras de películas como El topo, Guillaume y los chicos, ¡a la mesa! o Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo (en una versión un tanto descacharrante) , como sirve de inspiración para nuevas generaciones. Luis Brea lo petó con su banda en 2013 con Dicen por ahí, un hit que en el que todos creímos ver un clarísimo referente: el gran Julio. Aunque, como siempre, la historia no es del todo como se cuenta: “De pequeño solía hacer imitaciones en el cole –dice Brea– y Julio Iglesias me salía relativamente bien. Pero cuando compuse Dicen por ahí pensaba más en María Jiménez, no para que la cantara, que también me habría hecho ilusión, sino que la inspiración de la letra viene de su historia personal. Por aquel entonces estaba fascinado por esta mujer, me parecía casi un miembro de ** Ramones,** la tía más punk de la península. No es perfecta bailando, ni cantando, pero transmite mucha emoción. Al grabar Dicen por ahí, fui poseído de nuevo por aquel espíritu de cuando era pequeño, y cuando oí la grabación, decidí dejarla así. Yo no soy quien para impedir que la energía cósmica siga su curso”.

Hace unos meses salía la curiosa noticia de una empresa gallega que le ponía Julio Iglesias a sus gallinas para desestresarlas y aumentar su producción . Será que ellas, almas de cántaro, tienen menos prejuicios que nosotros.

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