Hay 11 millones de venezolanos sin capacidad de compra que viven en paupérrimas condiciones

Señalan que el año que culmina ha estado lleno de calamidades de dimensiones profundas

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Actualmente ya son 11 millones los venezolanos que no tienen capacidad de compra y viven en paupérrimas condiciones, asegura la Cámara de Caracas en su tradicional mensaje de fin de año, donde presenta una especie de balance de lo que ha ocurrido durante el año, en función de la información de sus afiliados.

Señalan que el año que culmina ha estado lleno de calamidades de dimensiones profundas, no solo para quienes tienen la responsabilidad de crear, producir, transformar y ofrecer bienes y servicios de máxima calidad, sino también para la cada vez más creciente mayoría de venezolanos que se encuentran en la imposibilidad de recibirlos o adquirirlos.

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La razón ya ha sido ampliamente estudiada, identificada y explicada por los expertos: el dañino proceso hiperinflacionario que caracteriza nuestra economía alcanza ya tres años, arruinando nuestra moneda, nuestra tradicional forma de convivencia y calidad de vida. El salario del trabajador junto al ingreso familiar han sido pulverizados, sin que se perciba estrategia o decisión en procura de correcciones por parte de las autoridades competentes.

El 2019 lo han analizado como un lapso en el cual, Venezuela ha sido excluida como destino confiable para las inversiones, tanto nacionales como extranjeras. Ha continuado el cierre de industrias, la reducción de la producción nacional de bienes, la aparición de innumerables espacios comerciales que ofrecen alimentos importados sin regulación ni control fiscal o sanitario alguno, mientras se constata una disminución de formales y legales centros de distribución de bienes y servicios. Mientras que la gran mayoría de naciones del mundo que se globalizan, tecnifican, innovan y crecen, hoy  vemos como nuestra Venezuela, dada las políticas que se insisten imponer desde el sector gubernamental, se autoexcluye, se margina, pierde interés, se reduce, mira hacia atrás.

Se sienten obligados a repetirnos una vez más: Sin la modernización de nuestra infraestructura energética y eléctrica, complementada con modernos sistemas de salud, educación, vialidad y seguridad resulta imposible alcanzar una reactivación económica y productiva.

Para la Cámara de Comercio Industria y Servicios de Caracas es un imperativo ético dejar constancia de su profunda preocupación por el empobrecimiento, envejecimiento y deterioro del tejido productivo nacional, tanto a nivel del campo, como el industrial y el comercial, así como en el estratégico mundo de nuestras industrias básicas.

La diáspora

Por otra parte, una rápida evaluación de lo que ha sido la agenda de trabajo de la Institución en el 2019, refleja como una de nuestras máximas preocupaciones lo relativo a la fuga masiva hacia el exterior tanto de talento especializado como de mano de obra calificada. Los expertos ya nos señalan que son más de 4 millones 500 mil venezolanos los que por diferentes motivos y caminos han emigrado, conformando lo que se denomina la “diáspora venezolana”.

Nunca antes tuvimos vocación de emigrantes. Hoy vemos como otras sociedades, otras economías, se benefician fácilmente del costoso y valioso proceso de formación de capital humano que por muchos años tuvimos. Las universidades, nuestros centros de formación técnica y las diversas iniciativas empresariales dedicadas a la capacitación muestran durante el 2019, alarmantes cifras e índices sobre este doloroso aspecto.

Caracas sin doliente

Recuerdan que en el mensaje del pasado año alertaron sobre la connotación del continuado deterioro de nuestra ciudad capital. Desde las instancias municipales, metropolitana y nacional pareciera que nadie es responsable de implementar modernas y eficaces políticas públicas que lo eviten. A nadie le ha interesado esta lamentable realidad. Tal desmantelamiento y destrucción ha continuado este año, representando miles de millones de bolívares en pérdidas innecesarias. Caracas –nuestra capital- dejó atrás aquella marca que la  vinculaba con la convivencia, el verdor y el acompañamiento del cerro Ávila, para estar más identificada con situaciones de hambruna, suciedad, inseguridad, deterioro de las vías públicas, carencia de servicios de agua, luz y comunicaciones.

Con información de El Impulso

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