Sombrero roto, de Kiko Veneno

Autor:

DISCOS

«Canciones llenas de texturas, de instrumentación orgánica y electrónica, que ponen banda sonora al hombre de a pie de hoy día»

 

Kiko Veneno
Sombrero roto
ALTAFONTE, 2019

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Sentía mucha expectación ante el nuevo disco de Kiko Veneno, no por ser admirador suyo (que también), sino porque “La higuera”, el single de adelanto, me había supuesto un chute de vanguardia, amor y cojones. Sí, cojones. Vanguardia porque el sonido y la intención eran vanguardistas, amor porque en la canción se apreciaba un enorme amor por el oficio de hacer canciones y cojones porque para renovarse así hay que tenerlos. Mientras otros repiten y repiten fórmulas hasta la saciedad, Kiko se reinventa y es capaz de forjar un resistente aleación entre canción popular y visión futura.

Porque Sombrero roto es pasado, presente y futuro, un disco muy necesario hoy día, una brújula para orientarnos. Kiko ha cogido material terrenal para construir unas canciones que apuntan el cielo y despegan hacia la psique, hace una radiografía perfecta del mundo de hoy día. En una reciente y ya legendaria entrevista con el diario El Mundo, ya dejó claro que se encuentra en un momento de lucidez extrema y Sombrero roto es el producto de una mente en dicho estado. Qué fácil sería haber enfocado las diez canciones que le dan forma de cualquier otra manera, desde un punto de vista más sencillo quizás, o desde una lente más clásica, pero Kiko ha cogido y ha creado canciones llenas de texturas, de instrumentación orgánica y electrónica, poniendo banda sonora al hombre de a pie de hoy día (y no al de ayer).

¿Se puede cantar a la cotidianeidad desde el vanguardismo? Kiko nos enseña que sí. La materia prima de día a día no falla nunca si se sabe mirar, y mientras que los sonidos pueden cambiar y encontrar nuevas dimensiones, el hombre, en su núcleo, sigue siendo el mismo o muy parecido al de antaño. Si crees que Veneno (1977), Échate un cantecito (1992) y Está muy bien eso del cariño (1995) eran obras maestras, estás en lo cierto. Pero suma una más, suma Sombrero roto. En su edición disco libro viene acompañado por, valga al redundancia, un libro que hay que tener muy en cuenta, porque en él encontramos reflexiones filtradas de Kiko gracias a Adán López y a la obra pictórica y plástica de Marta Lafuente y Carmela Alvarado, y ese todo resulta de una carga filosófica tan fuerte como liviana. Te deja listo para escuchar el disco aunque leerlo después de la escucha también funciona.

La verdad es que tras una escucha seguida (el disco se pasa volando pese a su duración normal), te quedas un poco sin respiración, tratando de hacerte a la idea de que acabas de presenciar (más bien escuchar) una nueva revolución musical y que, si las cosas van así, el futuro no pinta tan mal.

Anterior crítica de discos: Remind me tomorrow, de Sharon Van Etten.

 

Artículos relacionados