20 de enero de 2019

M. Sc. Raquel Villafrades Torres. Bucaramanga, Colombia. Universidad Pontificia Bolivariana.
En esta nota de divulgación se presenta una corta reflexión sobre la enseñanza por indagación y el proceso de evaluación asociado a esta. Además, sobre la necesidad de generar estrategias de enseñanza e instrumentos, que valoren de forma real el aprendizaje, acorde con los retos impuestos por las nuevas generaciones.

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“…Una vez que se nos insta a pensar en los aspectos más inspiradores de la labor docente, pronto nos asaltan interrogantes acerca de las facetas más terrenales y fatigosas de la ignorancia a veces padecida por los docentes. Tras reflexionar unos instantes sobre cuál puede ser el máximo alcance de la influencia de un docente, algo parecido a la fuerza de gravedad me impulsa a pensar en otras cuestiones más mundanas ¿qué pasa con la influencia que minuto a minuto ejercen los docentes sobre los alumnos que están ante su vista?, me pregunto ¿cuánto saben sobre lo que está ocurriendo aquí y ahora, a unos pasos de ellos? mucho menos de lo que probablemente les gustaría saber, me respondo. En efecto, ¿qué docente no se ha preguntado si este o aquel alumno comprendió realmente determinado punto, o si toda la clase siguió la línea de un argumento o entendió la moraleja de un cuento? ninguno que yo conozca y ¿cuántos docentes se quedan pensando en estas cosas mucho después que sus alumnos se han ido a casa e incluso cuando ya han dejado de ser sus alumnos? apuesto que la gran mayoría. De hecho, me imagino que todos los docentes se hacen estas preguntas de vez en cuando”
Philip W. Jackson en Práctica de la enseñanza 1ª edición, 2002. Página 79.

De seguro todos los profesores nos hemos hecho estos cuestionamientos que nos conducen a reflexionar sobre los procesos de aprendizaje y las prácticas de enseñanza y evaluación, pues en palabras de la doctora Neus Sanmartí (2011):

Aprender y enseñar comporta evaluar. La evaluación condiciona qué se enseña y cómo, y muy especialmente qué aprenden los estudiantes y cómo lo hacen. De hecho, no es posible considerar la evaluación separadamente de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Pero enseñar y aprender son procesos que se hacen cada vez más complejos ante los cambios sociales que se están dando y que Hernández et al (2011) señalan así: nuevas generaciones con biografías, expectativas y necesidades muy diferentes a las de sus profesores, alta permeación de las Tecnologías de Información y Comunicación TIC en todos los ámbitos que posibilitan y demandan nuevas formas de enseñanza y aprendizaje y sirven de apoyo a la evaluación. Frente a este panorama la indagación, entendida como la creación de sentido en las actividades y experiencias de aprendizaje por medio del desarrollo de la capacidad creadora, de resolver problemas, de ser autores en prácticas pedagógicas colaborativas entre estudiantes y profesores (…), concibe de forma diferente los roles de profesor, estudiante y la propuesta pedagógica (Hernández et al, 2011).

Bajo la perspectiva indagadora el rol docente no es del centro ni poseedor absoluto del conocimiento sino el de guía, orientador y generador de contextos de aprendizaje adecuados para que este se dé, el rol del estudiante es activo, creativo, mediado por el uso de TIC, responsable y de interacción con sus compañeros y su comunidad, el conocimiento se construye en un ambiente de confianza, de mejoramiento continuo y, en el caso de las ciencias, muchas veces apoyados por trabajos prácticos que favorecen el conocimiento vivencial de los fenómenos y el acercamiento a los procedimientos y metodologías propias de la indagación científica.

En cuanto a la propuesta pedagógica, la finalidad formativa basada en la indagación está dirigida hacia el aprendizaje autónomo, con énfasis en la capacidad de trabajo en grupo y el aprendizaje no sólo profesional sino para la vida.

Desde la evaluación, Díaz y Hernández (2010) expresan que esta debe realizarse teniendo en cuenta, además del aprendizaje de los estudiantes, las actividades de enseñanza realizadas por el profesor y su relación con dichos aprendizajes, o sea, las acciones evaluativas estarán encaminadas a reflexionar, interpretar y mejorar todos estos procesos en su conjunto.

La evaluación comprende aspectos relevantes como: la demarcación del objeto a evaluar, el uso de criterios e indicadores para orientar y realizar la evaluación, la sistematización de la información obtenida a través de los instrumentos de evaluación, la emisión de juicios y la toma de decisiones (Díaz y Hernández, 2010).

En el ámbito educativo los instrumentos más usados para obtener información cuantitativa son las pruebas escritas, esto es así porque en la práctica escolar cotidiana se ha llegado a asimilar “evaluación” con “prueba”, considerando esta técnica como el único o principal procedimiento de evaluación y sobrevalorando, así, sus posibilidades1. Cabe añadir que muchos docentes no somos conscientes de las ventajas de instrumentos tan completos como los portafolios electrónicos, los blogs y otras herramientas digitales y subvaloramos la importancia de la autoevaluación y la metacognición en la regulación de los procesos de aprendizaje y de enseñanza. Por su parte, el papel de los instrumentos en el proceso de evaluación es permitir el registro de información verídica, confiable y acorde con el objeto y la finalidad de la evaluación, así como el análisis de los datos obtenidos. La construcción instrumentos de calidad es clave en el proceso de evaluación ya que la información y el análisis que se haga de esta constituirán la base para la toma de decisiones acordes con el objeto planteado inicialmente.

En la propuesta indagadora la evaluación está conectada a estrategias de investigación que fomentan la valoración continua y tiene como fin contribuir a que los estudiantes se sitúen en su propio proceso de aprendizaje, en los logros obtenidos y en la autorreflexión de lo aprendido (Hernández et al, 2011).

Después de tantos años de ejercicio como profesor, muchos nos damos cuenta de la necesidad de pasar de la explicitación docente a procesos de enseñanza centrados en el alumno con un enfoque por competencias, CTS o indagador para intentar hacer del estudiante el autor principal de su aprendizaje y para disminuir un poco tantas incertezas que nos acompañan.

Referencias:

  1. Díaz, F. y Hernández, G. (2010). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo: una interpretación constructivista.(3a ed.). México D. F., México: Mc Graw Hill.
  2. Jackson, P. W. (2002). Práctica de la enseñanza 1ª edición. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  3. Sanmartí, N. (2011). Evaluar para aprender, evaluar para calificar. En A. Caamaño (coord.). DIDÁCTICA DE LA FÍSICA Y QUIMICA. Barcelona: Editorial Graó.
  4. Hernández, F., Forés, A., Sancho, J. M., Sánchez, J. A., Casablancas, S., Creus, A., Herraiz, F. y Padró, C. (2011). Aprender desde la indagación en la universidad. Barcelona: ICE y Ediciones OCTAEDRO S. L.

1 Tomado de la lectura No 3.6 del Módulo tres del Curso de Evaluación Educativa –en línea- ofrecido por el Centro de Altos Estudios Universitarios de la OEI (2012).