Ha pasado exactamente una década desde que conocimos a Gossip Girl: una serie (y blog/ professional stalker) que nos invitó a conocer el mundo de Serena Van Der Woodsen, Balir Waldorf, Chuck Bass y Nathaniel Archibald (principalmente), al que llegan los hermanos Humprey con todo para perder. Aceptémoslo, todos queríamos ser cada uno de ellos, o todos.
La acidez de Blair Waldorf no podía ir mejor de la mano que con la astucia dandy de Chuck Bass, y claro Serena nos mantenía al borde del suspenso con tantos amoríos (antes de ella creíamos que era imposible que eso ocurriera tantas veces), pero al final, el vencedor fue Dan Humprey. Si a esto sumamos los dramas de los padres, hermanos menores, drogas, separaciones, reuniones, viajes y un vestuario de lo más chic, tenemos uno de los dramás juveniles más épicos de la televisión. Uno que podemos ver unay otra, y otra vez.
En la vida real, los nombres de los actores quedaron membretados al de sus personajes; puede decirse que Blair se dedicó a cantar; Chuck hizo lo mismo pero regresó a la televisión por medio de Netflix y White Gold; Serena es actriz y madre. La vida sin duda dio muchas vueltas, pero seguimos amándolos, tanto que hace no mucho se hizo un rumor de que regresarían para una película (a lo Sex & The City), pero no quedó en nada más que eso, rompiendo el corazón de millones de fans alrededor del mundo.
Y no cabe duda de que le agradecemos a Netflix tener todas las temporadas, y aunque hay nueva series en el radar, seguimos sin encontrar una que nos dé la satisfacción que nos ofreció Gossip Girl.
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