El acusado de matar a un perro a patadas en Santander hace dos años ha negado los hechos, afirmando que "en ningún caso" quiso hacer daño al animal. "Soy un amante de los animales", ha remarcado.

Así se ha pronunciado Sergio, de 29 años y vecino de la capital cántabra, en su último turno de intervención en el juicio que se ha celebrado en el Juzgado de lo Penal número 3 de Santander.

Fiscalía, acusación particular y acusación popular han solicitado pena de prisión, que aceptarían se convirtiera en trabajos comunitarios, mientras la defensa ha pedido su libre absolución pues, según su abogado, no ha quedado acreditado la intención de matar al animal por parte de su defendido.

El fiscal y la acusación popular sostienen que el perro, Blas, murió a consecuencia de las patadas que le propinó el joven, quien tiene antecedentes penales por lesiones y daños.

Según la dueña de Blas, los hechos sucedieron cuando salió de su domicilio a realizar unas compras en un supermercado y dejó a su perro junto a la puerta del establecimiento, tumbado, sin amarrar pero con un bozal puesto, pues, según ha dicho, era tranquilo y nada agresivo.

Siempre siguiendo su relato, cuando se encontraba esperando en la cola de la caja, escuchó un murmullo procedente de la calle y vio que entraba en la tienda una señora muy asustada y un grupo numeroso de personas mirando hacia el garaje del edificio de Caja Cantabria.

Entonces salió y vio que un joven tenía a su perro "acorralado" y lo estaba "pateando". La dueña le vio dar dos patadas "fuertes en el abdomen", en el costado izquierdo. Ella le llamó, el animal consiguió escapar, caminó dos o tres metros y cayó al suelo con convulsiones. Allí murió.

La versión del acusado es distinta. Sostiene que cuando, en compañía de su novia, iba pasando con su perro, un Shar Pei llamado Golfo, el otro perro atacó al suyo y le mordió y él les intentó separar con la mano. Cuando lo consiguió, Blas vino hacia él "a morderme" y entonces él puso "el pie" para evitarlo.