En todo momento y en infinidad de ámbitos es fundamental escuchar a nuestros alumnos. Y no solo en lo tutorial, que es evidente, sino también desde perspectiva académica.

A veces nos cuesta callarnos la boca un poco, darles tiempo a que se expliquen, a que nos cuenten sus cosa antes de lanzarnos a darles nuestras soluciones. No hay que ser especialista en tutorías ni en técnicas de escucha activa -yo no lo soy-  para ser consciente de que, como profesores, o como adultos con más experiencia, muchas veces nos cuesta esperar y escuchar. Y es un error. En cuanto empiezan a hablar ya nos lanzamos a darles la respuesta, nuestra respuesta, o nuestra solución, a sus problemas, cuando, en ocasiones, lo que más necesitan es simplemente ser escuchados.

Lo anterior, que es aplicable a cualquier ámbito de la vida, lo es también en lo académico. Escucha a tus alumnos también sobre los aspectos académicos, independientemente de la etapa en la que estés. Por una parte, se sentirán escuchados, verán que para ti sus opiniones son importantes, y se verán valorados y respetados. Por otra, aprenderás muchas cosas. ¿Quién mejor que los que reciben tus clases pueden darte su opinión sobre ellas?

Especialmente si estás introduciendo cambios, si aplicas nuevas metodologías, en mi caso, estoy aplicando el modelo Flip Classroom, necesito conocer su opinión.

Esto, en realidad, debería hacerse en cada clase, de un modo “aparentemente informal” ir preguntando qué tal van, si están progresando, que dificultades tienen y, así, poder ir adaptando nuestro método a los diferentes grupos y alumnos.

Una de las ventajas del modelo Flipped Classroom es que te facilita más tiempo para hablar con los alumnos, y no todo ese tiempo va a ser para  resolver dudas de mate o de biología. Ese tiempo también da para mucho más. Hablar de más cosas, aunque sea brevemente. Esas pequeñas conversaciones te permitirán conocer mejor a los alumnos y, aunque puedan parecer sin importancia, resultan claves, entre otras muchas cosas, para mejorar el ambiente de la clase, hacerla más cercana y más personal.

En los últimos años, al margen de lo programa el modelo de gestión de calidad del centro, al final del curso (o en ocasiones una vez terminado un tema en el que haya hecho algo diferente) pregunto a los propios alumnos también de un modo “más formal”. Les paso un cuestionario, utilizando Google forms, para que valoren las actividades y el modo de trabajo. Aplicar un cuestionario convierte esas preguntas en algo más objetivo, con la ventaja de poder tratar esos datos de forma muy cómoda (“learning analitics” nivel básico). Además, si repites el mismo cuestionario, o al menos muchas de las preguntas, puedes ver cómo evoluciona con el tiempo la percepción de los alumnos sobre un mismo tema.

En esos cuestionario incluyo también preguntas abiertas. Esto permite  que hagan valoraciones generales. Da la posibilidad de preguntar por las principales ventajas e inconvenientes y, desde luego, pedir sugerencias para posibles mejoras. No importa en qué curso haya hecho esto, siempre me han dado ideas y sugerencias de mejora interesantes que intenté aplicar en el curso o en el tema siguiente.

Ahora estoy otra vez analizando las respuestas de mis alumnos de Secundaria, y, como otras veces, encontrando en ellas propuestas muy razonables que intentaré llevar a cabo. Así que, si estás a tiempo, escucha a tus alumnos y, a ser posible, hazlo de forma sistemática.

Las imágenes son del formulario pasado a uno de mis grupos de matemáticas de 4º ESO