Salud

Esta primavera será peor que la anterior para los alérgicos al polen

ALERGOLOGÍA

Previsiones para la primavera 2018
Melocotoneros en flor en el término municipal de Cieza (Murcia). MARCIAL GUILLÉNEFE

En España, 16 milles de personas sufren enfermedades alérgicas, y ocho millones de personas son, en particular, alérgicas al polen de las plantas

Las previsiones para este 2018 apuntan a una primavera de intensidad leve y moderada para las personas que sufren enfermedades alérgicas

Por el efecto de la contaminación, hay más alergias en las ciudades que en los entornos rurales

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Si la primavera pasada fue suave para los alérgicos, este año no lo será tanto. Las previsiones para este 2018 apuntan a que la intensidad de las alergias será moderada, sobre todo en el centro y el suroeste peninsular.

Un 30% de la población española sufre en primavera enfermedades alérgicas. Es decir, unos 16 millones de personas en España tienen que soportar los fatales síntomas que producen las alergias. Principalmente, aquellas que vienen derivadas de los pólenes de las plantas: ocho millones de personas en España son alérgicas al polen. Además, las previsiones futuras indican que en 2030, uno de cada cuatro españoles serán alérgicos al polen.

Para este 2018, y según las previsiones de la SEAIC, en Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid será una primavera moderada (los niveles máximos de polen se registrarán en Toledo con una previsión de 4.874 granos/m3). Y en la comunidad autónoma extremeña, también se prevén unos niveles moderados-altos, al igual que en Sevilla done según las previsiones se esperan unos 5.606 granos/m3. Más concretamente, y teniendo en cuenta, la sensibilización al polen de las gramíneas, los alérgicos de las zonas de Extremadura, Toledo, Ciudad Real, Madrid, Jaén y Sevilla serán los que tengan mayores problemas.

Por su parte, los alérgicos a los pólenes se enfrentarán a una primavera leve en la comunidad canaria, en el litoral mediterráneo (los niveles más alto se registrarán en Barcelona con 1.231 granos/m3) y en la cornisa cantábrica (Vitoria registrará los niveles más altos con 2.761 granos/m3).

"Atendiendo al número de gramíneas recogidos, podemos clasificar una primavera como muy leve (menos de 1.000 granos/m3), leve (menos de 4.000 granos/m3), moderada (entre 4.000 y 6.000 granos/m3) o intensa (más de 6.000 granos/m3)", explican los doctores Joaquín Sastre, presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) y Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de esta sociedad científica, en una rueda de prensa, celebrada este lunes 19 de marzo en Madrid.

Las previsiones son similares a las del año pasado. Sin embargo por el calor que hizo durante los meses de abril y mayo, acabó siendo una primavera más leve para las personas alérgicas. "El calor hace que las gramíneas se sequen rápido. Las alergias empezaron, en 2017 mucho antes, pero fue en general una primavera muy benigna para los alérgicos", indica el presidente de la SEAIC, que este año celebra los 40 años de la aprobación de la Alergología como especialidad médica reconocida y 70 años de la fundación de esta sociedad.

Este otoño ha sido suave pero no así el invierno, donde se han registrado temperaturas más bajas que años anteriores. Algo muy importante para el enraizamiento de los cereales como el trigo, la cebada, la avena o el centeno o para las gramíneas salvajes. El frío, también, ha retrasado el crecimiento y polinización de las plantas, cipreses y arizónicas.

El escenario ideal para los afectados es que "la primavera sea muy calurosa y/o con muchas lluvias", indica Sastre. Por su parte, el peor de los escenarios sería que "las temperaturas sean suaves y no llueva. Las lluvias en primavera hacen que el polen se humedezca y caiga al suelo. Por su parte, cuando la temperatura es muy alta se secan las gramíneas, pero de lo contrario la polinización puede durar dos meses, y dar más problemas".

En los últimos 10 años, explica por su parte Moral, se ha duplicado el porcentaje de alérgicos a los pólenes que más alergias generan. Las gramíneas han pasado del 34% al 74%, la arizónica del 9% al 23% , el plátano de sombra y la salsola del 7% al 14% y el olivo del 30% al 52%. De ahí que las previsiones para el el año 2030 sean que uno de cada cuatro españoles serán alérgicos al polen. La causa de todo esto parece clara: la contaminación y el cambio climático.

Más alergias en las ciudades

El efecto de la polución hace que haya más alergias en las ciudades que en los pueblos. La calefacción y los motores diésel alteran la estructura del polen, haciendo que éste genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa y aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas más susceptibles. "Las proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y poblaciones que viven cerca de las autopistas en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación. Por ello, en las ciudades se producen más casos de alergia a pesar de que la concentración de polen sea más alta que en las ciudades", explican los especialistas.

Pero no sólo la contaminación es un factor a tener en cuenta, también lo es el cambio climático. En los últimos 100 años la temperatura de la tierra ha aumentado un grado, se ha producido un calentamiento global provocado por los gases de efecto invernadero como dióxido de carbono que producen vehículos y fábricas. El cambio climático modifica los factores meteorológicos y altera por tanto los ciclos de polinización. Por ello el período de floración el polen dura mucho tiempo: estamos meses expuestos al polen.

"Es importante mejorar la calidad del aire en las ciudades", asegura Sastre aludiendo a cifras de la Organización Mundial de la Salud: una de cada seis muertes en el mundo se debe a causas relacionadas con la contaminación. Para ello es fundamental tomar medidas tecnológicas como modernizar los procesos industriales y el cambio de flota, adaptando el combustible que consumen los transportes públicos; y también adoptar medidas no tecnológicas como la reducción de la velocidad, aparcamientos alternativos, peatonalización de las calles, más protagonismo a las bicis y realizar controles de especies alergénicas.