Una dieta saludable ayuda a prevenir el declive cognitivo asociado a la edad

Compartir la mesa

La Fundación Alicia celebra las primeras jornadas de alimentación para un envejecimiento saludable

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La dieta afecta de forma clara al cerebro y a cómo envejece.

Fundació Alícia

En 2006 una comisión de la Agencia Espacial Europea visitó la Fundació Alícia. Querían saber qué podían dar de comer a sus astronautas. No se trataba tanto de ofrecerles las mejores “pastillas” que suplieran sus necesidades nutricionales, sino de darles alimentos reales, que pudieran reconocer y saborear. Habían detectado que era de suma importancia para la salud mental de los tripulantes de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), que se pasaban mucho tiempo solos, lejos de casa, de sus familias, que pudieran tomar comida de verdad, que los vinculara emocionalmente a la Tierra.

“Que somos lo que comemos es una obviedad. Nos construimos comiendo, desde el punto de vista de la maquinaria del organismo, de las conexiones neuronales, a nivel fisiológico. Pero la comida también tiene significados y emociones asociadas”, explica Toni Massanés, al frente de la Fundación Alicia. La dieta afecta a las emociones y las emociones, a la dieta. Y eso se aplica, sobre todo, en la tercera edad.

“Hay desnutrición provocada por el sentimiento de soledad”, señala este gastrónomo. El ejemplo más acuciante son las personas mayores, sobre todo mujeres, que cuando se quedan solas, dejan de cocinarse y apenas comen. O lo hacen casi por obligación. Su dieta se resiente y eso se ha visto que acelera el proceso de degeneración cognitivo asociado a la tercera edad.

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Pepe Baeza

El problema, además, va en aumento. En España, dos de cada 10 personas tienen más de 65 años, una proporción que se espera que siga creciendo en los próximos años en buena medida gracias a los avances médicos. Pero, ¿cómo ayudar a prevenir y a frenar esa pérdida de capacidades intelectuales asociada a la edad y también a la dieta? Expertos de diversos ámbitos se dieron cita en la Fundación Alícia la pasada semana, en el marco de las primeras jornadas sobre alimentación para un envejecimiento saludable, para intentar dar respuesta a esta cuestión.

“La dieta afecta de forma clarísima al funcionamiento del cerebro y también a cómo envejece”, asegura Mercè Boada, directora médica de la Fundación ACE, Institut català de neurociències aplicades. Aunque solo supone el 2% del peso corporal, consume el 25% de las calorías que ingerimos. Y como el resto de órganos, necesita determinados nutrientes para funcionar óptimamente, crear neurotransmisores, mantener estructuras, generar la energía que requiere.

La dieta afecta de forma clarísima al funcionamiento del cerebro y también a cómo envejece”

Mercè BoadaDirectora científica Fundación ACE

“Necesitamos comer y que los alimentos nos nutran y nos proporcionen los componentes necesarios para frenar el deterioro cognitivo”, resalta Boada, quien añade que en estudios realizados con personas a partir de los 55 y de los 75 años, se ha visto que con la edad la alimentación es deficitaria en nutrientes. “Se vuelve muy monótona, basada en unos cuantos ingredientes que siempre son los mismos. Y eso contribuye sobre manera al declive cognitivo”, destaca y subraya que hay numerosa evidencia científica que demuestra que “comer variado, saludable, se puede usar como estrategia preventiva para la pérdida de cognición, de capacidad intelectual durante el envejecimiento”.

En este sentido, la Fundación ACE está llevando a cabo un estudio con 200 personas a las que analizan su microbiota intestinal, los más de 100 billones de microbios que habitan sobre todo en el colon. El objetivo es descifrar su papel en la absorción de alimentos y en la distribución de nutrientes. “En función de la alimentación se puede entrar en un proceso de inflamación y se sabe que la inflamación sistémica crónica es un factor de riesgo para muchas enfermedades, entre ellas el Alzheimer”, declara Boada.

Aunque presentará las conclusiones de este estudio más adelante, este otoño, la directora científica de la Fundación ACE avanza que ya han comprobado que se necesita una variedad de fibras, presentes en vegetales y frutas, para que la microbiota esté bien alimentada y sea variada. Y eso, a su vez, le permite a la persona tener aminoácidos y estar bien nutrida. “El círculo se cierra. Al final todo el organismo trabaja para que un solo órgano, el cerebro, pueda funcionar”, resume la directora médica de esta Fundación.

Comer variado, saludable, se puede usar como estrategia preventiva para la pérdida de cognición, de capacidad intelectual durante el envejecimiento”.”

Francisco Guarner, investigador del Instituto de Investigación Vall d’Hebron (VHIR) es uno de los expertos mundiales en microbiota intestinal. Para este gastroenterólogo, no se trata tanto de lo que comes, sino de lo que dejas de comes. “Lo que no comes hace que pierdas diversidad en microbiota. Las bacterias que resisten son las que viven más de la pared intestinal, alimentándose del moco intestinal, e induciendo a estados inflamatorios”, explica y añade que las dietas que incorporan frutos secos, verduras, pescado, “se asocia a personas mayores con menos deterioro cognitivo, mejor memoria, capacidad de observar”.

La relación es bidireccional: la soledad, que influye en la depresión, la agitación, la apatía, hace que muchas personas se nutran mal. Y las enfermedades mentales, a su vez, hacen que la nutrición de las personas no sea la adecuada. “Con la edad se producen una serie de cambios fisiológicos que hacen que las personas mayores vayan pierdo el sentido del gusto y con él, las ganas de cocinar y de comer. Y al final se acaban tomando el pollo a la plancha y un yogur. Lo que repercute sobre su salud global y, sobre todo, cerebral”, dice Boada.

La solución, coincidieron los expertos de estas jornadas en señalar, pasa por devolver el placer de comer a las personas mayores. Y eso pasa por el entorno social, sobre todo. “Si pueden estar acompañadas, que se las cocine bien, se les ofrezca un buen ágape, con la mesa bien puesta, los alimentos bien dispuestos, que seduzcan, eso contribuye a combatir la soledad y el envejecimiento. Compartir una comida con otros, eso que es tan mediterráneo, hace que comamos mejor y es un factor crucial neurológico de estimulación cognitiva”, comenta esta neuróloga.

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Agustí Ensesa

Además de la compañía, está el placer. Muchas personas mayores o enfermas son incapaces de deglutir los alimentos y eso se une a la pérdida de interés por la comida. “A menudo se tienen que enfrentar a cambios fisiológicos, psicosociales, traslado de domicilio, ingresos en hospitales.. Se trata de intentar paliar esas situaciones e intentar potenciar que la persona recupere el interés por comer. No es solo que la comida que tome sea nutricionalmente equilibrada, sino que los abuelos estén motivados, en compañía”, resalta Fabiola Juárez, nutricionista e ingeniera agrónoma especializada en industria alimentaria de la Fundación Alicia, que investiga cómo dotar a los alimentos triturados de texturas para hacerlos atractivo de nuevo. Por ejemplo, al triturar una paella, servirla en una paellera pequeña, emplatando simulando un mejillón o triturando por partes. “Tenemos que conseguir que la comida siga provocando emociones, trabajar con el placer del plato”, asegura.

Compartir una comida con otros, eso que es tan mediterráneo, hace que comamos mejor y es un factor crucial neurológico de estimulación cognitiva.”

Y es que, como a los astronautas a cientos de kilómetros de la Tierra, al envejecer los humanos también precisamos estar acompañados compartiendo y disfrutando de un buen ágape. No en vano somos animales sociales y necesitamos de los otros. También para mantener una buena salud mental.

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