Supersticiones en el mar | Leyendas de marineros

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Es bien sabido por todos que los marineros tienen fama de supersticiosos, pero, ¿a qué se debe esto? ¿Cuáles eran estas supersticiones? Algunas os serán familiares, mientras que otras os dejarán perplejos.

Desde tiempos remotos, cuando nuestros ancestros se lanzaron al mar, los océanos y mares han sido amados, respetados y temidos a partes iguales. El hombre siempre ha buscado dar explicación a los fenómenos que no conoce a través de los dioses, las leyendas, mitos, etc. Estos mitos y leyendas han tenido también su propia influencia dentro del mundo de la navegación.

Frente a todos los peligros acechantes del mar que pueden darse en cualquier situación y de forma inesperada, y debido a la poca seguridad que suponía navegar en tiempos pasados, los marineros se han refugiado en rituales y tradiciones (basadas en mitos y leyendas) que podían ahuyentar estos malos augurios y protegerlos de estas situaciones que podían poner en peligro a la tripulación.

La creencia general era que si se respetaban estas «normas», los dioses tendrían piedad con la tripulación, y por lo tanto no habría malas condiciones o infortunios: tormentas, fuertes vientos, oleaje y en general cualquier cosa que pudiera poner en peligro a la embarcación.

Algunas de estas supersticiones se han convertido en tradición, y se mantienen hoy en día, pero el origen de todas ellas era proteger a la tripulación de la ira de los dioses. Vamos a dar un repaso por las supersticiones más representativas y curiosas de los marineros a lo largo de la historia.

BOTADURA DEL BARCO

La primera y más significativa era el bautizo del barco, en el momento de botarlo (introducirlo en el agua). El nombre que se le ponía a cada embarcación se consideraba un aspecto realmente importante. Por ejemplo, se pensaba que bautizar tu barco con nombres como «Huracán», «Rayo» o «Tempestad» podía alentar a las inclemencias meteorológicas (aunque esto era algo habitual entre los piratas). También se consideraba que traía mala suerte cambiar el nombre de un barco que había sido ya bautizado.

Era, y es habitual aún hoy en día romper una botella de champagne contra el barco del casco durante su bautizo, cuando el barco es botado en el mar. Esta tradición proviene del antiguo rito que consistía en derramar vino sobre la cubierta del barco, como una ofrenda a los dioses, esperando que estos protegieran su barco de los males.

FECHAS QUE TRAEN MALA SUERTE

Ciertos días del año tenían fama de traer mala suerte a todos aquellos que se embarcaban y lanzaban a la mar. Siempre se ha dicho la expresión de «13 Martes, ni te cases ni te embarques», pero aparte de este día de la semana, existen otras fechas que traen «mal fario». Los viernes eran considerados malos días para embarcarse (día en que crucificaron a Cristo), del mismo modo que el primer lunes de Abril (ya que este fue el día en que Caín mató a Abel) o el día 31 de Diciembre (que es el día en que Judas se ahorcó).

AMULETOS Y TALISMANES

También era habitual creer que algunos objetos podían proteger, o traer mala suerte al navío. El típico aro de plata colgado en la oreja, no era un adorno al azar, pues se consideraba que este servía para alejar las tormentas. Del mismo modo, se pensaba que esconder algunas monedas de plata en el barco durante su construcción podía proteger al barco, y era habitual colocar estas monedas bajo el palo mayor. Sin embargo, el objeto que más se relacionaba con la protección del barco eran los distintivos mascarones de proa. En su origen, estas figuras tenían un sentido religioso y se colocaban dentro del barco. Posteriormente, estas figuras pasaron a colocarse en la proa del casco del barco, y solían tener forma de animal o de figura femenina (ya que se creía que las formas femeninas podían amansar a los dioses). En el caso de que el barco naufragara, y por lo tanto el mascarón hubiera fallado en su misión, a este se le cortaba la cabeza para que quedara totalmente inutilizado.

Por el contrario, también existían objetos que traían mala suerte al navío. Por ejemplo, subir con paraguas a bordo podía llamar a las tormentas, o subir con flores podía traer alguna desgracia (debido a su asociación con los funerales). Era una práctica común también entre los marineros arrojar a los fallecidos al mar, envueltos en una mortaja y atados a una bola de cañón, para evitar que los fantasmas de estos pudieran perseguir al barco.

ANIMALES QUE DAN SUERTE

Los animales tampoco se salvaban de estas supersticiones. Siempre se vio con malos ojos subir a bordo animales con pelo, mientras que los animales con plumas se consideraba que traían buena suerte, aunque los gatos eran de los pocos animales con pelo bien recibidos por los marineros. Los gatos se consideraban buenos compañeros a bordo, ya que además de traer buena suerte, se encargaban de mantener a raya a los roedores que pudieran rondar por cubierta.

También se consideraba un presagio de muerte que un tiburón siguiera a un barco por su popa, mientras que la aleta de este era considerada como un talismán de protección.

Una de las más extendidas era que hacer daño, o matar un albatros (uno de los pájaros más grandes que se pueden ver en el Océano) podía traer graves consecuencias. El origen de este tabú está en la antigua creencia de que las almas de los marineros fallecidos eran llevados al otro mundo por estas aves.

HOMBRE AL AGUA

«¡Hombre al agua!» Después de pronunciar esta temida frase, era habitual dejar al náufrago a su suerte en el mar, pues se consideraba que podía traer mala suerte rescatar a alguien que se estaba ahogando en el mar. Esta acción podía significar inmiscuirse en los asuntos de los dioses, del propio mar o del destino. Por otra parte, es interesante comentar que una creencia muy extendida era que el cuerpo de los ahogados se hundía directamente en el fondo, a los 9 días resurgía la superficie durante un momento efímero, para después volver a hundirse para siempre en las profundidades. Se pensaba que ver el cuerpo de un ahogado flotando (durante ese breve periodo de tiempo) era un símbolo de mal presagio.

GAFES

Es también bien sabido que los marineros consideraban a ciertas personas como un peligro, o como un imán de lo malo. Antiguamente, las mujeres, los curas, o los finlandeses no eran bien recibidos en los barcos (estos últimos se consideraban brujos que eran capaces de invocar tormentas). Del mismo modo, se consideraba que cruzarse con un pelirrojo, o una persona de pies planos antes de embarcarse también podía traer mala suerte (la única forma de evitar esto era hablar con esas personas antes de que ellas te hablaran a ti).

De la misma forma, no era buena idea subir difuntos, o incluso un ataúd vacío a bordo, por las implicaciones y simbología que esto conllevaba.

Muchos marineros eran catalogados bajo el nombre de «gafe» o «yeta» (en Argentina). Cuando se producían problemas recurrentes y uno de estos marineros se encontraba siempre en el mismo lugar, se empezaba a considerar que ese marinero era un «yeta» o «gafe». Algunos marinos afirman hoy en día que este tipo de personas existen, que incluso intentan no pensar en ellos cuando se encuentran navegando en alta mar, y que solo el hecho de nombrar a estas personas puede traer consecuencias nefastas para la embarcación y sus tripulantes.

PROHIBIDO SILBAR

Además, estaba totalmente prohibido para cualquier persona silbar en el barco, pues se pensaba que esto podía despertar a los vientos, o hacer sonar el cristal de una copa (lo que provocaba el ahogamiento de algún marino en alguna parte del mundo).

Existe un enorme número de estas creencias y supersticiones, que además varían de unos lugares a otros, en función de la cultura y las tradiciones de cada sitio. De hecho, existen amplios estudios sobre estas cuestiones, pero dado que no tenemos tanto espacio ni tiempo, haremos un repaso sobre algunas otras supersticiones aparte de estas principales que hemos expuesto anteriormente:

  • Las bolsas o maletas negras estaban prohibidas, ya que este color se relacionaba con la muerte.
  • Tirar piedras al mar se consideraba una ofensa y se pensaba que podía traer graves consecuencias.
  • Mirar hacia atrás al abandonar el puerto. Los viejos marineros decían que había que partir con la suficiente convicción y confianza para afrontar aquello que les pudiera estar esperando en el mar.
  • Se pensaba que guardar un trozo de madera robado con muescas en la quilla del barco podía hacer que la embarcación viajase más deprisa.
  • También se consideraba que aquel que subiera al barco con el pie izquierdo tendría infortunios en su travesía.
  • Perder una fregona o un cubo por la borda era señal de mala suerte.
  • Se consideraba que cortarse el pelo o las uñas en el mar durante la travesía podía traer mala suerte.
  • Estaba totalmente prohibido decir la palabra ahogado mientras uno se encontraba navegando.

Existen multitud de supersticiones buenas y malas sobre el Mar, y los oficios que conviven con él a diario. Estas son solo alguna de ellas, ¿conoces alguna más?

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