Andalucía

MENORES

La denuncia de una educadora social agredida por una menor

Daliana Ramírez, educadora social, agredida en un centro de menores de Andalucía.

Recibe un puñetazo de una adolescente y graba un vídeo culpando a la sociedad del hecho, por la mala educación que se da a los niños

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Daliana Ramírez es una educadora social de Rota (Cádiz) que trabaja en un centro de menores de la Junta de Andalucía. Uno cualquiera, no importa, porque podría haber ocurrido en cualquier parte. La madrugada del pasado miércoles subió un vídeo a Facebook en el que, mirando a la cámara, muestra un ojo morado. Ella despeja pronto las dudas. «Probablemente este vídeo no lo vean muchas personas, y no lo van a ver porque no soy famosa, tampoco voy a contar un chiste ni voy a enseñar una teta. Voy a hablar de educación, la que tenemos que dar a nuestros hijos».

Esta roteña fue agredida por una menor, de entre 16 y 18 años, que no estaba de acuerdo con que la hubieran enviado a su habitación por mal comportamiento. Primero la amenazó y luego le propinó un puñetazo en el ojo. «No quiero denunciar lo que me ha pasado: lo que quiero denunciar es lo que le pasa a la sociedad», matiza la educadora. Porque los menores que atienden en centros como en el que trabaja Daliana «ya no son de familias desfavorecidas o desestructuradas, sino que son más de clase media alta y alta, una tendencia creciente desde hace una década, y entran porque han hecho cosas graves». A estos menores «se les regala todo a cambio de que no molesten. Y llegan aquí porque son producto de una falta de atención». Son adolescentes «que lo tienen todo menos lo primordial, la atención de sus padres. Están acostumbrados a recibir siempre el sí, y no soportan un no».

Los niños «se tienen por algo. Y si no, nos compramos un cactus, que lo regamos cada seis meses y nos olvidamos de él. Los niños necesitan atención y normas. Necesitan saber hasta dónde y cuándo pueden llegar», sostiene en el vídeo, que se ha hecho viral. «Cuando los chicos llegan a los 14 o 15 años empiezan a exigirnos cosas, ésas que les hemos dado siempre a cambio de nada, porque nunca les hemos dicho que no».

Algunos resultados de esta espiral los ve Daliana en el centro en el que trabajaba hasta hace dos días, porque actualmente está de baja por la agresión sufrida. «No soy la única agredida. En el centro hay menores que recapacitan, pero otros no. «El problema es que la ley actual les premia por ser delincuentes», afirma rotunda. Tras seis meses y un día de ingreso, «tienen derecho a dos años de paro, por no hacer nada. Y ni un autónomo, que está harto de trabajar y pagar, tiene eso, así que ¿estamos locos? Les transmitimos que cuanto peor eres, mejor te irá en la vida».

Además, sostiene que «hay muchos que vuelven a delinquir solo para estar dentro, porque quieren estar allí». Y dentro, «los educadores estamos desprotegidos, no podemos hacer nada, y ellos lo saben», denuncia. Si una medida correctora por mal comportamiento supone la supresión de las actividades recreativas, «recibimos una carta diciéndonos que el menor tiene derecho a esas actividades, o nos amenaza el menor diciendo que va a hacer un escrito. ¿Solo tienen derechos? Y entonces, ¿qué obligaciones tienen?».

Daliana se declara seguidora del juez Catatayud, el juez de menores de Granada «porque lo que está haciendo es que la gente reflexione, que los menores reflexionen». Y se confiesa una enamorada de su trabajo. «Esto te tiene que gustar, si no, no hay quien lo aguante». Así que lo ocurrido «no me va a parar, ni quiero que parezca una queja contra los menores», insiste. «Es un grito para que todos abramos los ojos».