Los fondos de inversión son cada vez más populares entre los inversores debido a las ventajas que ofrecen a aquel que decide buscar un rendimiento para su dinero. Alicientes para invertir en fondos de inversión que van desde la facilidad de acceso a los mercados que permiten o la diversificación de riesgos hasta las ventajas fiscales que ofrecen.

En los fondos de inversión, distintos inversores particulares (partícipes) aportan dinero que, sumado al del resto de partícipes, será invertido por la entidad gestora en los activos que considere más adecuados, bien sean acciones de Bolsa, renta fija, divisas u otros fondos. De esta forma, el inversor se beneficia de una gestión profesional que tal vez no estaría al alcance de un particular, así como de poder invertir en mercados que para un pequeño inversor son más dificultosos. La aportación de cada partícipe es, además, bastante flexible, con mínimos bajos que, en algunos casos, llegan a apenas unos cuantos euros.

La fiscalidad de los fondos de inversión es otro de sus grandes atractivos. Los rendimientos obtenidos por la inversión en el fondo no tienen que tributar hasta que no se reembolsa parte o la totalidad de la inversión, es decir, hasta que se vende esa participación.

Además, una gran ventaja para el partícipe es que el traspaso entre fondos de inversión está exento de tributación, es decir, si mueves tu dinero de un fondo de inversión a otro, no tienes que pagar impuestos por las ganancias latentes que tengas hasta el momento.

Invirtiendo a través de fondos de inversión, el particular se beneficia de una diversificación de los riesgos, ya que la propia normativa marca límites a la hora de formar una cartera y al tratarse de un patrimonio mayor que el de un solo inversor particular se generan economías de escala y se accede a un mayor número de mercados, lo que redunda en una mayor diversificación del capital.