Opinión | EDITORIAL

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Alarmante siniestralidad en las motos

Las medidas en busca de mayor seguridad nunca serán excesivas, incluso si plantean limitar la potencia del motor en las motocicletas

Accidente de un motorista en el centro de Barcelona.

Accidente de un motorista en el centro de Barcelona.

La siniestralidad en accidentes de motos ha alcanzado en Catalunya unas cotas muy preocupantes en lo que llevamos de 2017. Son ya 29 las personas -conductores o acompañantes- fallecidas a raíz de un suceso fatal en la carretera o en la ciudad cuando a principios de julio del pasado año eran 15 los muertos en iguales circunstancias. El aumento ha llevado a la Conselleria d’Interior a proponer más formación y un rigor máximo con la tasa de alcoholemia para intentar bajar estas negras cifras. El hecho de que en casi siete de cada 10 siniestros el único implicado era el motorista, y que en esas situaciones el componente de la velocidad resultara decisivo incide en la necesidad de modificar esos dos factores mencionados.

Estas medidas planteadas por la 'conselleria' se revelan lógicas para un problema de mucho calado. Porque circular en motocicleta se ha convertido en una gran alternativa en las ciudades para ganar tiempo en los desplazamientos. Que el permiso de conducción B, el de coche, permitiera también llevar motocicletas de 125cc ha hecho que, por ejemplo, Barcelona –ya de por sí territorio motero– se haya convertido los últimos años en una de las ciudades europeas con más motos en sus calles y muchos novatos sobre dos ruedas. Y por pura cuestión de estadística, si circulan muchas más aumentan los accidentes. Unos sucesos en los que los vehículos de dos ruedas ocupan una posición de vulnerabilidad más que evidente. Como ocurre, y aún más, con los ciclistas.

La Mesa de trabajo sobre la moto, en la que han participado autoridades y representantes de sectores implicados, ha abordado también el problema de que en el 60% de los casos sin otro vehículo implicado el motorista llevaba una máquina muy potente. Ahí es donde el problema se debe intentar atajar con campañas informativas, que nunca serán excesivas, y que incidan en el riesgo de manejar un vehículo de esas características. Porque no se trata solo de si se tiene capacidad para conducir esas motos, sino de que las carreteras no son circuitos. Ni quienes las llevan tienen la pericia de Marc Márquez o Valentino Rossi. Lo que nos lleva a plantear la necesidad de debatir sobre la necesidad de limitar la potencia de motos con una velocidad que puede doblar el tope de 120 km/h. Cualquier medida se antoja positiva para ir hacia el ideal de cero víctimas en la carretera.