De blanco

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De rojo fuego pasaron a rosa pastel. Las flores de nuestro jardín iban perdiendo color progresivamente y no sabíamos por qué. Mi padre buscó en todos los libros de jardinería que tenía, que no eran pocos, sin encontrar una explicación científica a tal acontecimiento. Les cambió el abono por uno enriquecido, el riego esporádico con la manguera por un sistema de goteo, e instaló unos altavoces en el jardín para que escucharan música clásica. Pero ni Wagner, ni Beethoven, ni «La Primavera» de Vivaldi devolvieron su color rojo a aquellas flores que parecían sufrir algún tipo de enfermedad.

Cada día estaban más claras. Parecía como si quisieran llegar al blanco a toda prisa. Y entonces me di cuenta. Nuestras flores no estaban enfermas, estaban de luto. Hacía unas dos semanas que Duke, nuestro perro, nos había dejado. Tuvo una vida larga y feliz, al menos con nosotros. Lo sacamos de un refugio cuando tenía unos tres años y estuvo en nuestra casa casi otros once. Su pelo de color canela, largo y ondulado y sus largas orejas, te hacían pensar en un perro de la raza cocker, pero su hocico largo y afilado lo delataba como mestizo. Era paticorto, y algún desalmado le había cortado el rabo, o puede que naciera sin él, no lo sabíamos. Lo que sí sabíamos es que para nosotros era puro y de raza.

Solía pasar las tardes en el jardín. Se cobijaba a la sobra y disfrutaba de largas siestas, sobre todo en primavera y verano. En invierno y otoño salía menos porque mi madre pensaba que el frío no era bueno para el animal, aunque él parecía no estar de acuerdo. Siempre que alguien se acercaba a la puerta del jardín, corría a ponerse al lado, aunque estuviera en la otra punta de la casa. No dejaba pasar ni una oportunidad de salir a disfrutar de su pequeño paraíso, a él le daba igual el mes del año y los grados de más o de menos.

Creo que las flores lo echaban de menos y por eso empezaron a apagarse. Puede que, al ser conscientes de que Duke no iba a volver, decidieron vestirse de blanco. Como en muchas culturas asiáticas que consideran el blanco su color para el luto, ellas se volvieron blancas en señal de duelo por su amigo. Por nuestro amigo.

Texto: Raquel Acosta
Foto: Pilar de Miguel

 

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