IoT: Una revolución tardía
Otro aspecto tiene que ver con fomentar la innovación a través de tecnologías inteligentes: “La innovación es la clave para que las compañías se diferencien, para generar valor para sus consumidores. Para esto, las principales herramientas de IoT que deben desarrollar las empresas son sensores y máquinas inteligentes. Sin embargo, para tener éxito, esas tecnologías deben funcionar de forma integrada y con una visión de experiencia integral para las personas”, manifiesta Soto.
El tercer punto hace referencia a transformar la fuerza laboral: “Las nuevas tecnologías complementarán el talento humano. Las tareas más mecánicas serán realizadas por tecnología, por lo que las compañías deberán fomentar el desarrollo de talentos de sus trabajadores en una forma de funcionamiento del mercado laboral muy diferente al que conocemos hoy”, expresa González.
A raíz de todos los cambios que se acercan, “la industria tiene el duro
Barreras
Los costos asociados a la implementación del IoT se aprecian como principal aspecto a la hora de establecer qué podría impedir el avance de esta tendencia. “Está claro que queda mucho por desarrollar en el tema de la conectividad hacia el interior, en Chile y en todo Latinoamérica, pero son las grandes ciudades las que generan la masa crítica necesaria para cada nueva ola en el desarrollo”, dice Iacobucci.
Por ejemplo, se estima que la inversión en IoT a nivel mundial en los próximos cinco años será de US$6 billones (millón de millón) y que su ROI a diez años será de US$13 billones.
Mientras algunos ven al internet de las cosas como tendencia lejana, hay otros como González que aseveran que la llegada de esta tendencia ya pasó, solo que aún no alcanzamos a ver sus efectos o aceptar su impacto. “IoT es un mercado en desarrollo, dinámico y con un ecosistema en construcción, con un modelo de negocios que aún no está definido”, concluye el ejecutivo de Accenture Chile .P
YA DESDE hace algunos años estudios en todo el mundo anticipan un crecimiento explosivo en la cantidad de dispositivos conectados a través de las redes móviles. Esta revolución, conocida como Internet de las Cosas, abarca actividades de nuestra vida que van desde el transporte, educación, procesos industriales, seguridad hasta la salud.
El punto es que esta revolución está tardando en llegar, al menos en nuestro país y en Latinoamérica. Salvo casos puntuales de proyectos a gran escala en Brasil y México orientados a control vehicular, la revolución del IoT aún no se ve pese a las evidentes mejoras que esta nueva ola de servicios traerá, por ejemplo en la reducción de los costos de transacción o las eficiencias operacionales derivadas de la cantidad de información recopilada en tiempo real. Entonces, ¿qué falta? Al menos hay cuatro desafíos que encarar para que el IoT sea lo que promete ser.
En primer lugar, con respecto a la Seguridad, imaginemos un mundo en que cada cosa está conectada. Nuestro auto, casa, electrodomésticos y nuestro reloj, por mencionar algunos. ¿A dónde van todos estos datos? De qué manera se almacenan? ¿Quién puede acceder a ellos y para qué? La seguridad de los datos en IoT es un tema en discusión en todo el mundo y, si bien hay avances importantes en tecnologías seguras de almacenamiento y transporte, el tema aún no está cerrado.
En regulación, ¿todos los bits son iguales en un mundo conectado? Por ejemplo, ¿tienen la misma prioridad los bits que contienen la actualización de mi estado en Facebook que los bits enviados desde una ambulancia a un hospital? ¿Ambos tienen el mismo precio? ¿Requieren tratamientos distintos? La respuesta a estas preguntas no es técnica ya que hoy todos los bits, desde una óptica regulatoria, son iguales. En un mundo IoT esto es discutible.
Con respecto a la integración, muchas de las soluciones IoT están naciendo de pequeñas empresas de alta tecnología en luga-
La innovación es la clave para que las compañías se diferencien y generar valor para sus consumidores.
La transformación digital representará una oportunidad de ingresos por US$320 mil millones al 2025.
Esta revolución está tardando en llegar, al menos en nuestro país y en Latinoamérica.
¿Tienen la misma prioridad los bits con información del Facebook que los enviados desde una ambulancia al hospital?