Dos nuevos estudios concluyen que no solo dormimos para descansar

Mientras dormimos el cerebro lleva a cabo un proceso que los científicos llaman ‘smart forgetting’

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¿Alguna vez os habéis preguntado por qué dormimos? Pasamos un tercio de nuestra vida haciéndolo y aunque los científicos han hecho numerosos estudios al respecto, las respuestas divergen entre ellas: para ahorrar energía, para reparar el sistema celular del cerebro o simplemente para recuperar fuerzas.

Según un reciente estudio, de la Universidad de Wisconsin y publicado en la revista Science, dormimos para olvidar. Los científicos lo nombran ‘smart forgetting’ (olvido inteligente), y es una función que ayuda a deshacerse de toda aquella información irrelevante que aprendemos a lo largo del día.

Es una función que ayuda a deshacerse de toda aquella información irrelevante que aprendemos a lo largo del día”

Cuando estamos despiertos las conexiones entre las neuronas -sinapsis- crecen favoreciendo la rápida transmisión de información entre ellas. Todo lo que aprendemos de manera consciente e inconsciente debe almacenarse y para ello se crean nuevas conexiones. En ellas, la información se transmite entre el axón de una neurona, que es la prolongación encargada de conducir el impulso nervioso, y la dendrita de otra, que es la parte que recibe el impulso.

El equipo de la Universidad de Wisconsin analizó con una tecnología avanzada que permite ver hasta 7.000 conexiones sinápticas en 3 dimensiones el cerebro de cuatro ratones que habían dormido y el de otros cuatro que habían permanecido despiertos toda la noche y descubrieron que los ratones que habían dormido tenían un 18% menos de conexiones sinápticas que los otros.

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Así descubrieron que para contrarrestar el esfuerzo que realiza durante el día mientras se crean tantas sinapsis, el cerebro usa el momento en el que dormimos para eliminar aquella información que no es relevante a la vez que guarda toda aquella que sí que lo es.

Un segundo estudio, liderado por Graham Diering de la Universidad John Hopkins, añadió que hay una proteína muy importante que toma partida en esta reducción de las conexiones sinápticas y del almacenamiento de la información, la Homer1A, una variante corta de la proteína Homer.

Durante el día, se crean tantas sinapsis que -explican los expertos- “los circuitos se hacen muy ruidosos”

Durante el día, su función principal es la de recibir otras proteínas que se utilizan en las conexiones sinápticas y almacena la información debajo de la membrana celular. Durante la noche se encarga de reducir estas conexiones y empezar el proceso de “purga” de aquello irrelevante.

Para demostrar la importancia que tiene esta proteína en el aprendizaje, los expertos volvieron a utilizar ratones divididos en dos grupos. Unos producían esta proteína y otros las tenían bloqueada. Esta vez los dejaron en un circuito en el que recibieron descargas eléctricas al pasar por zonas localizadas. Al día siguiente, los volvieron a poner en el mismo circuito para ver cómo reaccionaban.

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Los ratones con la proteína bloqueada estaban más confundidos, lo que indicaba que durante la noche no habían eliminado información vieja y almacenado la nueva. Mientras que el otro grupo de ratones sí recordó que debía evitar los sitios en los que recibieron la descarga. Los científicos concluyeron que el trabajo de la proteína Homer1A es fundamental para eliminar aquello innecesario y contribuye a obtener unos recuerdos más nítidos.

El trabajo de la proteína Homer1A es fundamental para eliminar aquello innecesario y contribuye a obtener unos recuerdos más nítidos”

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