Las grandes cifras de ventas no siempre significan el buen rumbo de una compañía. Y sino que se lo digan a Lily. Esta start-up que creó uno de los primeros drones autónomos ha anunciado el cierre. Pese a 32 millones de euros conseguidos en las pre-reservas de su dispositivo, la compañía no ha conseguido la financiación suficiente para sostenerse.
Según llega desde Tech Crunch, la compañía ha comunicado la decisión. «En los últimos meses, hemos intentado conseguir la financiación para la producción y envío de las primeras unidades pero no lo hemos conseguido. Por ello tenemos que cerrar y devolver todo a los clientes», comentaban en la nota oficial.
Lily llegó dispuesto a revolucionar el mundo de los drones con un dispositivo volador autónomo asistido por inteligencia artificial. Una innovación que captó la atención de varios inversores que pusieron 14 millones de dólares para impulsar el negocio de esta compañía. Un buen comienzo para la que aspiraba a ser la directa competencia de Hover y otros. Incluso contó con potenciales compradores como Snapchat que finalmente no cerraron trato.
De hecho, su programa con los primeros pilotos ya estaba en marcha. Algunos clientes habían probado el dispositivo y su éxito hizo que las reservas anticipadas crecieran esperando que los primeros drones llegarán a mitad de diciembre de 2016. Sin embargo, nunca lo hicieron. Los costes superaron los ingresos y todo se quedó «en aguas de borrajas».
Curiosamente, el apoyo de los clientes -tan complicado de conseguir- así como el de algunos inversores no ha sido suficiente para llevar a buen puerto la actividad comercial. Lily no ha superado la prueba en un terreno donde la competencia comienza a ser exacerbada, aún sin haber explotado su demanda en el consumo y mucho menos, en el área profesional.
