Querido alcalde, con el debido respeto:

Cada vez que tengo que ir al hospital de Santa Lucía me acuerdo del susto que me llevé el primer día que estuve allí. Y no, no fue por una llamada precipitada en mitad de la noche, ni por un accidente grave de algún conocido, ni por tener que visitar a un familiar ingresado. Es más, creo recordar que mi inauguración personal del hospital fue por un motivo de alegría: el nacimiento de un sobrino. El sobresalto vino cuando tuve que pagar el parking.

Cuando va usted por allí, sin coche oficial claro, y después de hacer lo que tenga que hacer, vuelve a recoger su coche y se dispone a pagar el ticket del aparcamiento; ¿no tiene la impresión de que a la máquina expendedora solo le falta el caballo, el poncho y el trabuco, para convertirse en Curro Jiménez? Porque a mí me queda la misma sensación que sentiría si me atracasen en mitad de un descampado.

Por eso me alegré tanto el mes pasado cuando la Comisión de Economía, Hacienda y Presupuestos de la Asamblea Regional aprobó una propuesta de Podemos en la que se pide un aparcamiento disuasorio y más económico para los usuarios del hospital cartagenero.

Lo malo es que ya sabemos cómo van las cosas de palacio y, claro, ahora es el Gobierno regional el que tiene que habilitar una parcela que hay junto al hospital de Santa Lucía y que, en principio, estaba destinada a la Escuela de Enfermería que finalmente se ha ubicado en el Rosell, para que pueda ser utilizada como aparcamiento.

Aunque no todo depende del Ejecutivo murciano, también usted y su Gobierno tienen algo de responsabilidad en este proyecto ya que como dijo el diputado Antonio Urbina, una vez que se construyan las 180 o 200 plazas que se podrían habilitar en esos terrenos, se tendrían que mejorar los accesos, acondicionar un carril bici y potenciar el transporte público.

Lo que parece urgente es intentar solucionar el problema que a los cartageneros se nos plantea cada vez que necesitamos acudir al hospital. Como también decía este diputado se hace «difícil de entender que, en la proyección de una obra nueva, donde mediaron cesiones de suelo municipal y donde debiera primar el carácter de servicio público, el negocio en forma de aparcamiento de pago penalice la prestación de un servicio público esencial de carácter universal y gratuito como es el sanitario».

Según los datos aportados por el diputado Urbina, «un vehículo particular tiene que abonar casi un euro por hora; pero peor aún son las plazas del servicio de Urgencias, ya que en este caso el coste llega a 41,35 euros de máximo diario».

Teniendo en cuenta que fue en el año 2010 cuando la empresa encargada de gestionar el aparcamiento del Santa Lucía, obtuvo la concesión; parece que ha tenido tiempo suficiente para rentabilizar con creces, la inversión que tuviera que hacer en su día. Ya va siendo hora de que a los cientos de usuarios que tenemos que ir a ese hospital en un momento u oto, nos faciliten la posibilidad de aparcar sin tener que pedir un préstamo en Cofidis.

El móvil

¡Bravo por Sauces!

Pero no todo son incoherencias y despropósitos en esta Cartagena nuestra. También contamos con gente capaz de trabajar desinteresadamente y durante muchos años en colectivos y asociaciones de vecinos ejemplares como Sauces. Allí no solo se ocupan del bienestar de los residentes de la zona, sino que además intentan llenar el ocio de los más jóvenes facilitándoles una formación musical y dándoles la oportunidad de participar en esa banda que se ha convertido, con el paso de los años (más de 30 ya), en una de las más prestigiosas de la Región. Hace unos días tuve ocasión de asistir al concierto que cada año organizan en honor de Santa Cecilia, y que en esta ocasión se celebró en El Batel (por cierto siempre que voy por allí, se me queda cara de tonto al ver como pagamos el plástico al precio del oro macizo). Pero volviendo al concierto les diré que me pareció especialmente emotivo cuando los nuevos músicos se fueron incorporando a la banda, acompañados por sus profesores y familiares, muchos de ellos músicos de la banda también.

Aunque si hubo un momento verdaderamente representativo del trabajo de esta agrupación musical fue al final de la gala, cuando se unieron a la banda cerca de 20 adultos y jóvenes y más de 30 niños y niñas para cantar una selección de pasodobles que conquistó a todos.