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Un espacio excepcional en el reino de las maras

La Casa Tomada, en San Salvador, neutraliza la violencia en uno de los barrios más conflictivos

Presentación de la Casa Tomada en la Casa América de Madrid
Presentación de la Casa Tomada en la Casa América de MadridMIGUEL LIZANA
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Enfrente nomás, se encuentra la embajada de España, en la colonia San Benito de San Salvador. Detrás, el sector de Las Palmas (miles de personas hacinadas en una barranca, el origen de los cabecillas más peligrosos de la Mara 18 Revolucionaria). En medio, La Casa Tomada, un lugar mítico ya en la capital salvadoreña que, como en el cuento de Cortázar del que prestó su título, han ido ocupando toda clase de espíritus creativos. Actualmente alberga 17 espacios de cine, radio, teatro, música o malabares, entre otras disciplinas, mediante un modelo de gestión público y privado. Interacción y aprendizaje mutuo. Colaboración e iniciativas de transformación social. Todo un centro artístico que se nutre también de la energía del barrio aledaño donde viven muchos participantes asiduos.

Durante la presentación de la iniciativa que tuvo lugar la semana pasada en Casa de América, en Madrid, Fernando Fajardo, director del Centro Cultural de España en El Salvador, y uno de los impulsores más entusiastas de la Casa Tomada, destacó la participación y vitalidad de los colectivos y artistas de la sociedad civil de ese país centroamericano. El proyecto nació en un contexto de gran reducción de fondos españoles para la cooperación. “Había que responder con iniciativas imaginativas que tuvieran impacto ante la falta de presupuesto. También nos fijamos en otros antecedentes, en proyectos donde lo público presta espacio a colectivos privados en modelos de autogestión, como La Tabacalera de Madrid”. Fajardo cree que ejemplos como La Casa Tomada o La Tabacalera son una propuesta de trabajo colectivo y una herramienta de cultura para el desarrollo y la paz frente a tendencias que ensalzan la individualidad y el hombre hecho a sí mismo.

Un lugar de encuentro para la democracia

En la cafetería de la Casa Tomada es posible encontrarse a altos funcionarios del Gobierno, o al único cineasta centroamericano galardonado con un Oscar, André Guttfreund, o a los periodistas del diario digital más celebre de América Latina, Elfaro.net, con jóvenes del barrio marginado de Las Palmas y artistas de la calle. Se trata de un espacio excepcional, porque “lo que pasa adentro, no suele ocurrir afuera, por desgracia”, señaló en la presentación de Casa de América, Sira Abenoza, profesora de Esade y experta en responsabilidad social empresarial. Ella colaboró con la Casa Tomada en la creación de un vivero de industrias creativas y en la promoción de proyectos de emprendimiento social. “Se trata de un lugar de encuentro, porque allí dialogan personas de diversos estratos sociales en un país muy desigual y donde lo normal es que nunca se junten”. Recordó lo que decía el filósofo y profesor de Harvard Michael Sandel: “Uno de los problemas de nuestras democracias es el de no contar con espacios donde las personas diferentes entre sí se encuentren". Por eso, opina, la Casa Tomada es un "desafío a la tendencia aislacionista de los colectivos, no sólo en El Salvador, sino en el mundo. Las democracias se empobrecen cuando el discurso social sólo se produce entre personas que piensan y viven igual”.

Si bien el arte no necesita dotarse de un sentido utilitario, en un contexto tan violento, es pertinente preguntarse sobre su efecto en la convivencia social

La actriz y comunicadora Paloma Valenciano vivió varios años en El Salvador y trabajó en La Casa Tomada. En la presentación en Casa de América subrayó la energía que se proyecta en las actividades teatrales y en la Radio Tomada que emite desde ese espacio de gestión colaborativa: “Abrimos la emisorara a todo tipo de personas y de ideologías para que se escucharan los unos a los otros. El Salvador es muy pequeño pero muy diverso”.

Las voces de muchos otros protagonistas pudieron oírse mediante la proyección de un vídeo casero en el que se presentan las múltiples iniciativas de la Casa Tomada. César Erazo, experto agrícola y responsable del huerto ecológico, la calificó como “una gran fumada, un desborde de creatividad, de energía y creatividad popular”.

¿Es sostenible un proyecto así? Fernando Fajardo anticipó una respuesta con un planteamiento que no parece políticamente correcto. “¿Por qué todo tiene que tener una continuidad uniforme? ¿Qué pasa si desaparece la Casa Tomada porque es inviable? Creo que no acaba todo ahí, sino que se trata de iniciativas que luego pueden generar otras. Y precisamente su fuerza radica en eso. No hay que obsesionarse con la sostenibilidad tal como la entendemos en muchos proyectos de desarrollo.

Ocupación de espacios públicos contra la violencia

Si bien el arte no necesita dotarse de un sentido utilitario, en un contexto tan violento, es pertinente preguntarse sobre su efecto en la convivencia social. Fajardo aseguró que la acción cultural de la Casa Tomada no sólo se circunscribe al espacio físico de ese centro, sino que se irradia con sus actividades en el conflictivo barrio de las Palmas. “En los últimos 18 meses no ha habido incidentes con víctimas mortales en él. La actividad cultural, que se desarrolla directamente en el barrio, como el teatro de calle en espacios públicos incide en la convivencia positivamente. Para ello han sido clave los grupos de mujeres que llevan a la escena la violencia que han sufrido y que a veces pasa inadvertida en medio de una ciudad tan violenta como San Salvador, en un país con 23 homicidios al día. Ahora hay más gente que puede entrar en Las Palmas”. Sin embargo, el mismo Fajardo no puede hacerlo en estos momentos: a un individuo de la zona se le antojó amenazarlo de muerte.

El contexto es complejo. Un país minado por la violencia durante su última guerra civil, crímenes aún pendientes de juicio, como el caso de los jesuitas asesinados en 1989, y la delincuencia de las maras. “La cultura puede neutralizar en gran medida la violencia. Hay que verlo allí, en el barrio”, afirmó.

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