Ribeira Sacra, un robledal sagrado en el corazón de Galicia

EXPRESO - 22.09.2014

Ourense Por la vertiente orensana, un buen comienzo puede ser Castro Caldelas, perfecta atalaya y fortaleza de realengo hasta que, en el siglo XIV, el rey Alfonso XI la cedió al conde de Lemos

Entrada natural al corazón de Galicia, tierra de viñedos escalonados, calzadas romanas y claustros románicos con filigranas de cantería; la Ribeira Sacra es una de las comarcas más espectaculares y misteriosas de la España verde.
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Surcada por los ríos Miño y Sil, que dan forma a esta tierra milenaria, ofrece estampas diferentes según se descubra en tren, navegando, o recorriendo despacio estos paisajes intrincados de tradición y leyenda. Lo importante es saborear sin prisas el camino.
 
Míticos orígenes
Da igual que su nacimiento se explique por la tectónica o por la mitología (agresión de Juno en un ataque de celos por los amoríos de Júpiter con la tierra gallega), da igual que su nombre sea auténtico o deformado por el tiempo y los traductores (nos gusta la versión de robledal sagrado, ‘rovoyra sacrata’, que habría evolucionado erróneamente hasta su nombre actual).
El caso es que esta profunda herida, exageración geográfica, laberinto de hoces acuíferas, se halla repleta de tesoros naturales y artísticos, cuya historia permanece escrita en sus piedras. Entre ellas, colgado de una pared, el ferrocarril recorre el desfiladero y los barcos fluviales, bajo sotos, peñas y ermitas, parecen navegar hacia el centro de la tierra. Mientras, las milenarias cepas brotan cada año para el milagro de un nuevo vino.   
 
Geografía exagerada
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Hablamos hoy de la Ribeira Sacra, comarca surcada por el ‘padre’ Miño y el caudaloso Sil, centro geográfico de la Gallaecia romana, en los confines de Hispania; una sucesión de gargantas visible con nitidez desde los aviones comerciales que la sobrevuelan habitualmente en comunicación con Madrid, la capital del reino. Además es la entrada natural hasta el corazón de Galicia, en España.  
Está atravesada por dos carreteras nacionales: de Este a Oeste, la N-120 (Logroño-Vigo), que entra por el cañón del Sil desde Valdeorras y conecta Monforte con Ourense, y de Norte a Suroeste, la N-540 (Lugo-Ourense), por Chantada. También está cruzada por el ferrocarril que comunica Galicia con Madrid, vía León, con estaciones en Os Peares (confluencia Miño-Sil), San Pedro de Sil, San Estevo do Sil, Areas, Canabal, Monforte, Pobra do Brollón y San Clodio-Quiroga.
 
La historia en sus piedras

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Ourense

Por la vertiente orensana, un buen comienzo puede ser Castro Caldelas, perfecta atalaya y fortaleza de realengo hasta que, en el siglo XIV, el rey Alfonso XI la cedió al conde de Lemos. Desde su castillo divisaremos gran parte del recorrido por el valle del Sil y la comarca de Monforte.
Aventurémonos por las empinadas laderas para ir redescubriendo la historia en sus piedras... Del románico gallego, en Santa Cristina de Parada de Sil, con una iglesia de torre almenada; de la perfecta fusión de arquitectura y naturaleza, en San Pedro de Rocas, en Esgos; del barroco, en el monasterio de Montederramo; del paso desde el prerrománico hasta el renacentista, con románico, gótico y barroco por medio, en esa joya monacal que es Santo Estevo de Ribas de Sil, donde se dice que profesaron nueve obispos, como quedó reflejado en uno de los escudos de su fachada.
Actualmente es un hotel de 4* de la cadena estatal Paradores, cuyos fogones son punto de referencia del máximo nivel.
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Y ya al otro lado del Miño, contemplando la fusión de sus aguas con el Sil, 'A Peroxa' inicia la mejor colección de pazos, que se prolonga hacia el Norte por tierras de Chantada y Taboada, en Lugo.
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Lugo
Lugo aporta la ribera del Miño por ambas márgenes, desde el resucitado Portomarín y toda la Comarca de Chantada, tierras de románico, vino y sidra y paisajes de leyenda como las laderas  escalonadas de Belesar, con calzada romana incluida, desde cuya bajada vemos, colgada en la frondosa pared frontal, la ermita del Santo Estevo de Ribas de Miño, del municipio de O Saviñao, ya en Tierra de Lemos.
Esta comarca, además de bordeada por Miño y Sil, está surcada por el Cabe y presidida por Monforte de Lemos, ciudad más importante y centro neurálgico de la Ribeira Sacra. Es visita imprescindible el Colegio del Cardenal Rodrigo de Castro, también conocido como de Nª Srª la Antigua, que recuerda por su forma y tamaño al Monasterio del Escorial.
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Pero su monumento más importante es el Monasterio de San Vicente do Pino, constituido en realidad por la antigua Torre del homenaje, el Monasterio y el Palacio de los Condes de Lemos. Todo el conjunto está destinado a hotel de Paradores.
En el extremo oriental, ocupando ambas márgenes del Sil, nos espera la Comarca de Quiroga, fértil valle donde encontraremos vestigios de la industria minera del oro en el siglo II, donde aún se puede contemplar obras de romanos, nunca mejor dicho, como el Montefurado, quees el desvío del mismísimo río Sil atravesando una montaña.
 
‘De anguilas y truchas no se hacía caso’
Mención especial merece el pueblo de Os Peares, mítico lugar en equilibrio entre dos provincias, cuatro concejos, tres partidos judiciales y dos obispados. Ya que, además de estar cruzado por el Miño, justo a este punto llega el Sil por la izquierda, con las aguas del Cabe recién incorporadas, y el Búbal por la derecha. Basta su orografía para sobrecogernos, pero merece la pena profundizar en su rica historia de milenios.
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Entre otras curiosidades, nos enteraremos de que también los romanos hicieron aquí calzadas, de que el actual puente del ferrocarril es de la ‘escuela’ de Eiffel y de que, hasta hace unos doscientos años, contaba con una de las mayores pesquerías de Galicia, que abastecía de salmones, sábalos y lampreas (‘porque de las anguilas y truchas no se hacía caso’) al monasterio de Oseira, propietario, junto con las Benedictinas de Santiago, de toda la margen derecha del Miño hasta Portomarín.
 
Una jornada en el tren
Un aliciente a mayores es el tren turístico, una novedosa propuesta de la Agencia de Turismo de Galicia, en colaboración con Renfe y el Instituto Orensano de Desarrollo Económico, Inorde.
El punto de partida es la estación de Ourense y se utiliza la línea férrea en dirección Madrid, cuyo recorrido, al principio bordeando el Miño y a continuación por los cañones de Sil y Cabe, nos va llevando a épocas remotas y pura naturaleza virgen, entre precipicios y espesos bosques inaccesibles. La primera parada es en la estación de Os Peares, que nos abre su encantador museo del ferrocarril y nos proporciona las primeras fotos y posibilidad de un cafetito.
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Ya en Tierras de Lemos, estación de Canabal, dejamos las vías para trasladarnos por carretera hasta Doade, ayuntamiento de Sober y corazón de la subzona vinícola Amandi, donde visitaremos la bodega Regina Viarum, con degustación incluida, y los escalonados viñedos que caen hasta el Sil.
Qué belleza y qué dureza a la vez. Y es que estamos pensando en los brazos y piernas que habrán de subir o bajar, en la inminente vendimia, todo el fruto. La única mecanización, que observamos de vez en cuando en alguna ladera empinadísima, es la instalación de unos raíles que, por medio de un cable y un motorcito, ayudarán a subir las cajas de uvas.
En Monforte, visita al Museo del Vino, algún hueco para monumentos y tiempo para comer. Agradables calles peatonales, muchos bares y restaurantes con productos autóctonos y, por supuesto, vino 'Ribeira Sacra'.
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Nos subimos de nuevo al tren, que nos llevará hasta la estación de San Estevo do Sil, en pleno desfiladero del Cabe. El paseo, caminando  hasta el río en su confluencia con el Sil, es uno de los mayores placeres de la jornada. Al cruzar el Sil, desde el puente podemos ver a lo lejos entre la espesura el Parador de Santo Estevo.
El traslado hasta el embarcadero del embalse se hace en microbuses, ya que los vehículos de gran tamaño tienen dificultades en estas estrechas carreteras de montaña.
Y allí, mientras esperamos la llegada del catamarán, disfrutamos de una especial queimada envuelta en las sabias palabras de un 'auténtico' druida, que nos obligará a reflexionar sobre la magia de aquel lugar.
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El barco se desliza por la mansa superficie del embalse, entre precipicios que parecen cerrarnos el paso en cada recodo, ora con paredes rocosas y graníticas moles en equilibrio, ora con oleadas de castaños, robles, alcornoques... Un águila que nos observa y algún monasterio que asoma de vez en cuando su torre.
Y periódicamente, cuando la orografía lo permite, un viñedo que va serpenteando entre riscos, como una escalera olvidada por el último alpinista. Eso sí, en casi todos, una barca al pie esperando su carga de racimos.
La jornada ha sido completa. Volvemos al tren, desandando el paseo a pie sobre el Cabe, y en media hora estaremos en la estación de Orense. Por supuesto, están previstos los enlaces con las restantes ciudades de Galicia.
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Viticultura heroica y vinos creciendo
Ribeira Sacra es zona vinícola con Denominación de Origen desde 1996, pero su ámbito no coincide exactamente con la comarca turística, puesto que en ésta de los vinos no entran los ayuntamientos orensanos de Esgos, Montederramo y Xunqueira de Espadañedo ni el de Bóveda, en Lugo. Sin embargo, sí están los de Manzaneda, Puebla de Trives y San Xoán de Río, de Orense.
Galicia es región asociada al CERVIM, un organismo europeo dedicado a valorizar y proteger la 'viticultura heroica', denominada así por las extremas dificultades del cultivo en paratas construidas en terrenos de fuerte inclinación y a más de 500 metros de altitud. Valdeorras y Ribeiro también entran en esta categoría, pero Ribeira Sacra es la DO más representativa, con pendientes que superan frecuentemente el 100x100.
Este cultivo en estrechos bancales propicia una mejor dosificación del agua de lluvia y acumula el calor del sol en las piedras de sus muros, suavizando el efecto de las heladas. De este modo, el fatigoso (obligado) trabajo manual se ve recompensado con la excelente calidad de los caldos obtenidos.
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Los vinos se identifican mejor por el nombre de las subzonas (Chantada, Ribas do Miño, Amandi, Ribas do Sil y Quiroga-Bibei) y, aunque las variedades de vid autorizadas son las mismas para todas, factores como altitud, orientación y castas tradicionalmente predominantes en cada ladera determinan los matices particulares.
La característica principal de esta Denominación de Origen, al contrario de las restantes de Galicia, es el predominio de los tintos, que pueden ser monovarietales o no. Aquí el vino blanco es una rareza.
Para no ser prolijos sólo diremos que la variedad más abundante (y más estimada) entre los tintos es la 'mencía'. Los de esta variedad se denominan 'Ribeira Sacra Summum' y, aunque no necesariamente han de ser monovarietales, tienen al menos el 85% de mencía. En los blancos la estrella es el 'godello'.
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Patrimonio que atrapa al viajero
En este escenario, que cuenta su tiempo en siglos, cada día se aguarda al viajero que vuelva a hollar las calzadas romanas, los bosques medievales y los claustros con filigranas de cantería; que admire los viñedos escalonados en bancales y perciba la lenta evolución de unos vinos ya catados por los césares; que se sorprenda de sus recuperados olivares y se estremezca en la penumbra de increíbles sotos monacales; que encuentre placentero reposo en alguno de sus monasterios, a la vez que degusta los guisos de castañas y setas, como frutos más preciados de su floresta, acompañando carnes ribereñas de tierno cabrito o recio jabalí, o lentos caldos y potajes invernales; sin olvidar truchas y anguilas de tantos ríos, tartas de nueces y suaves bicas y miel de mosqueta, lavanda y madroño.
Los que ya han gozado de tantas sensaciones, entre los que nos encontramos, están ya atrapados y no tienen duda de que esta maravilla, muy pronto, será reconocida como Patrimonio de la Humanidad. La  UNESCO está en ello.
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa

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Comentarios

txema izarra (no verificado)

Reportaje muy completo y que te permite conocer todo lo bueno que tiene la Ribeira Sacra y te anima a querer conocerla y disfrutar de todas sus excelencias