DE COSTA A COSTA

Cementerios de barcos

El Panagiotis yace en la playa de Zante. | visitgreece.gr

El Panagiotis yace en la playa de Zante. | visitgreece.gr

Encallados, oxidados e incluso convertidos en lugares de interés turísticos. Así son los cementerios de barcos, terrenos muertos ensombrecidos por la proa de los mercantes y por las descomunales anclas enterradas en la arena amarrando cientos de toneladas descuidadas y olvidadas para siempre. Así son las playas de Nohadibou en Mauritania, el Mar Aral o la playa de Chittagong en Bangladesh, lugares inmersos en aguas contaminadas por los residuos que desprenden los numerosos barcos abandonados.

En el mar, algunos países obligan a sus patrones a desmontar sus naves a un coste que no pueden hacer frente, por ello emigran a los países sin desarrollar, donde el precio dista mucho. Otra opción al desguace, aunque también igual o mayor costosa, es el hundimiento. Para enviar una embarcación al fondo del mar hay que sustraer todos los aparejos, desmontar el motor, los depósitos de agua, de aceite y gasoil. Después se inicia la descontaminación para terminar introduciendo en el interior, tras obtener el permiso para remolcarla, bloques de hormigón que conduzcan al navío al fondo del mar, donde iniciará su nueva vida como arrecife para la fauna marina. Como solución a estas variantes, muchos capitanes optan por abandonar sus negocios en las arenas de alguna costa del océano Índico.

Playa de Nohadibou, Mauritania

En esta playa se amontonan todos los años cientos de barcos sin que nadie los desguace. Así, de esta manera, este litoral de Mauritania se ha convertido en uno de los cementerios de barcos más grande del mundo, una situación que está en consonancia con la calidad de vida de los habitantes mauritanos. Algunos barcos sirven de hogar para los más desfavorecidos. La Unión Europea ha aprobado un proyecto para poder limpiar las costas de los residuos que desprenden.

Playa del Alang, la India

Aquí sí son los habitantes quienes, mediante con materiales poco rudimentarios e incluso a veces con sus propias manos, desmontan estas bestias con la intención de reutilizar las piezas o venderlas en el mercado. Se trata de casi 10 kilómetros de costa en la que, desde 1983, embarcaciones de todo tipo se presenta al mar arábigo: desde ferrys a portaviones pasando por mercantes petroleros. En total, entre 600 y 700 barcos llegan a la orilla de esta playa, la mitad de los barcos que han quedado fuera de servicio en el mundo.

Chittagong, Bangladesh

Chittgong es, con cuatro millones de habitantes, la segunda ciudad más grande de Bangladesh, y sus playas llevan consigo toneladas de amianto y también pinturas con plomo y cadmio que afectan gravemente a la salud de sus trabajadores.

Chittagong también tiene un taller en la orilla, unos indígenas que ven como el amanecer alumbra el hierro de las entrañas de las naves embarrancadas en la arena. El procedimiento que utilizan para el desguace comienza en arrimar el navío lo máximo posible a la orilla cuando la marea esta alta. Luego se recuperan los objetos valiosos y acto seguido se desmontan los motores. Los cortadores separan con un soplete los trozos del navío. Los más grandes son arrastrados con cuerdas hasta tierra firme. Sopletes y grúas es la única tecnología que usan en el proceso.

El Mar Aral, Uzbekistan

Un buque encallado en el Mar Aral. | Reuters

Un buque encallado en el Mar Aral. | Reuters

Y pensar que este desierto llegó a ser en la época de la Unión Soviética el cuarto lago más grande de la tierra, y que por él transitaban cientos de barcos que hoy en día yacen en la tórrida tierra que queda. A finales de los años 40, Stalin decidió construir 80 presas, 45 embalses y cerca de 32.000 kilómetros para convertir aquello en un vergel capaz de producir miles de toneladas de algodón.

A causa de eso, con el paso de los años, el Mar Aral se fue evaporando hasta quedarse, en la gran mayoría de los tramos, sin agua, provocando que todos y cada uno de los barcos que surcaban el lago se quedaran encallados allí para siempre, oxidados y despojados de su anterior vida, a la luz del sol sofocante de un desierto

Kamchatka, noreste de Rusia

Un submarino nuclear soviético, abandonado en Kamchatka. | K. Panshev | Epa

Un submarino nuclear soviético, abandonado en Kamchatka. | K. Panshev | Epa

Aquí el mar no se secó, sino que se congeló, causando el mismo efecto sobre los barcos que cruzaban en épocas cálidas aquel mar. Ya no solo barcos, sino también hay submarinos que hace aún más impresionante el contraste del blanco de la nieve y el hielo con el óxido de las embarcaciones, abandonadas al frio ruso.

Otro aspecto que hace este sitio aún más siniestro son sus movimientos de placas. La región de Kamchatka está sometida a un gran riesgo sísmico. En 1952, un terremoto de nueve grados en la escala Ritcher, y hace ocho años, en 2006, otro de 7,9 sacudieron la región rusa. La zona está rodeada de cadenas montañosas con 160 volcanes de los cuales 29 están activos. Así que es posible que, cualquier día, todo el cementerio desaparezca entre la nieve, el hielo, la ceniza y la lava.

Casos aislados

En cada parte de los cuatro océanos, o en cada rincón de cada uno de los mares que completan el globo terráqueo, pueden existir embarcaciones, navíos, veleros que algún día, sometidos a la decadencia de sus patrones o una mala maniobra, fueron abandonados allí donde pudieron.

El caso más cercano está en la costa española. En concreto en la orilla de una de las playas de Fuerteventura, en las Islas Canarias. En 1944, el transatlántico American Star encallaba en la costa canaria cuando era remolcado hacia Tailandia donde iba a ser convertido en un hotel flotante de lujo. Con el paso de los días, y tras ser rescatada toda la tripulación, el navío se partió en dos, quedando la proa encallada en la prosperidad de la playa de Garcey. La marea del Océano Índico tumbó el transatlántico hasta yacer posición horizontal.

Otro caso es el crucero ruso Murmansk, en el norte de Noruega. Esta reliquia fue un navío de la Unión Soviética y más tarde de la Flota del Norte de la Armada rusa. En 1994 fue vendido a la India para su desguace, pero encalló en la localidad noruega de Sørvær. Trece años después, se aprobó un plan para su desmantelamiento. El proyecto comenzó con la construcción de un dique seco para permitir el acceso de la maquinaria pesada. Supuestamente este proyecto tendría que estar terminado el año pasado.

Un hecho muy parecido fue el de la grúa flotante BOS 400 en la década de los años 90, cuando estaba siendo remolcada por el remolcador Tigr. Las dos embarcaciones cruzaron una tormenta siendo arrastrados hacia la costa, por ello y ante el peligro, el remolcador tuvo que deshacerse de la grúa para no ser empotrado junto con ella en las costas sudafricanas.

Otro incidente ocurrió a finales de los años 60. En una noche con condiciones climatológicas adversas, el capitán del Evanghelia Mare ordenó aproximarse a la orilla pensando que la entrada al puerto quedaba cerca, sin embargo no resultó así y la maniobra se convirtió en una mala decisión que provocó que el buque encallara. Debido al coste que conllevaba la recuperación fue abandonado. Con el paso de los años fue convirtiéndose en un lugar turístico de la playa rumana de Costinesti.

Por último, la isla de Zante (Grecia) guarda en una de sus playas un gran tesoro. No se trata de ningún cofre plagado de oro ni joyas relucientes al sol griego, sino del Panagiotis, un barco que yace en la arena blanca de una de las playas de la isla. En 1982 transportaba tabaco de contrabando y una día fue sorprendido por una patrulla aduanera y acorralado en la playa bajo una tormenta. Finalmente, el Panagiotis acabó varado en la arena arrastrado por la marea, su capitán prefirió embarrancar el barco a ser cogido. Actualmente, el paradisiaco rincón es visitado por miles de turistas que se acercan a disfrutar de sus aguas transparentes y de la presencia del buque.