La rebelión de los #padrazos

"Hay que perder el miedo y la vergüenza a la hora de hablar de nuestro papel de padres"

"Existe una enorme brecha entre los ideales de los futuros progenitores y los roles que luego adoptan"

La conciliación no existe. Existe el sacrificio personal para poder estar con tus hijos"

Fueron pioneros solitarios. Y continúan siendo lo segundo. No se ven en la imagen que de ellos da la sociedad tradicional, no se encuentran representados en los estereotipos establecidos, sienten que no encajan en la idea clásica de patriarcado. Como si fueran compañeros de los irreductibles galos, Astérix y Obélix, que se resisten a sucumbir a la dominación romana, ellos, los hombres que empiezan a dar un paso al frente para reivindicar su papel de padres corresponsables, se niegan a que les miren "raro" por pedir reducción de jornada, por quedarse en casa con sus hijos, por llevarles solos al pediatra o al parque, por alzar la voz para reclamar la crianza igualitaria de los niños.

Son pocos los que hablan de ello abiertamente -algunos más los que la practican- y, por eso, han optado por juntarse para hacer visible y normalizar la figura del padre implicado y no mero ayudante de la madre. Para meter más ruido, la Asociación de Hombres por la Igualdad (AHIGE), la comunidad de papás blogueros y otras asociaciones que les apoyan, han lanzado en las redes sociales, de cara al próximo 19 de marzo, día del padre, la campaña #padresigualitarios. Porque se consideran a sí mismos #padrazos.

"La masculinidad no es fácil. Hay tensiones entre el modelo que te dice que tu papel es ganar dinero y mantener a la familia y el deseo de cuidar a tus pequeños. La revolución feminista se estancó en la casa porque las mujeres consiguieron hacerse un hueco en el trabajo, pero no lograron disminuir su participación en el hogar, porque los hombres no se implicaban. Ha llegado la hora de hacer esa revolución a la inversa, de que sean ellos quienes entren en el hogar. Y es posible si las políticas públicas se lo toman en serio".

Quien habla es Francisco Abril, profesor de Sociología de la Educación en la Universidad de Girona y estudioso del papel de ambos sexos ante la llegada de un hijo, tema que ha centrado su tesis recién acabada. Suya es la expresión "pioneros solitarios", porque hace pocos años, afirma "los primeros hombres que se atrevieron a pedir una reducción de jornada no eran visibles, sino casi extraterrestres. Era algo tabú, que casi se ocultaba y, además, no tenían referentes. Ahora no son tan pioneros pero sí siguen siendo solitarios. A pesar de los muchos artículos y de las buenas intenciones de organismos públicos y privados, todavía son 'bichos raros' por dedicarse a la paternidad".

Abril afirma a EL MUNDO que "las campañas (como la que acompaña este reportaje) son muy necesarias para visibilizar una realidad creciente. Para enseñar que los hombres también cuidan y pueden cuidar". Admite que "todavía queda mucho trabajo por hacer, de unos y de otras, para que ambos sexos salgan de los roles establecidos y cedan a la pareja el espacio que le corresponde, para que cuando un padre lleva solo a su hijo al médico no le digan eso que aún se escucha a veces en consultas y salas de espera de '¿y la madre no puede venir?', para que algunas mujeres salgan del papel de 'madres intensivas' y acaparadoras y empiecen a confiar en que los padres saben cuidar de su pequeño y hacer las cosas de la casa".

Cuenta Joaquim Montaner, padre de seis hijos entre siete y 15 años, que un día de 2011 se dio cuenta de que las madres compartían muchas experiencias a través de blogs en Internet, hechos por y para ellas. Se preguntó por qué los hombres no lo hacían, por qué no tenían ese interés en compartir su paternidad y aprender de otros. Empezó a rastrear la red y únicamente encontró 16 bitácoras digitales en español, escritas por padres. Ahora, sólo cuatro años después, la comunidad que creó de papás blogueros cuenta con 147 páginas más o menos activas.

El mensaje de Montaner a sus homólogos es el siguiente: "Me gustaría que los padres, que los tíos, igual que tenemos una capa mental con nuestra profesión o con nuestro ocio, metiéramos otra capa que fueran nuestros críos. Que si hay una cena de empresa uno dijera; 'oye, un momento, a ver mi capa niños, porque igual no puedo ir porque hoy me toca hacer a mí la cena'. Que la capa hijos domine y esté por encima de las otras".

La maternidad también empieza por P

Uno de los padres -real y virtual (bajo el seudónimo Tropofoto)- que se enredó en la comunidad de Montaner es José Manuel Pérez, 36 años y dos hijos, de cuatro y un año. Participa con una fotografía suya en la campaña por la paternidad igualitaria porque cree, según explica, que se necesitan "ejemplos reales de varones que se preocupan y se ocupan de sus pequeños en lo afectivo, en lo material, en lo educativo". Pérez insiste en que "dar un paso adelante puede ayudar a otros padres a que 'salgan del armario' y pierdan el miedo y la vergüenza a la hora de hablar sobre lo que les importa su papel de papá".

Este aficionado a la fotografía explica que la idea es "poner de relieve una nueva concepción de la crianza y cambiar este estatus que la sociedad nos otorga en cuanto a hombres proveedores. No somos meros observadores del crecimiento de nuestros hijos. No defendemos el concepto de mi marido ayuda en casa o con los niños, sino el modelo de cooperación en todas las facetas. En nuestros padres la cosa estuvo más desigual. Hoy estamos más implicados, pero nos miran regular", reconoce.

Esta pequeña comunidad de padres no está sola en su reivindicación. El Gobierno del País Vasco ha organizado la mayor jornada que se celebra en España hasta la fecha centrada en las nuevas paternidades. Tendrá lugar el próximo fin de semana, bajo el título de Paternidades que transforman, y José Javier Miguel de la Huerta, director de Política Familiar y Desarrollo Comunitario del Gobierno, explica a este periódico que la idea es, además de "analizar el nuevo papel de los hombres en la sociedad, presentar una estrategia (que detallará el propio Lehendakari) de apoyo a la familia, donde un elemento clave es la paternidad corresponsable".

De la Huerta indica que muchos de los ponentes le dicen que cuando empezaron con estas reivindicaciones "podían ir todos en un taxi y ahora ya necesitan un minibus". La broma refleja que el movimiento crece, pero poco a poco. "Estamos hablando de la igualdad, de derechos que son para todos, no de sustituir a la madre, que quede claro", destaca el político vasco. El cambio de mentalidad cuesta. "Deben intervenir todos los agentes sociales. Sumarnos al cambio que se ha producido en la mujer, construir nuevas identidades de hombres. Tenemos que reinventarnos y derribar el patriarcado que viene de mucho tiempo atrás y está muy arraigado". Y aclara que, el trabajo de la política es promover "cambios que sean de calado".

Conciliar en masculino

Todos estos progenitores coinciden en una cosa: ·la conciliación es una quimera, más difícil que ver un unicornio". Así de tajantes.

"La conciliación es mentira. No existe. Lo que existe es el sacrificio, el quitarte horas de lo que sea para cuidar a los niños", declara José María Ruíz, padre de mellizos de cuatro años y medio. Cuenta que él, diseñador gráfico, se cogió la reducción de jornada y se dio cuenta de que no era normal que fuese el padre el que la pidiera. "Te miran regular. Hay mucha gente a la que le choca, tanto hombres como mujeres. Lo que buscamos es que esta situación no sea una rareza, que se normalice la cosa, que por el hecho de cuidar de tus hijos no te pongan una etiqueta equivocada", pide.

Joaquim Montaner confiesa que, para poder estar con sus hijos, tiene que hacer auténticos malabarismos. "Tenemos el gran error de pensar que la conciliación es una cosa de mujeres. Y no. Tampoco es sólo de padres o madres. Cuando uno tenga que cuidar de sus progenitores también va a tener que conciliar", argumenta.

"Soy empleado en la Junta de Andalucía y tengo suerte con el horario. Pero haber optado por criar a mis niños y participar activamente en eso implica que estoy muerto a niveles de promoción laboral. Yo he recurrido a la reducción de jornada, a los permisos sin retribuir, he gastado los asuntos propios y, también, he acudido a mis compañeros para que me echen una mano. Así salí adelante. La falta de medidas hace que la picaresca florezca. Pero lo que hay que hacer es poner herramientas a disposición de la plantilla y no tirar de favores ni de la buena voluntad de otros empleados. Todas las instituciones hablan de la responsabilidad social, pero es un doble discurso, porque no la ponen en práctica", critica.

"Los políticos llevan diciendo desde 2009 que van a alargar la baja de paternidad -la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles reclama 16 semanas, como para las madres-. Pero ahí sigue el proyecto, perdido en algún cajón", se queja Montaner.

El profesor Francisco Abril colabora en un proyecto de investigación internacional, denominado Transparent. En él entrevistaron a 68 parejas en las que los dos trabajaban o tenían voluntad de trabajar y esperaban un bebé. Les preguntaban a los cinco meses de embarazo y a los dos años sobre sus expectativas, planes, ideales... "Con este experimento nos dimos cuenta de que con la crisis había una serie de circunstancias sobrevenidas que tenían que ver con el mercado laboral. Varones que se habían quedado sin trabajo y, de repente, se implicaban más en la crianza de sus hijos. Y veían que les gustaba".

Pero además de descubrir eso, corroboraron el concepto de "utopía real", que dio lugar a un libro, inspirado en una aparente paradoja del comportamiento humano. "Los jóvenes se identifican cada día más con valores igualitarios y, en cambio, cuando viven en pareja tienden a reproducir un reparto de tareas desigual, que se agudiza con la llegada del primer hijo. Esta contradicción entre ideales y prácticas constituye la esencia de la utopía real", escriben en la introducción. "El contrasentido es la enorme brecha que existe actualmente entre los ideales que tienen los futuros progenitores y las prácticas que finalmente acaban adoptando". Queda mucho trabajo por hacer, en el nombre del padre.