Treinta años, "una vida entera", lleva la ovetense Covadonga Cienfuegos custodiando el Archivo Histórico. A esta licenciada en Historia la enseñanza nunca le atrajo. Lo suyo siempre fue la Paleografía, la Diplomática, "el apasionante mundo de los documentos". Así que preparó una oposición con la que consiguió una plaza en Avilés. El 1 de marzo de 1985 comenzó a custodiar la memoria de la Villa y lo sigue haciendo tres décadas después, con la misma pasión y mimo con los que acarició por primera vez los tesoros que ahora guarda el Palacio de Valdecarzana, el edificio civil más antiguo que se conserva en pie en la ciudad.

El día a día de una archivera no es tarea sencilla: "Los archivos son los hermanos pobres que hay en todas las instituciones. Son los grandes desconocidos y no se les da ningún valor. Es una pelea continua por conseguir recursos, porque se reconozca la importancia de los archivos, máxime en el caso de Avilés, el segundo más importante de Asturias (por detrás del ovetense) por su documentación medieval privilegiada", explica Cienfuegos, que anhela "que se reconozca el auténtico peso del archivo".

Los dos pilotes del procedimiento administrativo son el registro y el archivo. "Aquí no sólo se pueden ver papelajos antiguos. De aquí sale documentación para el trámite diario de expedientes municipales, antecedentes de otras actas municipales, es una garantía de derechos para la propia administración y para los administrados. El culmen es facilitar toda esa documentación que custodias a los ciudadanos y a toda la gente que la pueda necesitar", explica. Porque el archivo está abierto a cualquier persona que quiera consultarlo, cuestión desconocida para muchos. Covadonga Cienfuegos echa de menos la labor divulgativa. "Considero que habría que exhibirlo al público mediante exposiciones, visitas de escolares... pero no se hace nada de eso", lamenta.

La joya del Archivo y el documento más antiguo que en él se conserva es el Fuero (1155) que estos días se expone en el Centro Niemeyer con motivo de la exposición "Portus". Es uno de los tesoros que guardia Cienfuegos, que tiene como "ojito derecho" un pergamino del siglo XIV en el que Fernando IV exime a Avilés del fonsagro, un privilegio rodado. "Es muy colorista, tiene un sello de plomo con el emblema del Rey, una rueda en tonos azules y rojos, un monograma precioso", explica mientras lo rescata de la carpeta especial que lo guarda. "Este documento es el gran olvidado, igual que Fernando IV es el gran olvidado de la historia avilesina. Siempre se habla de Fernando VI y de Fernando VII porque propiciaron con el Fuero el desarrollo de la villa. A Fernando IV le debemos no solo la confirmación de esos fueros, sino exenciones fundamentales para el desarrollo de Avilés: concede el Alfoz, la exención de los peajes y anclajes (potenció el comercio avilesino de manera tremenda) y en su época se pusieron en marcha las primeras asociaciones de los concejos en forma de hermandades", explica la guardiana de la memoria de la Villa.

A través de ese pergamino, Fernando IV exime a los avilesino del servicio militar. Así, los vecinos de la villa dejaron de estar obligados a acudir al ejército del Rey, el Fonsado, y a pagar la fonsadera, el tributo que tenían que abonar por no acudir a la mili de entonces.

En el archivo avilesino destacan también el primer libro de acuerdos de Avilés (de 1479, el más antiguo del Principado) y las cartas de vecindad, que fueron escritas con plumas de oca. Se conservan 25 ejemplares, algo inusual en otros archivos. Una de 1304 dice así: "El concejo de Avilés recibe por vecinos al escudero Menén González, morador de Naveces (Castrillón) y a su mujer Juana Pérez, por un tributo anual de seis maravedíes, actuando como fiador Fernán Rodríguez, vecino del azogue (mercado) de Avilés". Estas cartas de vecindad, explica Cienfuegos, serían el equivalente al padrón actual: "Con la concesión del Fuero, y sobre todo después de que Fernando IV concede por Alfoz a Avilés las tierras de Gozón, Carreño e Illas, los habitantes de la zona rural tienden a venir a Avilés para poder disfrutar de esos privilegios. Se hacen unas cartas de vecindades, dos documentos idénticos: uno para el ciudadano y otro para el Ayuntamiento. El concejo les concede la vecindad pero a cambio tienen obligaciones, como el pago de impuestos".

Covadonga Cienfuegos también está al frente del proceso para eliminar todos aquellos documentos que sean aptos para su expurgo y así erradicar duplicidades y papeles que carecen de interés. Y es que el archivo municipal tiene dos patas: el administrativo, que se pretende centralizar en el Centro de Empleo Europa, y el histórico, el que guarda Cienfuegos en el Palacio de Valdecarzana, que comienza en el siglo XII con el Fuero y llega hasta el siglo XX. La memoria de la Villa es cosa suya.